¿Somos mentirosos de nacimiento?

    ¿Somos mentirosos de nacimiento? Conocemos a alguien y en menos de diez minutos ya le hemos mentido tres veces. O al menos eso es lo que respaldan las estadísticas. Aunque el número probablemente sea un poco exagerado, es cierto que mentir es una práctica común. Pero ... ¿sobre qué estamos mintiendo? ¿Ocultamos crímenes atroces o decimos mentiras insignificantes sobre nuestro entorno social? Estas mismas preguntas inspiraron un estudio desarrollado por la Universidad de Massachussets en el que los investigadores les dijeron a los 121 voluntarios que tuvieran una conversación con alguien completamente desconocido durante unos diez minutos. La gente se dividió en tres grupos: 1. Competente: estos tenían el objetivo de presentarse a sí mismos como personas competentes de tal manera que el interlocutor quedara convencido de esta imagen. 2. Estimado: el objetivo era que su interlocutor los considerara buenas personas. 3. Control: simplemente se les permitió mantener una conversación sin establecer ningún objetivo. Los participantes fueron filmados durante la conversación y posteriormente se les pidió que averiguaran las mentiras que habían usado. Se les dijo que las mentiras no son solo frases, sino que también incluyen recuerdos falsos o representaciones de emociones que no sentían. Entonces, mientras la gente miraba el video, anotaban sus propias mentiras. Antes de continuar con los resultados es necesario aclarar que el 40% de los participantes afirmó haber mentido. Después de todo, no era nada fuera de lo común si se apegaran a la verdad, ya que no tenían crímenes que ocultar y era solo una charla con un extraño al que nunca volverían a ver. En resumen, no tenían ninguna motivación para mentir. Sin embargo, centrémonos en el 60% restante que, en promedio, dijo que mintió al menos tres veces en diez minutos. Sus mentiras fueron categorizadas como: mentiras autoproclamadas y mentiras dirigidas al otro. Resultados? Los hombres, en comparación con las mujeres, mostraron una tendencia más fuerte a mentir sobre sí mismos a pesar de que ambos sexos mostraron un nivel igual en el número de mentiras dichas. Las mentiras también se categorizan en relación a su contenido: emociones, aciertos, planes, explicaciones y hechos. Las personas que formaron parte del grupo de control fueron las que menos mintieron, mientras que las personas que tuvieron que presentarse como competentes fueron las que destacaron por el alto número de mentiras, especialmente las relacionadas con sus sentimientos mientras que las personas que tuvieron para ser percibidos como gentiles tendían a mentir sobre lo sucedido. Sin embargo, la mayoría de las mentiras giran en torno a los sentimientos, especialmente cuando las mujeres querían parecer competentes y los hombres amables y agradables. Las mentiras sobre sentimientos y emociones también se conocen como "buenas mentiras" y son más comunes de lo que podemos imaginar. Solo recuerda cualquier situación en la que alguien nos preguntara cómo estábamos y aunque fue uno de los peores momentos de nuestra vida, simplemente respondimos: "bien". Seamos francos, técnicamente mentimos sobre los estados emocionales porque hay una convención social: si nuestro interlocutor es un extraño no es necesario explicarle lo mal que nos sentimos. Esto sería una mentira prosocial, una mentira que no se considera moralmente negativa. Así, estas buenas mentiras se convierten en la base de las "mentiras lastimeras", en las que apelamos a la incertidumbre para no dañar al otro. La vida probablemente sería más dolorosa sin estas mentiras diarias, ¿no es así?



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