Gente llena de si, porque nos molestan tanto

Gente llena de si, porque nos molestan tanto

En la vida, a veces tratamos con personas llenas de sí mismas. Personas profundamente egocéntricas que consumen nuestros recursos y energía mental. Tratar con ellos es agotador. La conversación se convierte rápidamente en un monólogo que gira en torno al otro. Cuando finalmente nos despedimos, no podemos evitar sentir que hemos cruzado el desierto.

5 razones por las que las personas llenas de sí mismas son insoportables

1. Sus problemas son siempre más serios que los tuyos.



Las personas seguras de sí mismas a menudo tienen una perspectiva muy egocéntrica. Esto significa que les resulta difícil ponerse en el lugar de los demás y comprender sus problemas o ser empáticos con su sufrimiento.

Por tanto, si les hablamos de nuestros problemas, inmediatamente sacarán el rosario de sus dificultades. De esta manera, desvían la atención de nosotros hacia ellos mismos para convertirse en el centro de atención.

Si les contamos una situación delicada, en lugar de encontrar validación, nuestras palabras nos serán devueltas amplificadas. Si les decimos que hemos estado enfermos, su enfermedad será más grave. Si acabamos de romper con su pareja, hablarán sobre su ruptura. Y si les contamos sobre un proyecto que nos apasiona, el de ellos será más grande e interesante.

Cuando interactuamos con personas seguras de sí mismas, podemos tener la sensación de que la vida es una competencia constante. Esta necesidad de afrontar las alegrías y las angustias es agotadora, especialmente en momentos en los que nos sentimos especialmente vulnerables.

2. Son inmunes a las señales sutiles de que no estás interesado en un tema.

Las personas seguras de sí mismas creen que los demás están hechos a su imagen y semejanza. Por tanto, asumen que lo que les interesa también interesa a los demás. Cometen el error de pensar que los demás comparten sus valores y su visión de la vida.



Son víctimas del efecto del falso consentimiento, de tal forma que sobreestiman el grado en que otras personas comparten sus ideas, actitudes y comportamientos. Piensan que sus hábitos, preferencias y opiniones son compartidos por la gran mayoría.

Esto les impide percatarse de las señales desinteresadas que envía su interlocutor, lo que suele llevarles a desarrollar largos monólogos que acaban por cansarnos. El problema es que cuando tenemos que prestar atención a algo que no nos interesa, nuestro cerebro tiene que trabajar mucho más para seguir el camino y captar los detalles. Es por eso que estamos mentalmente agotados después de hablar con este tipo de personas.

3. Son extremadamente abiertos a las críticas.

A nadie le gusta cometer errores y ser criticado. Pero la mayoría de las personas son lo suficientemente maduras para aceptar las críticas y tratar de mejorar o corregir su error. Sin embargo, las personas seguras de sí mismas responden de manera diferente.

Estas personas ven las críticas como un ataque personal, se lo toman demasiado en serio y reaccionan exageradamente. Se ofenden de inmediato y se ponen a la defensiva, actitud que acaba impidiendo cualquier posible acuerdo.

Esta extrema susceptibilidad complica enormemente las relaciones porque nos vemos obligados a movernos continuamente con pies de plomo. Nos sentimos como si estuviéramos caminando sobre un vidrio, con una sensación continua de tensión o urgencia. Nos vemos obligados a medir el impacto de cada una de nuestras palabras y callar muchas cosas, lo cual es agotador.

4. Te obligan a caminar por la cuerda floja emocional


Las personas llenas de sí mismas están inmersas en su mundo, sus sentimientos, problemas y planes, por lo que las relaciones que establecen con los demás suelen ser inconsistentes. Conectarse con ellos es como caminar por la cuerda floja.


Mantienen una comunicación constante cuando están muy entusiasmados con un proyecto o tienen un problema y necesitan nuestra ayuda, pero luego no están disponibles para devolver el favor o simplemente desaparecen porque han encontrado apoyo en otra persona. Junto a ellos, podemos sentirnos en una montaña rusa emocional, lejos de la necesaria estabilidad emocional que necesitamos.

Con estas personas, es difícil caminar sobre tierra firme, por lo que es difícil mantener una relación íntima y satisfactoria. Su incapacidad para asumir un compromiso a largo plazo conduce a relaciones líquidas caracterizadas por lazos emocionales frágiles.

5. Piden trato preferencial

Aunque las personas seguras de sí mismas no son muy empáticas y tienen dificultades para ofrecer validación emocional, a menudo piden un trato preferencial. Suelen pensar que están por encima de los demás y que tienen la obligación de escucharlos y priorizar sus necesidades y problemas.

Estas personas sufren de un sesgo egocéntrico que les lleva a creer que el mundo gira en torno a ellas. Según los psicólogos del Tohoku Women's Junior College, tienden a clasificar los comportamientos de otras personas como injustos y los suyos más equitativos. Atribuyen éxitos y comportamientos positivos mientras proyectan fracasos y comportamientos negativos en los demás.

A veces también pueden tener rasgos maquiavélicos porque, para recibir un trato preferencial, practican comportamientos manipuladores. El hecho de que tengamos que levantar barreras continuamente para defender nuestros derechos acaba resultando agotador a la larga.


Reconocer el egocentrismo

Un indicio de egocentrismo no está mal. Todos necesitamos pensar en nosotros mismos y, en determinadas circunstancias, incluso priorizarnos. Sin embargo, cuando esto se convierte en un modelo y sentimos la urgente necesidad de ser el centro de atención, tenemos un problema que debemos resolver lo antes posible.


Descubrir y aceptar que estamos demasiado llenos de nosotros mismos no es fácil, porque el egocentrismo es como un muro que obstaculiza nuestra capacidad de introspección. Pero a veces es suficiente responder honestamente una pregunta: ¿Cuánto aprendimos o averiguamos sobre la persona con la que estábamos hablando?

Si no podemos decir mucho sobre esa persona y ese patrón se repite, probablemente hemos monopolizado la conversación. Y esto podría significar que hemos hablado demasiado y estamos llenos de nosotros mismos. Si es así, deberíamos intentar practicar una escucha más activa. Habla menos y escucha mucho más.

¿Cómo ayudar a una persona plena de sí misma?

Las personas seguras de sí mismas no suelen ser felices. Su egocentrismo no es la expresión de una rica vida interior, sino de numerosas deficiencias que tratan de compensar proyectando una falsa confianza en sí mismos y una autoestima artificialmente alta.

Para ayudar a estas personas podemos hacerles notar su comportamiento, tratando de no percibirlo como una crítica destructiva, pero animándoles a tomar una actitud más reflexiva ante las agotadoras dinámicas relacionales que generan.

Por ejemplo, si estamos hablando de un tema que nos preocupa, podemos pedirles que se concentren en esa situación en lugar de cambiar el enfoque hacia ellos mismos. Podríamos decir: "Entiendo que hayas pasado por un mal momento, pero necesito tu ayuda, que me escuches ahora mismo".

Cuando no estamos interesados ​​en un tema, en lugar de enviar señales sutiles, podemos ser más directos. Decir "lo siento, ese tema no me interesa" o "lo siento, no tengo tiempo para hablar sobre ese tema en este momento" puede ser suficiente.

La clave es señalarles de una manera amigable pero directa que el patrón de relación que están tratando de imponer es molesto e inaceptable. Por supuesto, estas personas no cambiarán de la noche a la mañana, pero si persistimos en la defensa de nuestros derechos asertivos, los intentos podrían dar sus frutos y conducir a una relación más gratificante de respeto y comprensión mutuos.

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