¿Por qué decimos "estoy bien" cuando no lo es?

¿Por qué decimos

"Estoy bien".

Lo decimos todo el tiempo. Es una frase corta. Agradable. Confirmativo. Nos permite pasar al siguiente punto de la conversación sin pensar demasiado en nosotros mismos. Sin meter el dedo en la llaga.

El problema es que a menudo esto no es cierto. El problema es fingir que todo está bien cuando todo está mal.

Fingir que todo está bien, una regla social implícita

Cuando decimos que estamos bien o que todo está bien, pero no lo estamos, estamos negando nuestras emociones y experiencias. A veces lo decimos sin pensar demasiado, porque es una regla social implícita, una regla que nos obliga a fingir una actitud positiva.



Decimos que estamos bien porque es una regla social que hemos aprendido desde la infancia, porque asumimos que cuando el otro nos pregunta cómo estamos es en realidad una cuestión de cortesía, por lo que recitamos según un "guión automático" que gobierna muchas de nuestras relaciones sociales.

En otros casos pretendemos que todo está bien para evitar conflictos. A veces, expresar nuestros verdaderos sentimientos u opiniones, especialmente si no lo hacemos de manera asertiva, puede hacer que alguien se enoje o incluso provocar una discusión.

Después de todo, todos queremos que nuestras interacciones sociales sean lo más fluidas posible, no queremos convertirnos en una "persona difícil" o poner una carga sobre los demás con nuestras preocupaciones y problemas, por eso preferimos ocultar que no estamos bien. y mantener a raya la conversación interna de los canales convencionales.

Otras veces pretendemos que estamos bien simplemente porque nos sentimos incómodos al reconocer que somos malos, porque no estamos acostumbrados a expresar libremente nuestros estados internos. Si todos dicen que están bien, nos sentimos como una oveja negra diciendo que estamos enfermos.



Pretender no tener problemas o conflictos es una fachada. Es una imagen que queremos proyectar al resto del mundo porque queremos que piensen que todo nos va bien. Queremos evitar la vergüenza o el juicio. También puede ser un escudo para evitar mostrar nuestra vulnerabilidad al mundo.

Las personas que crecieron en un entorno en el que se les enseñó que las emociones y los problemas son cosas íntimas y que no deben compartirse tienen más probabilidades de reprimirlos. También es una actitud común en quienes crecieron en familias donde la ira o la tristeza no tienen cabida.

La necesidad de estar convencido de que todo está bien

A veces, la renuencia a reconocer que no estamos bien, incluso con las personas más cercanas, puede provenir del deseo de convencernos de que todo está realmente bien. A veces negamos nuestros sentimientos y problemas porque son demasiado grandes, no sabemos cómo manejarlos y tratamos de ignorarlos, con la secreta esperanza de que desaparezcan como por arte de magia.

Si reconocemos nuestros problemas frente a los demás, nos obligamos a afrontarlos y reconocemos que no somos felices y que nuestra vida no es tan perfecta como nos gustaría o que necesitamos ayuda. En ese contexto, la negación es comprensible. Aunque no es la solución a largo plazo porque cuanto más ignoremos los problemas, más crecerán.

De hecho, un estudio realizado en la Universidad de Arizona reveló que las personas que fingen sentirse cómodas con sus colegas terminan sintiéndose emocionalmente agotadas y menos auténticas en sus relaciones.

En otros casos, ese "estoy bien" no responde a la negación sino a un intento de protegernos de los sentimientos dolorosos. En ocasiones, cuando el problema es muy grande, preferimos hablar de él lo menos posible para evitar el malestar psicológico que nos genera la activación de esa situación. Suele ocurrir, por ejemplo, cuando perdemos a un ser querido, sobre todo durante los primeros días. En esos casos, la negación es un mecanismo de defensa que usamos para protegernos hasta que estemos listos para enfrentar la pérdida o el problema.



Reconocer que no estamos bien

Si hemos estado negando y ocultando nuestros sentimientos y problemas durante años, no es fácil empezar ahora a asomarnos al lío que hay debajo de la superficie. Sin embargo, fingir ser feliz y que todo va bien no tiene mucho sentido ya que acaba generando un enorme desgaste emocional.

Los psicólogos de la Universidad Estatal de Michigan, por ejemplo, han descubierto que cuantas más sonrisas fingimos, peor será nuestro estado de ánimo al final del día y es más probable que se caracterice por irritabilidad, ira y tristeza.


A veces solo tenemos que darnos permiso para no sonreír cuando no nos apetece. No trates de complacer a todos. No nos presione para lucir perfectos. Autorícenos a no sentirnos bien todo el tiempo. Y expresarlo. Pida ayuda si la necesitamos. De hecho, hay muchas más personas dispuestas a ayudarnos de las que podemos imaginar.

Cuando somos más auténticos, podemos crear relaciones más fuertes y satisfactorias, conectarnos de verdad.

Pero para ello debemos reconocer que no estamos bien, que estamos luchando, heridos, asustados o enojados. No se trata de convertir a los demás en el reservorio de nuestro dolor y lanzarles una serie de quejas, se trata de expresar nuestros sentimientos con honestidad.

Lo curioso es que este cambio suele generar un efecto de bola de nieve. Cuando mostramos nuestra vulnerabilidad, los demás también se sienten libres y es más probable que hablen de sus miedos y problemas. De hecho, no somos los únicos que decimos que está bien cuando no lo está. Es un hábito. Pero este hábito se puede romper cuando empezamos a pensar y actuar de manera diferente. Cuando validamos nuestros sentimientos y necesidades. Esto nos quitará una gran carga de encima y, con el tiempo, podremos afrontar nuestros problemas mucho mejor.


Añade un comentario de ¿Por qué decimos "estoy bien" cuando no lo es?
¡Comentario enviado con éxito! Lo revisaremos en las próximas horas.