El estrés es un virus contagioso

El estrés es un virus contagioso

Los expertos dicen que aquellos que sufren el estrés de otras personas sufren el llamado "estrés de segunda mano".

El estrés es un virus contagioso

Última actualización: 03 de febrero de 2022

Suele decirse que nada es tan contagioso como el mal humor. Vivir con una persona acostumbrada a constantes ataques, juicios de valor negativos y constantes críticas termina minándonos hasta un punto casi desesperante.

Seguramente lo has experimentado de primera mano en algunas ocasiones. Sabrás lo que puede hacer una simple sonrisa llena de alegría y sinceridad, nos contagia al instante de una emoción claramente positiva.



¿Y el estrés? ¿Sabías que esta dimensión no es de ninguna manera un "virus" que es casi tan contagioso como el mal humor? Los expertos dicen que aquellos que sufren el estrés de otras personas sufren el llamado "estrés de segunda mano". Curioso, sin duda, pero no debemos minimizarlo por esto., porque puede ser igual de peligroso.

El estrés de las personas que nos rodean.

Tomemos un ejemplo simple. Vivimos con una pareja que, por motivos laborales, está expuesta a muchas presiones, muchas obligaciones, metas a alcanzar y exigencias.

Poco a poco, este estrés laboral se extiende también al ámbito familiar. Su estado de ánimo cambia, los momentos compartidos en casa están llenos de tensión, duerme mal por las noches y la forma en que nos trata también es diferente. ¿Cómo nos sentiremos?

Notaremos una cierta asfixia por el círculo de estrés y ansiedad, la casa se convertirá en un pequeño agujero negro en el que la comunicación se resiente y los momentos compartidos en común ya no tendrán la calidad de antes.

Aparecerá la frustración y la ansiedad y, casi sin darnos cuenta, habremos contraído el estrés de la otra persona. Así lo demuestra una investigación realizada en la Universidad Tecnológica de Dresden. Tania Singer, científica y directora del proyecto, explica que una persona sometida a un estrés elevado puede generar la misma respuesta en los demás.



Cabe señalar que algunas personas son más sensibles que otras, pero en general, convivir o pasar mucho tiempo con una persona estresada aumentará significativamente los niveles de cortisol en sangre.

Y ojo, hay otro dato que no podemos pasar por alto: i los niños son los más vulnerables a este tipo de estrés, que los padres pueden transmitirles en casa.

Administrarlo juntos

Podríamos decir llegados a este punto que el estrés más habitual con el que nos podemos encontrar es el que experimentamos en casa. Es posible que la fuente sea el trabajo y las presiones que lo acompañan.. Problemas que nos superan y que luego proyectamos en nuestra vida familiar.

Muchas veces caemos en estrés casi sin darnos cuenta, vamos cada vez más rápido, priorizamos unas cosas sobre otras presionándonos aún más.

Comemos mal, dormimos mal y proyectamos nuestra ansiedad en las personas que nos rodean, incluidos los niños. Ya no tenemos tiempo para lo realmente importante. ¿Qué podemos hacer?

Si alguien muy cercano a nosotros está pasando por un período de alto estrés, debemos señalarlo. Es común ignorarlo, pensar que es normal, que esa presión es necesaria para lograr objetivos.

Cabe aclarar que no hay mayor meta que el propio equilibrio, que la vida misma. Y más si ese estado afecta a otros. Debemos mostrarles la causa de su situación personal en ellos mismos y en los demás.

Vale la pena ayudarlos a poner límites y entender, en esencia, lo que es importante: la salud, la tranquilidad, el equilibrio, el cariño de la familia, de la pareja, el bienestar de los pequeños.


Si estamos influenciados por el estrés de un colega, amigo o familiar, debemos señalarlo. Mostrémosle la necesidad de darle otro ritmo a su vida, de lo contrario terminará perdiendo la salud y también verá que las personas a su alrededor pueden alejarse. También es necesario “abrir el paraguas protector”.


Mantén la calma y evita dejarte influir por las reacciones, la ansiedad, los ritmos desenfrenados de los demás… sea ​​paciente y transmita la calma adecuada que la otra persona puede beneficiarse.


Si ves que es imposible y que estás perdiendo la salud porque esa persona no se deja ayudar, o no adopta estrategias de mejora, tendrás que tomar una decisión. Tu equilibrio y tu felicidad son lo primero.

Imagen cortesía: Alejandra Niedermaier.

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