Aceptar las emociones en la vida cotidiana.

Aceptar las emociones en la vida cotidiana.

Aceptar las propias emociones suele ser un reto, especialmente cuando despreciamos o evitamos nuestro diálogo interior con una gran variedad de recursos tecnológicos.

Aceptar las emociones en la vida cotidiana.

Última actualización: 09 octubre, 2021

Algunas emociones no son fáciles de manejar, mientras que otras no son fáciles de aceptar. Por ejemplo, amar a una persona que nos ha hecho daño, sentir rencor hacia quienes nos cuidan, cierta tristeza tras alcanzar una meta, etc. Aprender a aceptar las emociones es uno de los principales objetivos de la psicoterapia.



Un estudio realizado por las universidades de Virginia y Harvard revela que para muchas personas es imposible estar a solas con sus pensamientos. Entre un tercio y la mitad de los participantes realmente usaron sus teléfonos móviles o escucharon música durante.

En el marco de la teoría de la terapia de aceptación y compromiso de Hayes, la aceptación de las emociones cobra mayor importancia. La evitación experiencial, como la llama este enfoque, implica el rechazo total de los sentimientos, pensamientos o emociones desagradables.

Generalmente tratamos por todos los medios de evitar o escapar de la experiencia emocional adversa. Sin embargo, cada vez que negamos o rechazamos una emoción, el malestar aumenta.

La sociedad del bienestar y la incapacidad de aceptar emociones

Si pensamos en nuestra vida diaria, nos daremos cuenta de que dedicamos muchos recursos a evitar los estímulos que se consideran molestos, aburridos o irritantes.

Antes teníamos que esperar días de revelado para poder ver una fotografía; había que manejar la incertidumbre de no saber si la foto era buena o no, si estaba nítida o borrosa. Era así y no había alternativa.


Hoy tomamos una foto y tenemos la oportunidad de verla y analizarla de inmediato. Sin esperas, sin incertidumbres: aquí y ahora. Si no nos gusta, lo borramos y tomamos otro.


Todo se basa en nuestro bienestar. Este, por supuesto, es solo un ejemplo de los muchos que podemos encontrar en una vida basada en la inmediatez y la comodidad.

Tal vez pienses que el ejemplo de la foto es excesivo, que hoy la vida nos enfrenta a mayores problemas que antes. Esto es parcialmente cierto.

Sin embargo, es importante aprender a ser flexible y tolerar las situaciones cotidianas, ya que son valiosas oportunidades de aprendizaje.

Oportunidades para aprender a manejar las emociones

Pasar un día entero sin móvil

¿Aceptarías el reto? ¿Serías capaz de superarlo? Si la respuesta es no, tienes cierto grado de adicción al teléfono celular. Necesitamos que estímulos constantes ya que amamos la comodidad y disfrutamos de poca tolerancia al aburrimiento. 

Para empezar a entrenar en este sentido, una buena oportunidad para aprender a aceptar las emociones puede ser apagar el teléfono un día entero y dedicarle tiempo a otra cosa. Puede que nos sorprenda lo agradable que es la sensación de perder el tiempo.

Espere a que el semáforo para peatones se ponga en verde

Otra oportunidad para aprender a aceptar las emociones. Nos aburrimos en la acera esperando que el semáforo se ponga en verde, así que revisamos si llega algún carro para ponernos en rojo.

Si no logramos cruzar, empezamos a pensar: “¡Qué largo es este semáforo! Cuando llego siempre es rojo! Mientras espero, también podríamos tomar mi teléfono celular...".


Esperar a que el semáforo se ponga en verde, cruzar con calma, despacio y sentirnos presentes, de pie, vivos, contemplando la ciudad, no tiene precio.

Toma la fila más larga para aceptar las emociones.

Optar por la cola más larga en el supermercado o en la caja es una buena manera de aceptar el aburrimiento o la incomodidad. Desde esta perspectiva podremos analizar mejor nuestro diálogo interior. Pensamientos como: “¡Qué lento es este cajero! ¡Cada vez que me pongo en la fila, hay un problema!”.


Cuando sientas esa irritante impaciencia, trata de cambiarla: “Estoy bien aquí, puedo aprovechar para mirar alrededor y no pensar en nada. Solo espera con calma".

Haz una cosa a la vez

Cuando te duches, simplemente dúchate. Cuando desayunes, no mires tu celular. En definitiva, trata de dedicarte a una actividad a la vez.

Hacer múltiples actividades al mismo tiempo no es emocional o cognitivamente saludable o productividad. La multitarea aumenta el estrés.

No respondas de inmediato

Trate de no responder los mensajes de WhatsApp de inmediato, posponga un poco y disminuya el impulso. Es una buena manera de aprender a manejar otros impulsos más intensos. Puedes contar 15 o 20 minutos y luego responder, reprimiendo la incomodidad de no ser rápido.

Un día sin televisión

Al igual que el teléfono celular, la televisión también actúa como un velo para nuestras emociones. Proponemos no llenar los momentos vacíos encendiendo la televisión.

Toma descansos entre cócteles

En muchos casos, el alcohol es un recurso a corto plazo que calma el estrés y el aburrimiento cotidianos y, en última instancia, lo ayuda a sentirse mejor. No obstante, sus efectos son momentáneos., como una trampa.


El alcohol puede ganar terreno y convertirse en nuestro peor enemigo. ¡Así que ten cuidado! No estaría de más empezar a retrasar el próximo trago reprimiendo las ganas de beber, sintiendo las ganas como una emoción más.

Este principio también es aplicable a otros elementos adictivos, como los cigarrillos, los ansiolíticos, etc.

Disfrutar del tráfico para aprender a aceptar las emociones

Si te encuentras en un atasco de tráfico, ¡disfrútalo! En lugar de maldecir a diestro y siniestro, ¿por qué no aprovechar el momento para escuchar música, mirar al cielo u observar a los conductores alrededor?


Porque es importante aceptar las emociones.

Aprender a aceptar las emociones significa no vivas anclado a la cultura de la inmediatez. La tecnología, por supuesto, estimula esta dinámica, como ya hemos visto con la fotografía o las redes sociales.

Hoy lo queremos todo ya y creemos que no aguantamos nada más. Pero es sólo una creencia. El ser humano es capaz de ser muy flexible y tolerante si así lo decide, porque ya lo fue en el pasado.

Recuerda a aquellas mujeres que no tenían lavadora y tenían que lavar la ropa a mano. En lugar de quejarse, disfrutaban el momento: se reunían con amigos y vecinos, lavaban la ropa juntos, conversaban y aprovechaban un espacio común para divertirse.

Podemos citar muchos ejemplos similares a este. La cultura del presente, en muchos casos, solo entrena nuestra intolerancia. Sería útil preguntarse sobre el deseo real de ser parte de él y cómo remediarlo.

En este artículo hemos proporcionado algunos ejemplos, pero hay muchas otras oportunidades diarias para aprender a aceptar las emociones. Encuentra las que mejor te funcionen y tómatelo como un reto para empezar a ser más flexible.

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