Los animales sufren como nosotros.

Los animales sufren como nosotros.

La neurociencia tiene pruebas más que sólidas de que todos los mamíferos, aves y otras especies son conscientes de su sufrimiento.

Los animales sufren como nosotros.

Última actualización: 18 de febrero de 2022

¿Los animales son conscientes del dolor que sienten? Cualquiera que viva en estrecho contacto con un animal puede responder perfectamente a esta pregunta. Pero, ¿qué nos dice la neurociencia al respecto? ¿Podemos decir con confianza que la ciencia apoya la tesis de que los animales sufren como nosotros? ¿Perciben su propio dolor y el de los demás?



Bueno, como era de esperar, la respuesta es sí. La neurociencia tiene pruebas más que sólidas de que todos los mamíferos, aves y otras especies son conscientes de su sufrimiento. pero esto no es nuevo. En 2013, la Declaración de Cambridge ya había abordado el tema aportando pruebas irrefutables. La investigación continúa y todos conducen al mismo resultado.

Ha sido posible identificar redes neuronales similares en animales y humanos cuya actividad coincide con la experiencia consciente. aparentemente hayy las redes neuronales que se activan cuando un animal siente una emoción, son las mismas que se activan en los humanos. Neurólogos de renombre de todo el mundo avalan esta tesis y coinciden en que los animales sufren como los humanos.

La Declaración de Cambridge sobre la Conciencia: ¡Los animales sufren!

Hace casi siete años, el 7 de julio de 2012, un grupo de reconocidos científicos firmaron la Declaración de Cambridge sobre la Conciencia. Este documento establece que no sólo los humanos, sino también un número importante de especies animales, incluidos vertebrados e invertebrados, son seres conscientes.  Esto quiere decir que son seres sensibles, criaturas que son conscientes de lo que les sucede y que pueden experimentar estados mentales positivos o negativos.



Existe consenso científico para respaldar la evidencia que muestra que lay las especies no humanas poseen los sustratos neuroanatómicos, neuroquímicos y neurofisiológicos característicos del estado consciente, además de la capacidad de actuar intencionalmente. Es decir, los humanos no son los únicos que poseen los sustratos neurológicos responsables de la conciencia.

Durante la redacción de la Declaración de Cambridge, Philip Low, fundador y director ejecutivo de la compañía de neurodiagnóstico de California NeuroVigil, Cristoph Koch del Instituto Allen para la Ciencia del Cerebro en Seattle, David Edelmann del Instituto de Neurociencias en La Jolla, California, y otros neurocientíficos han se habla de prestigio.

Es un mensaje fuerte y claro que confirma que lo que hace sufrir a un ser vivo es su capacidad de discernir entre experiencias positivas y negativas. Esta es una evidencia considerable que debe tenerse en cuenta para evitar discriminar a ciertas especies.

Estudios recientes

Desde 2012, se han llevado a cabo muchos otros estudios que no pudieron evitar respaldar la tesis ya existente. En 2016, Jarrod Bailey y Shiranee Pereira presentaron un estudio sobre las redes cerebrales relacionadas con las emociones y la empatía en perros. Este estudio amplía y al mismo tiempo confirma las conclusiones de la Declaración de Cambridge.

INRA, en colaboración con la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA), realizó una nueva evaluación científica actualizada de la literatura existente sobre conciencia animal. Los resultados de este análisis se presentaron en 2107 en Parma. Esta investigación apoya la hipótesis de que los animales poseen un sistema nervioso capaz de soportar procesos conscientes de información compleja, incluidas las emociones negativas provocadas por estímulos nociceptivos.


El estudio considera varias especies, incluidos primates, córvidos, roedores y rumiantes. Gracias a este estudio se pudo concluir que los animales con memoria autobiográfica, como yo primates, córvidos y roedores, son capaces de concebir deseos y objetivos también en relación con el pasado y el futuro; de ello se deduce que pueden verse afectados negativamente por la experiencia adversa.



Ya no hay excusas: los animales sufren

Siete años después de la presentación de las más que sólidas evidencias de que los animales sufren y de los numerosos estudios que confirman esta hipótesis, ya no hay excusas para defender el maltrato animal afirmando que tales criaturas no sienten dolor.

Todos aquellos que estén a favor y defiendan su derecho a divertirse causando daño a otros seres vivos, al menos deberían presentar nuevos argumentos; los utilizados hasta ahora han sido ampliamente refutados por la ciencia. Asimismo, la regulación de la derecho a la protección y bienestar de estos seres vivos está teniendo un gran eco dentro del mundo jurídico, donde la evidencia presentada por la ciencia se está convirtiendo en leyes que afectarán a muchas otras áreas.


Parece que a partir de ahora los estudios sobre la conciencia humana irán de la mano con los de la conciencia de nuestros compañeros animales. Y esto, aunque hay algunas voces disonantes, sin duda es una buena noticia.

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