Proteina C

generalidad

La proteína C coagulante es un factor que participa en la formación de coágulos, limitando su extensión. Esta enzima está normalmente presente en la sangre, pero su actividad o cantidad puede ser deficiente por diversas razones. Una deficiencia de proteína C puede resultar, por ejemplo, de factores congénitos, consumo excesivo, deficiencia de vitamina K, ingesta de estrógeno-progestágeno o niveles altos de estradiol para la inducción de la ovulación.
Proteina CUna alteración o disfunción cuantitativa de esta proteína anticoagulante representa un factor de riesgo para i fenómenos tromboembólicos.



Qué es esto

La proteína C participa en la proceso de coagulación junto con otros factores; junto con la proteína S y la antitrombina III, tiene la función de contrarrestar la función excesiva de la actividad de la coagulación, manteniendo la sangre fluida.
La proteína C es sintetizada por el hígado y transformada en una enzima activa bajo la acción de la trombina en presencia de calcio y fosfolípidos.
En condiciones normales, después de dañar los tejidos o las paredes de los vasos sanguíneos, la pérdida de sangre se bloquea gracias a lahemostasia. Durante este proceso, las plaquetas se adhieren al sitio lesionado, por lo que se desencadena la reacción que conduce a la activación de los factores de coagulación (cascada de coagulación). Esto conduce a la formación de un coágulo que permanece hasta que el daño se repara por completo. Cuando ya no se necesita, este tipo de "corcho" se elimina.
La proteína C coopera con la proteína S para formar coágulos de sangre. En particular, estos dos elementos controlan la extensión del coágulo, inactivando factores de coagulación específicos (factor V y VIII); en otras palabras, la función de la proteína C es prevenir la coagulación excesiva.
Si no hay una cantidad suficiente de proteínas C y S, o si no funcionan adecuadamente, se pueden formar coágulos de manera incontrolable. Estas situaciones pueden ser de leves a muy graves.



Papel biológico y coagulación sanguínea.

La proteína C, que no debe confundirse con la proteína C reactiva, es el anticoagulante sanguíneo más importante; por tanto, comparte el mismo papel biológico de la antitrombina III, aunque los mecanismos de acción de estas proteínas, ambas de origen hepático, sean diferentes. El primero es, de hecho, independiente de la vitamina K, mientras que la proteína C, que circula en el plasma en forma inactiva, requiere cantidades adecuadas de este micronutriente para sintetizarse.

Los principales sustratos sobre los que actúa la proteína C son el factor Va y el factor de coagulación VIIIa. En presencia de trombina, generada por coagulación, y trombomodulina, presente en la superficie endotelial, la proteína C se convierte en la forma activa, denominada precisamente proteína C activa (APC, que nuevamente no tiene nada que ver con la proteína C reactiva). Gracias a esta modificación estructural, la proteína C activa también adquiere una actividad profibrinolítica (favorece la disolución del coágulo), que lleva a cabo mediante la inhibición del PAI-1 (inhibidor del activador del plasminógeno).

Las actividades antiinflamatorias y citoprotectoras también se atribuyen a la proteína C.
Otra proteína, llamada proteína S (APS), es un cofactor natural de APC, que también depende de la vitamina K.
Finalmente, recuerde que la trombina (factor IIa) convierte el fibrinógeno en un polímero de fibrina insoluble, que participa en la formación del coágulo. Esta acción procoagulante contrasta con su capacidad para activar la proteína C, que por tanto representa un control endógeno frente a la actividad excesiva del sistema de coagulación.


Porque se mide

La prueba de proteína C de coagulación se realiza para:

  • Establecer las causas de la formación inadecuada de trombos (evento trombótico o tromboembolismo venoso);
  • Diagnosticar trastornos que provocan una coagulación excesiva;
  • Detectar deficiencias hereditarias o adquiridas de la misma proteína C o proteína S, con la que coopera en el proceso de coagulación.

Para evaluar la proteína C, hay dos tipos de pruebas disponibles:


  • Examen funcional: mide la actividad de la proteína C, centrándose en la capacidad de regular y disminuir la formación de coágulos. La disminución de la actividad puede deberse a una cantidad reducida del parámetro o, más raramente, a la presencia de formas no funcionales.
  • Análisis inmunológico: establece la cantidad de proteína C presente en la muestra de sangre extraída del paciente.

Esta información puede ser útil para determinar el tipo de deficiencia, su gravedad y si se debe a un defecto adquirido o hereditario.

¿Cuándo se prescribe el examen?

El examen de la proteína C de la coagulación permite medir su cantidad y evaluar su funcionalidad.
Este análisis está generalmente indicado después de un evento trombótico inexplicado, como soporte para el diagnóstico de trastornos de hipercoagulación, especialmente en sujetos jóvenes (menores de 50 años) y / o que no tienen otras razones obvias para este fenómeno.
La prueba de proteína C también puede ser necesaria para múltiples abortos espontáneos. Es más, Es muy importante comprobar los valores de esta proteína antes de tomar anticonceptivos orales.; en mujeres de riesgo, los fármacos de estrógeno y progestágeno pueden provocar trombosis venosa u otros trastornos cardiovasculares.
También se puede recomendar la evaluación cuando un paciente tiene un familiar cercano que tiene una deficiencia hereditaria de proteína C.


Valores normales

En cuanto al inmunoensayo, los valores normales de proteína C en sangre están en el rango de 48 a 80 nmol / L (3-5 mg / L).
La prueba funcional (actividad de la proteína C con respecto a un rango de referencia) es igual al 70-130% (en unidades funcionales: 0,7 - 1,3 U / ml).


Nota: el rango de referencia del examen puede cambiar según la edad, el sexo y la instrumentación utilizada en el laboratorio de análisis. Por este motivo, es preferible consultar los rangos informados directamente en el informe. También debe recordarse que los resultados de los análisis deben ser evaluados en su conjunto por el médico de cabecera que conozca la historia clínica del paciente.


Alto contenido de proteína C - Causas

Se puede observar un aumento de la proteína C en caso de:

  • Tomando drogas androgénicas;
  • Diabetes;
  • Sindrome nefritica.

Los valores altos de proteína C no suelen estar asociados con problemas médicos y / o consecuencias patológicas, por lo que no se consideran clínicamente relevantes.

Baja proteína C - Causas

La deficiencia de proteína C o la falta de actividad pueden deberse a:

  • Condiciones adquiridas, como enfermedad hepática o renal, infecciones graves, cáncer;
  • Alteraciones hereditarias (transmitidas de padres a hijos).

Las deficiencias congénitas de proteína C pueden ser causadas por:

  • Déficit de síntesis;
  • Síntesis de proteínas con actividad biológica reducida para:
    • Capacidad reducida para unirse a la proteína S;
    • Capacidad de degradación reducida de los factores V y VIII.

Las deficiencias de proteína C, congénitas o adquiridas, dan como resultado hipercoagulabilidad (o un estado protrombótico).

Proteína C baja: mayor riesgo de trombosis venosa

La deficiencia de proteína C puede tener un origen congénito (hereditario) o adquirido.
En el último caso, normalmente se asocian con:

  • Enfermedades hepáticas (cirrosis, insuficiencia hepática, hepatitis crónica) y enfermedades renales;
  • Consumo excesivo (como en la coagulación intravascular diseminada);
  • Deficiencia de vitamina k;
  • Estados postoperatorios;
  • Terapia con anticoagulantes cumarínicos (como coumadin®);
  • Infecciones graves.

A menudo, en estas formas adquiridas, los otros anticoagulantes, como la antitrombina III, también disminuyen.
Una deficiencia de proteína C resulta en una reducción de la actividad anticoagulante de la sangre o, si lo prefiere, en un estado de trombofilia; como resultado, aumenta el riesgo de formación de coágulos anormales (llamados trombos) en los vasos sanguíneos. Estos "bultos" pueden ir en contra de la disolución espontánea, crecer hasta el punto de obstruir el vaso en el que se originan o romperse, migrar a una circulación y en ocasiones acabar ocluyendo un vaso más pequeño. Las consecuencias más espantosas de esta afección, llamada trombosis, son un ataque cardíaco, un derrame cerebral y una embolia pulmonar; Cabe decir, sin embargo, que la trombosis arterial es bastante rara en presencia de deficiencia de proteína C, lo que expone sobre todo a un mayor riesgo de trombosis venosa y consecuencias relacionadas.
I deficiencias hereditarias de proteína C se clasifican en:

  • Deficiencia de tipo I (en la que se registran niveles bajos de la proteína - defecto cuantitativo);
  • Deficiencia de tipo II (menos común, en la que disminuye la actividad funcional de la proteína - defecto cualitativo).

De manera completamente excepcional, las dos condiciones pueden coexistir (evento particularmente raro en la población), provocando fenómenos trombóticos graves, en ocasiones con un curso fatal, ya a una edad temprana, como púrpura fulminante en el recién nacido, trombosis venosa profunda del extremidades inferiores y necrosis en asociación con el uso oral de anticoagulantes cumarínicos. Este último fenómeno puede aparecer, de forma absurda, ya que al inicio de la terapia la inactivación farmacológica de la proteína C puede ser superior a la de los factores de coagulación dependientes de la vitamina K (II, VII, IX y X), con el consiguiente aumento de los mecanismos de coagulación y necrosis de áreas de la piel. En heterocigotos, las consecuencias de la deficiencia son menos graves y varían en intensidad debido a la posible presencia de otros factores predisponentes, que pueden ser endógenos (por ejemplo, deficiencia de otros factores anticoagulantes, como antritrombina III, proteína S, etc.) o externos (cirugía, uso de anticonceptivos orales, embarazo).
Existe otra enfermedad hereditaria, mucho más común que las anteriores (incidencia 3-7% en la población sana), caracterizada por resistencia a la proteína C activada. En la práctica, la proteína C se activa normalmente pero no inhibe adecuadamente los factores de coagulación Va y VIIIa. Por lo tanto, si se añaden concentraciones crecientes de proteína C activada a una muestra de sangre tomada de un sujeto resistente, no hay una prolongación adecuada del tiempo de coagulación (como es lógico esperar). El responsable de esta anomalía es en la gran mayoría de los casos (más del 90%) una mutación en el Factor V (Factor V Leiden), que implica una sustitución de aminoácidos en la proteína madura. Las repercusiones de la resistencia a la proteína C activada también dependen de la superposición o no de otros factores, como los responsables de las deficiencias adquiridas (embarazo, traumatismo, cirugía o uso de anticonceptivos orales). El factor V Leiden es la causa más común de trombofilia genética y existen pruebas específicas en los laboratorios de análisis para diagnosticar esta condición de resistencia a la acción de la proteína C activa; si es necesario, la terapia usa medicamentos anticoagulantes.

Como se mide

La prueba de proteína C se realiza en una muestra de sangre venosa tomada del brazo.

preparación

  • Antes del muestreo, es necesario observar un ayuno de al menos 8 horas, durante las cuales se permite la ingesta de una modesta cantidad de agua.
  • En las dos semanas anteriores al análisis, se debe suspender la terapia con warfarina oral (Cumadin®).
  • Antes de someterse al examen, el paciente debe esperar 10 días después del evento trombótico.

Interpretación de resultados

  • La actividad y las cantidades normales de proteína C indican una buena regulación de la coagulación.
  • Los valores altos de proteína C no suelen estar asociados con problemas médicos y, por lo tanto, no se consideran clínicamente relevantes.
  • Un valor bajo de proteína C se asocia con una tendencia a la formación excesiva e inapropiada de coágulos. Si la proteína no es funcional, el proceso de coagulación no funciona lo suficiente; esto puede conducir a una mayor probabilidad de desarrollar un coágulo que obstruya el flujo sanguíneo en las venas (tromboembolismo venoso, TEV), pero la extensión del riesgo depende de cuán mala o deficiente sea la proteína.
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