Aceptar los propios defectos, ¿cómo hacerlo?

Aceptar los propios defectos, ¿cómo hacerlo?

Lo que ha etiquetado como un defecto probablemente no lo sea. Rechazar un aspecto nuestro muchas veces esconde un problema de inseguridad o falta de autoaceptación. 

Aceptar los propios defectos, ¿cómo hacerlo?

Escrito y verificado por el psicólogo. ObtenerCrecimientoPersonal.

Última actualización: 15 2021 noviembre

¿Es posible aceptar las propias faltas? Si alguien nos preguntara qué es lo que no nos gusta de nosotros, muchos no sabrían dar una respuesta precisa. “¡Tantas cosas!”, respondían. Otros, con cierto orgullo, dirían que los aceptan y los quieren tal como son.



Pero entre estos últimos, muchos mentirían porque es normal ver “algo” mal en nosotros, que nos gustaría ocultar; a veces nos cubrimos con ropa, otras veces tratamos de disimular la timidez, la inseguridad, el miedo al disgusto u otros aspectos del carácter que no hemos podido fortalecer.

Es curioso ver como estas realidades que muchas veces etiquetamos como defectos son características personales. No deben considerarse erróneos, anómalos o dignos de rechazo. En resumen, la nariz grande no es un defecto, es un rasgo facial. Unos kilos de más, las pecas, la baja estatura, la calvicie no deben considerarse defectos. Detrás de una autoevaluación negativa hay un problema de inseguridad y baja autoaceptación.

Al contrario, rara vez nos damos cuenta de nuestras verdaderas faltas. Para cambiar aspectos como la irresponsabilidad, la pereza, el egoísmo, el orgullo, por ejemplo, necesitamos entrenar nuestra sensibilidad.

Estrategias útiles para aceptar los propios defectos

Todos tenemos diferentes defectos y, al mismo tiempo, varios talentos. La grandeza del ser humano consiste muchas veces en combinar estos aspectos contrastantes, aspectos que nos hacen imperfectos, pero únicos. Nuestra culpa podría ser la tendencia a estar de mal humor; con el tiempo es posible manejarlo si tomamos conciencia de tener un carácter fuerte o poco paciente.



O un defecto podría ser hablar demasiado. ¿Apenas dejas espacio a tus interlocutores en una conversación? De nuevo, el simple hecho de reconocerlo y aceptarlo te permite gestionarlo.

Para aceptar los propios defectos, antes que nada necesitamos entender si lo que no nos gusta de nosotros es o no realmente un defecto. Veamos cómo.

El hábito de hacer aspectos patológicos que son normales.

Es un hábito generalizado considerar aspectos patológicos que, en realidad, forman parte de nuestra personalidad o de nuestro cuerpo. Aspectos muy comunes como ser un poco más tímido que otros o más inseguro, temeroso, maníaco o impaciente no son un defecto como tal. Son simplemente rasgos de carácter.

Lo mismo puede decirse de las características que nos definen desde un punto de vista estético. El peso, la altura, las alteraciones de la piel, sin mencionar las minusvalías, no son un defecto. Una vez aclarado este detalle, la siguiente pregunta debería ser: ¿qué debemos considerar entonces como un defecto?

Esta categoría incluye actitudes negativas que pueden ser perjudiciales para nosotros y para los demás. Por ejemplo, envidia, celos, orgullo, pesimismo, intolerancia, narcisismo. Rara vez se logra un equilibrio, los defectos siempre tienden a desestabilizar cualquier situación, conversación o relación.

Aceptarte a ti mismo es la clave para fortalecer tus inseguridades

Para aceptar aquellos rasgos que representan el claro resultado de nuestras inseguridades, necesitas trabajar en la autoaceptación. Si consideramos que el sobrepeso (o la timidez, la tartamudez, las orejas pegadas, etc.) es un defecto, la primera tarea es reforzar la autoaceptación.


Aceptarte a ti mismo es un arma más poderosa que la autoestima. ¿Sabes por qué? La autoestima no depende únicamente de la visión positiva que tenemos de nosotros mismos. Se alimenta de lo que otros dicen o piensan de nosotros. La aceptación, por otro lado, no requiere refuerzos externos.



Albert Ellis, padre de la terapia cognitiva conductual, vio en esta última la piedra angular. Lo definió así: aceptarnos significa aprender a amarnos plena e incondicionalmente, aceptando todo lo que somos. Significa validar cada aspecto de nuestro ser y también de nuestro comportamiento. Significa darnos consideración, respeto y amor propio”.

Cuando aprendemos a fortalecer esta zona de nuestro ego, todos los aspectos que consideramos defectos se disuelven.

¿Cómo aceptar esos defectos que hacen daño a uno mismo ya los demás?

Comunicación agresiva, impaciencia, celos, incapacidad para comprender el punto de vista de los demás… Para aceptar los peores defectos, esos que construyen muros en las relaciones y dificultan la convivencia con los demás, es importante tomar conciencia de ellos.

Generalmente es difícil reunir la humildad necesaria para ver y aceptar aquellas cualidades que son claramente negativas, los verdaderos defectos. Sin embargo, una vez identificados, no basta con aceptarlos. El secreto es transformarlos.


Este ejercicio de cambio requiere descubrir qué hay detrás de cada uno de ellos. Detrás de la envidia o los celos suele haber una baja autoestima. Detrás de la comunicación agresiva, el mal manejo emocional y la falta de habilidades sociales.

A menudo, el mejor remedio para transformar un defecto en un valor es la psicoterapia. Un camino terapéutico podría cambiar nuestra vida. Vamos a pensarlo.

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