Querida yo, lo siento si te hice sufrir

Querida yo, lo siento si te hice sufrir

A veces nos traicionamos por alguna aprobación de los demás. Dejamos de escucharnos y usamos mil máscaras para ocultar nuestra verdadera identidad. El precio a pagar es alto: sufrimiento y soledad.

Querida yo, lo siento si te hice sufrir

Última actualización: 07 de junio de 2020

Querida yo, lo siento si te hice sufrir tanto. Ahora que estoy frente al espejo y he encontrado el coraje de mirarte a los ojos, me gustaría que me escucharas. Tengo tantas cosas que contarte y tantos remordimientos que no puedo seguir viviendo fingiendo que no ha pasado nada. No sería justo.



Más de una vez he buscado esta conversación contigo, pero no estaba lista. El dolor, la desilusión y el miedo de enfrentar todo lo que les he traído en estos años me apretaron la garganta y bloquearon mis palabras… Preferí fingir que no era nada, llegué a creerlo de verdad.

Ya sabes, creemos que estamos preparados, fuertes, que podemos enfrentar todo, pero qué engañados somos a veces.… Me pasó: caminaba con una venda en los ojos.

Ahora mismo puedo mirarte a la cara y reconocerte en el espejo. Ya no huyo de ti ni de mis complejos. Ya no eres invisible a mis ojos. Te veo, te veo. nos acepto

Reencontrarme contigo, redescubrirte, me hace sentir feliz, pero aún siento un escozor que no me deja disfrutarte plenamente. De hecho, ¿qué es una reconciliación sin decir “lo siento”? Toma, es para soldar nuestro vínculo que te escribo esta carta.

"La peor soledad es no estar a gusto contigo mismo".

-Mark Twain-

Perdóname por tanto malentendido

Mi querido yo, lo siento por hacerte sufrir tanto. Por haberte olvidado, ensombrecido y hasta por haberte negado o disfrazado de alguien que no eres. Para todos mis disfraces y máscaras...



Lo sé, cada vez que me he avergonzado de ti, te he lastimado. El rechazo es una de las heridas más profundas. Te repudié y por eso me repudié a mí mismo. Ocultar lo que somos es una traición, lo peor. Se está volviendo invisible a nuestros ojos. ¡Cómo duele!

Sigo recordando lo mal que pensaba de ti, de mí, de nosotros. El desprecio que sentí. No hubo nada que hayas hecho bien. Recuerdo que te acosaba con preguntas para culparte, sin darte nunca la oportunidad de defenderte. Si no fuera tu cuerpo, fuera tu carácter o tu comportamiento, difícilmente podría soportarte. En esos momentos pensé que no tenías nada que ofrecerme ni nada digno de valor.

Mi querido yo, lo siento por exigir, por azotarte con mis palabras destructivas, por criticar todo lo que no correspondía a mis expectativas. Ahora sé que cuando hablé contigo no tuve mucha consideración y que si esperabas un gesto cariñoso de mi parte, respondí con frialdad. Perdóneme. En lugar de abrazarte, me alejé generando una espiral cada vez más profunda de malestar.

Hay muchas veces que te he olvidado; tantas veces cuando te callé mientras me pedías ayuda desde adentro. Lo siento. Te di la espalda a ti, a mí, a los dos hasta que no pude soportarlo más; hasta que sentí mi pecho estallar por la presión que me aplastaba y mi alma ya no recordaba la última vez que se sintió bien, tranquila y feliz. Y luego el colapso.

Y, por mucho que no desee que nadie se sienta así, gracias a mi naufragio descubrí que aún existías, que estabas ahí esperando que, tarde o temprano, te devolvería la mirada. Una vez más, permíteme disculparme por el daño que te he hecho.



Querida yo, te propongo un trato

A partir de ahora, quiero que nuestro vínculo cambie. Quiero protegerte. Para ello propongo un pacto: apostamos por nosotros. Yo sobre ti, tú sobre mí. Nos convertimos en uno, en lugar de un falso héroe y verdugo. Nos convertimos en cómplices.

Prometo escucharte, aunque a veces sea difícil. Sé que tienes cosas importantes que decirme. A partir de hoy no te quitaré tu palabra, sino todo lo contrario. En la medida en que me lo permitan, me aseguraré de que puedas expresarte con más fuerza. quiero conocerte, redescubrirte, saber todo de ti; lo que te gusta y lo que no, lo que se te da bien y lo que has dejado sin terminar… Todo.

No puedo asegurarte que nunca te volveré a lastimar, no puedo prometerlo. Todos cometemos errores, pero te aseguro que nunca lo haré con malas intenciones y que me cuidaré. A nuestra felicidad, a lo que somos. Porque después de ponerme tantos disfraces, me di cuenta que si no está contigo, no está con nadie. Pagué el precio de la traición y puedo decirles que esta es una de las peores experiencias de mi vida.


Te respetaré y cuando te sientas mal, empatizaré contigo.. Me pondré en tu lugar, en todo lo que has vivido y trataré de comprenderte. He dejado de culparte, y no me detendré en por qué sino para qué. Sólo así podré comprender lo que te sucede, lo que te estremece o te preocupa.

Abrazaré tus miedos y tus heridas. Mi experiencia me ha enseñado que no puedes mejorar si no hablas, escuchas, entiendes. Luchar con la ira y el odio me aleja de ti y me sumerge en la ansiedad, la tristeza y el dolor. Y no quiero esto para ti o para mí.


Sé que la vida es dura y que también vendrán los días de tensión y fracaso; Son esos momentos en los que te gustaría dejarlo todo o cambiar de rumbo, pero déjame decidir junto a ti. te lastimé, te decepcioné; sin embargo, mi querido yo, te pido que lo intentes.

Contigo quiero construir puentes hacia el bienestar y la aceptación. Deseo ser uno contigo, no estar más separado. Quiero que este vínculo crezca y nos llene de paz y amor. Quiero volver a tomarte de la mano y, esta vez, no soltarte más.

¿Qué respondes, aceptas el trato?

"La relación más importante en tu vida es la que tienes contigo mismo".

-Steve Maraboli-

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