Perdonarte a ti mismo: 3 pasos

Perdonarte a ti mismo: 3 pasos

Cuando nos negamos a perdonarnos a nosotros mismos no cambiamos el pasado (no es posible), pero paralizamos el presente y limitamos el futuro.

Perdonarte a ti mismo: 3 pasos

Última actualización: 09 de enero de 2022

A lo largo de nuestra vida, tomamos decisiones, algunas más acertadas que otras. En el camino podemos cometer errores, fallar, lastimarnos a nosotros mismos y a los demás. Sin embargo, todas las experiencias son bienvenidas y los errores son inevitables. Tanto el éxito como el fracaso nos ayudan a crecer y moldear nuestra persona. Por lo tanto, para avanzar es necesario perdonarse a uno mismo..



Cuando sobreestimamos nuestros fracasos, cuando no logramos integrarlos como parte de nuestra historia, la culpa puede paralizarnos.

Vivir pensando que todo podría ser diferente, lamentando una acción que ya no se puede cambiar, solo causa dolor y amargura. comienzo perdonar al yo pasado es la mejor solución.

Perdónate, ¿por qué es difícil?

Conocer las causas de nuestra incapacidad para perdonarnos a nosotros mismos puede ayudarnos a superar el problema. Entre las razones más comunes están:

  • La gravedad percibida del error. Y hacemos hincapié en "percibidos" porque muchas veces magnificamos nuestros errores hasta el punto de considerarlos imperdonables. Nada más malo.
  • Ego herido. Perdonarse a uno mismo es imposible para las personas que son muy duras consigo mismas. Se castigan a sí mismos a pesar de haber cometido el más mínimo error.
  • Agentes externos. La incapacidad de perdonarse a uno mismo puede depender del recordatorio constante enviado por el entorno circundante. Por ejemplo, cuando un ser querido continúa culpándonos por un error cometido.

Estas causas pueden ocurrir simultáneamente en un individuo y dañar severamente su autoestima. Por eso tenemos que estar atentos y ser más compasivos con nosotros mismos. Recuerda que todos cometemos errores y eso está bien.



¿Cómo perdonarte a ti mismo?

1. Hice lo mejor que pude

Muchas veces analizamos nuestras decisiones pasadas desde el prisma de la persona que somos hoy. Con lo que sabemos hoy, nuestras acciones pasadas pueden parecer locas e incorrectas. Así es como nos flagelamos por no elegir mejor nuestras palabras y comportamientos, y nos culpamos incesantemente.

Sin embargo, olvidamos que en ese momento no teníamos los mismos conocimientos que hoy. Ciertamente nos faltó madurez y experiencia y actuamos lo mejor que pudimos bajo esas circunstancias.

Hicimos nuestro mejor esfuerzo basándonos en el nivel de conciencia que poseíamos en ese momento.. Lo que pasó, tenía que pasar. No podíamos hacerlo de otra manera porque no sabíamos.

No es lógico castigarse sin tener en cuenta el contexto. Si hoy pensamos diferente, estamos agradecidos de haber aprendido y somos compasivos con el yo pasado. No sabía.

Quizás sus prioridades eran diferentes en ese momento, sus miedos más apremiantes y sus recursos más limitados. Hizo lo mejor que pudo y lo único que podía hacer.

2. El perdón es liberador

A veces es difícil perdonar porque sentimos que hacerlo implica justificar un mal comportamiento. Nos aferramos al resentimiento, pensando que constituye una especie de penitencia hacia el malhechor.

Sin embargo, la única persona que sale lastimada es la que se niega a perdonar. Guardar rencor es como tomar veneno y esperar a que el otro muera.

Lo mismo ocurre cuando no nos perdonamos a nosotros mismos. No podemos hacerlo porque, quizás, las consecuencias que hemos generado han sido dolorosas y desagradables. Sin embargo, no podemos retroceder en el tiempo y cambiar lo que sucedió.



Seguir regañandonos nos llena el alma de amargura y nos impide continuar por nuestro camino.


La culpa sin acción es el sentimiento más inútil que existe, no alivia al culpable ni al ofendido. En cambio, es preferible tomar medidas y reparar el daño causado. Pide perdón y haz lo que esté en tu mano para indemnizar a la víctima.

Cuando se trata de nosotros mismos, lo mismo es cierto. Pide disculpas por todas las malas experiencias causadas por malas decisiones.

Por ejemplo, si todavía nos culpamos a nosotros mismos por permitir que alguien nos falte el respeto, disculpemos por no defendernos adecuadamente. Entonces brindémonos todo el amor propio que no pudimos darnos entonces. Liberémonos y sigamos adelante.

3. Mientras aprendes, no te equivocas

Prueba a cambiar la imagen que tienes del error. No es el enemigo, no es un elemento negativo que deba ser eliminado de la propia vida. Cometer errores no hace malas a las personas, no merecemos ser castigados de por vida.

El fracaso es parte del crecimiento, nos enseña a conocernos y superarnos. Seguramente, incluso el peor error de tu vida te ha traído una valiosa lección que no habrías tenido si no lo hubieras hecho. aseguramos siempre aprendiendo de los errores. Mientras aprendes, no te equivocas.


Perdonar es permitirse avanzar

Deberíamos dejar de culparnos por el pasado y darnos una nueva oportunidad. Merecemos una vida plena y libre, tenemos derecho a caernos y levantarnos, a tomar malas decisiones y aprender de ellas.

Los errores no nos definen, la actitud que adoptamos frente a ellos sí. Por lo tanto nos entendemos, nos perdonamos, aprendemos y seguimos adelante sin esa pesada carga.

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