Humildad intelectual: acoger las ideas de los demás

Humildad intelectual: acoger las ideas de los demás

Reconocer que no lo sabemos todo y que no somos los custodios de la verdad absoluta significa poner en acción la humildad intelectual. Esta habilidad es crucial para el crecimiento personal y social.

Humildad intelectual: acoger las ideas de los demás

Última actualización: 08 de mayo de 2021

Muchas veces cometemos el error de pensar que nuestro punto de vista es el más correcto y que somos los depositarios de la verdad absoluta. En determinadas ocasiones podemos incluso llegar a afirmar que somos expertos en una materia y que nadie sabe más que nosotros. En estos casos, ¿Qué pasa con la humildad intelectual?



Puede ocurrir porque tenemos años de experiencia, porque nos hemos dedicado al estudio de un tema en concreto o simplemente “porque es así”, como muchos dicen, y no dejamos lugar a ninguna duda.

Nos encerramos en nuestras creencias y es imposible moverse. È como si nos concedieran el premio universal de experto y etiquetamos cualquier objeción como una tontería.

Hay quienes se aferran a la creencia de que saben todo sobre un tema y quienes, en cambio, prefieren navegar en el océano de la indecisión o al menos estar abiertos a lo que otros tienen que decir. La verdad, sin embargo, es que las personas a menudo no tienen suficiente humildad intelectual.

“La humildad no es pensar menos en ti mismo, sino pensar menos en ti mismo”.

-C. S. Lewis-

¿Qué es la humildad intelectual?

Tenemos la mala costumbre de sobrestimar lo que sabemos. Tomamos nuestras creencias como verdaderas y despreciamos lo que otros nos ofrecen. En lugar de ver una oportunidad de enriquecimiento, vemos un ataque.


Generalmente, creemos que somos mejores o más precisos que los demás, y esto se puede ver más claramente en contextos políticos, religiosos o cuando se trata de estilos de vida.


en relacion a esto capacidad de ponerse una venda en los ojos para ser intelectualmente ciego, el periodista y escritor Nicola Cusano dijo: "Si eliges una de las muchas verdades y la persigues ciegamente, se convertirá en una falsedad y tú en un fanático".

Y no se equivocó. Hacernos esclavos de una creencia y darle el poder de la verdad absoluta nos impide crecer personal y socialmente. En última instancia, nos limita.

Ante este panorama, parece que los científicos han descubierto -o incluso desenterrado- un concepto, o antídoto, conocido como humildad intelectual. Se trata de la capacidad de ser flexible en el campo del conocimiento, o estar abierto a nuevas ideas.

La humildad intelectual es la tendencia a ser receptivo a otros puntos de vista, a aceptar que podemos estar equivocados y a cultivar una mente abierta.

Orígenes del concepto de humildad intelectual

Este concepto, que a primera vista puede resultar novedoso, tiene sus raíces en Sócrates y más tarde en el filósofo y teólogo Nicola Cusano:

  • En los Diálogos de Platón leemos que Sócrates buscaba constantemente la verdad y reconocía su ignorancia como punto de partida para encontrar la mencionada verdad. Una de sus frases más famosas es “Sé que no sé”.
  • De Nicol Cusano podemos citar la obra La docta ignorancia. En él el filósofo nos dice que, debido a limitaciones humanas o cognitivas, no es posible obtener un conocimiento absoluto incluso si quieres. El sabio, por tanto, es consciente de que ignora más de lo que sabe. Y siendo consciente de esto se aprende. De ahí la ignorancia docta.

humildad intelectual se configura como el punto intermedio entre creer que lo sabes todo y creer que no sabes nada; media entre la arrogancia intelectual, propia de las mentes rígidas, y la cobardía intelectual, fruto de una timidez extrema.



Mentes rígidas: la ilusión de saberlo todo

Ser humilde a nivel intelectual significa ser capaz de reconocer que no lo sabemos todo y que lo que creemos que sabemos puede estar equivocado. Entonces, ¿por qué estamos viendo tanto egoísmo intelectual hoy?

Aunque los rasgos personales pueden ser los mayores culpables, según la psicóloga Tania Lambrozo de la Universidad de California, la tecnología aumenta la ilusión del conocimiento.

El acceso a cualquier información con un simple clic crea la ilusión de tener un conocimiento infinito sobre cada área al alcance de la mano. Si a esto le sumamos la facilidad para recordar una imagen, una palabra o una información, la impresión de haber aprendido con éxito será mayor.

Por otro lado, la rigidez mental es uno de los rasgos de personalidad más relacionados con el egocentrismo intelectual. Es la tendencia a rechazar formulaciones o ideas ajenas a las propias, cerrándose tras las rejas de los propios esquemas mentales.

La persona de mente rígida trata de adaptar el mundo a su pensamiento, en lugar de hacer lo contrario. A menudo esto se debe a la necesidad de cierre cognitivo, o el deseo de eliminar cualquier apariencia de incertidumbre que proviene de un pensamiento o una situación.

Esto implicaría una falta de control sobre la situación. Y recordamos que la incertidumbre es uno de los mayores enemigos del ser humano.

"Las grandes mentes discuten ideas, las mentes mediocres discuten eventos y las mentes pequeñas discuten personas".

-Eleanor Roosevelt-


Cómo cultivar la humildad intelectual

Necesitamos estar dispuestos a aprender sobre otras perspectivas y otros temas, y ciertamente a aceptar los cambios. Porque le ideas que ayer considerábamos ciertas, hoy pueden estar equivocadas o superar, quién sabe. ¿Pero como hacerlo?

Si bien distintas estrategias nos permiten cultivar la humildad intelectual, es necesario ante todo silenciar el ego y tíralo del pedestal. Para ello, es necesario admitir que en ocasiones somos víctimas de distorsiones cognitivas y esclavos de nuestras creencias.


Las opiniones, las nuestras y las de los demás, varían según las circunstancias y nuestro crecimiento personal. Porque ¿Cuántas veces te has encontrado haciendo o diciendo cosas que antes no hacías o en las que no pensabas? 

Si deseamos plantar la semilla de la flexibilidad mental para cultivar el fruto de la humildad intelectual, podemos:

  • Aceptar que podemos estar equivocados, que nos podemos confundir.
  • Practica la escucha activa. Despeja nuestra mente de pensamientos cuando otros nos hablan y concéntrate en la conversación. Por tanto, tendremos que luchar contra la tendencia a pensar qué decir cuando el interlocutor ha dejado de hablar.
  • Respeta las opiniones de los demás. No siempre tenemos que estar de acuerdo con lo que nos dicen los demás, pero tenemos que respetar sus opiniones. A menudo, peleamos una guerra que rara vez tiene un ganador: una en la que tratamos de convencer al otro; normalmente sucede lo contrario. El otro se apega a sus ideas y nosotros a las nuestras. Así que es absolutamente necesario saber cuándo parar.
  • Estar dispuesto a aprender de los demás. Flexibilidad y curiosidad, los dos ingredientes fundamentales para aprender y luchar contra la rigidez. Porque si no aprendemos de los demás, ¿de quién aprenderemos?
  • Háganos preguntas de vez en cuando. Un ejercicio que desarrolla la humildad intelectual es hacernos preguntas sobre nuestras creencias y especialmente sobre nuestra necesidad de tener la razón. ¿Por qué siempre queremos tener la razón? La respuesta a esta pregunta puede darnos una pista.
  • Viajar o conocer otras culturas. Descubrir otros estilos de vida, otras ideas y hábitos, aunque nos sorprenda a primera vista, ayuda a ampliar nuestras perspectivas. Además, es una buena manera de entrenar nuestro cerebro para buscar alternativas.

Conclusiones

El científico más importante del siglo XX, Albert Einstein, cuyo coeficiente intelectual era de 160, también tenía en mente el concepto de humildad intelectual. Su declaración es prueba de ello. "Un verdadero genio admite que no sabe nada". 

Podemos decir lo mismo de Benjamin Franklin, quien solía iniciar una discusión diciendo las palabras: "Tal vez me equivoque, pero...".

La humildad intelectual es una aliado válido contra el apego a nuestras creencias y crecer a nivel personal y social. La llave que nos abre las puertas del aprendizaje, el antídoto contra el bullying.

Esta habilidad nos recuerda que las relaciones no se basan en la imposición o la exigencia, sino en la comprensión, la flexibilidad, el respeto y el enriquecimiento que se obtienen al conocer otros puntos de vista.

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