Le tiré el guante al miedo y ahora lo venceré

Le tiré el guante al miedo y ahora lo venceré

Le tiré el guante al miedo y ahora lo venceré

Última actualización: 18 de junio de 2016

Reconozco que tengo miedo. De hecho, siempre lo he tenido: no me considero una cobarde a la que le importa todo lo que le pueda pasar, sin embargo, hay cosas que sin razón me asustan y otras que he aprendido a temer. A pesar de ello, hoy quiero decir basta: le he tirado el guante al miedo y prometo vencerlo.



El miedo suele abrumarnos y encadenarnos. Cuando tengo miedo, tengo la sensación de que alguien me bloquea, hasta que pierdo el control de mí mismo.. Es como si estuviera enajenado ya veces ni me reconozco. Cuando tengo miedo, el mundo se detiene y el tiempo se hace eterno, pidiéndome que reaccione para seguir adelante.

El miedo es una respuesta natural.

Tener miedo es tan natural como inevitable y, por tanto, no puedo avergonzarme de ello: todo el mundo, tarde o temprano en la vida, siente miedo. Nadie puede decirme que nunca ha tenido miedo, porque sería mentira: tal vez nuestros miedos sean diferentes o tal vez no quieras verlos, pero son tan válidos como los míos e igual de reales.

“La emoción humana más antigua y poderosa es el miedo, y el miedo más antiguo y poderoso es el miedo a lo desconocido”

-HP Lovecraft-

Si lo pienso de la manera más objetiva posible, es normal que, en más de una ocasión, sintiera miedo de forma diferente: a veces temía algo que ya había pasado y que se había convertido en un trauma a superar; otras veces, sin embargo, tenía miedo de algo que estaba pasando; la mayor parte del tiempo, sin embargo, tengo miedo de lo que me pasará, de lo que aún no ha pasado y de lo que imagino en mi cabeza.



El miedo es así: es inoportuno y oportuno al mismo tiempo. Viene cuando menos lo quiero para aprovechar el momento y vencerme. El miedo viene y empeora cuando me siento más débil. Sin embargo, cuando la derroto y gano el juego, mi victoria y lo que me enseña no tiene precio.

El miedo puede ser natural y saludable

Aunque no me guste tener miedo y aunque tenga que aceptarlo como un fenómeno natural, el miedo también puede ser saludable. Sí, saludable, aunque no lo puedas creer.

El miedo puede ser un mecanismo de defensa ante un peligro inminente y cuando es necesario reaccionar rápido: nos permite sobrevivir, conocer nuestros límites y saber superarlos.

Al fin y al cabo, el miedo está por encima de todo análisis, nos lleva a observar las situaciones con más detenimiento, a avanzar con cautela y evitar cualquier daño.. El problema es que va acompañada de otras emociones que no son saludables porque nos hacen entrar en pánico y nos paralizan: es entonces cuando debemos tomar las riendas de nuestro ego, preguntarnos qué es lo peor que nos puede pasar y ser valiente.

“No debemos temer ni a la pobreza ni al exilio ni a la prisión ni a la muerte. Lo único que hay que temer es el miedo mismo”.

-Epitteto-

Para poder controlar a la pura y evitar que ella me controle a mí, necesito saber qué fue lo que me trajo aquí y por qué siento miedo.. Solo así podré vencerlo: reconocer el miedo, analizarlo a fondo y convencerme de que puedo.


Lanzaré un guante al miedo, lo miraré a los ojos y lo venceré.

Cuando tengo miedo de algo, no soy quien realmente soy y no me comporto como me gustaría. El miedo me impide dormir, me impide ser feliz. No importa cuánto lo intente, si no me deshago del miedo, nunca podré cambiar, nunca podré vivir realmente..



Si te reconoces en estas palabras, seguramente te habrás sentido así en situaciones en las que tus seres queridos dependían de ti: socialmente los demás pueden aprovechar ese miedo y manipularte, jugar con tus necesidades y tu vida.

Si es así, tú también debes mirar el miedo a los ojos y decirte que puedes vencerlo: puedes deshacerte de todo lo que te impide avanzar. Pueden quitarte todo, pueden dejarte sin nada, pero el miedo solo puede ser eliminado por ti, aceptando el hecho de que tu vida necesita la vida misma más que el miedo a vivirla.


“Emociones como el amor, la amistad, la bondad o la solidaridad no asustan, ya que son sinceras, intangibles y vienen del corazón. Son estos sentimientos los que pueden cambiar nuestro planeta, llenar nuestras almas y hacernos apreciar la belleza del mundo que nos rodea”

-Pedro González Núñez-

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