La escuela mata la creatividad

La escuela mata la creatividad

Así es, la escuela mata la creatividad. Vivimos en un mundo que representa lo mejor del ingenio humano. Todo lo que nos rodea, en un momento dado, fue pura fantasía, el sueño de alguien que nunca se rindió. Nuestra fuerza, como especie, radica precisamente en nuestra increíble diversidad, en nuestra variedad.

Y cuanto más incierto aparece en el horizonte el futuro, más debemos confiar en nuestra capacidad para adaptar nuestro conocimiento y crear. Por tanto, la educación es un pilar fundamental para prepararse para ese futuro.



Pero si ni siquiera sabemos cómo será el mundo en cinco años, ¿cómo podemos preparar a los niños de hoy para trabajar en 20 años? ¿Cómo la escuela de hoy educa a los niños para que sean capaces de afrontar un futuro que no conocemos?

La escuela moderna asegura que lo posible se vuelve imposible

Todos somos conscientes de la extraordinaria capacidad de innovación de los niños. Los niños tienen grandes talentos, pero los desperdiciamos sin piedad. Tienen ideas increíbles y viven en el mundo de lo posible, un universo donde todo puede convertirse en realidad y nada es realmente imposible.

No hay ideas que sean tan extrañas que no puedan realizarse. Los niños piensan que para hacer realidad estas ideas, solo tienen que esperar hasta que crezcan. Sin embargo, a medida que crecen, la escuela se encarga de hacer desaparecer ese mundo de posibilidades, eliminando su increíble capacidad para desafiarse a sí mismos y experimentar.

Los niños no tienen miedo de cometer errores. Por supuesto, cometer errores no significa ser creativo. Pero una persona que evita los errores nunca creará nada original, porque la creatividad siempre incluye la exploración de nuevos territorios y la posibilidad de fallar.


A medida que los niños crecen, la mayoría de ellos ya ha perdido la voluntad de experimentar y la capacidad de soñar. Les aterrorizan los errores. No es extraño, ya que el sistema educativo ha estigmatizado el error desde los primeros años. En consecuencia, se educa a sí mismo excluyendo la creatividad.


Educar no es llenar la mente, sino liberarla de sus límites

Picasso dijo que "todos los niños son artistas, el problema es mantenerlos así hasta que crezcan". Nacimos con un gran potencial creativo, pero poco a poco lo desaprendimos. No es extraño, ya que nuestro sistema educativo se basa en el desarrollo de habilidades académicas, en el marco de hierro de una jerarquía implícita. En la parte superior están las ciencias, luego los idiomas y en la parte inferior las disciplinas artísticas. También hay una jerarquía en las artes: la pintura y la música son más importantes que la danza y la actuación. Sin embargo, se ha demostrado que bailar te hace feliz.

El hecho de que el sistema educativo se base en habilidades académicas depende de que fue inventado en el siglo XIX, principalmente para satisfacer las necesidades industriales de la época. Hoy el mundo ha cambiado, pero el sistema educativo sigue siendo el mismo.

La UNESCO advierte que en los próximos 20 años habrá más graduados en el mundo que desde que se institucionalizó la educación. Por tanto, no es de extrañar que las cualificaciones educativas valgan cada vez menos.


Antes, si tenías un título universitario, conseguías un trabajo seguro. Hoy necesitas una maestría, una maestría y tal vez incluso un doctorado. Las escuelas han dejado de educar para convertirse en una máquina de exámenes, por lo que las universidades se han convertido en empresas de calificación académica.

Llegados a este punto, quizás, deberíamos repensar todo, cambiar radicalmente nuestra concepción de la inteligencia y la creatividad. Repensar los objetivos de la escuela y cambiar radicalmente nuestra idea de educación. Quizás de esta manera, en lugar de limitarlos, podríamos preparar a los niños para que realmente desarrollen todo su potencial.


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