Cuando una emoción no se expresa, el corazón duele

Cuando una emoción no se expresa, el corazón duele

Cuando una emoción no se expresa, el corazón duele

Última actualización: 31 de enero de 2016

No hay nadie capaz de mirarse a sí mismo y ver el vacío en sí mismo, porque hasta el vacío tiene una base dentro de nosotros. Estamos llenos de personas, momentos, pequeños detalles que nos hacen ser quienes somos cada día. 

Todas estas pequeñas, grandes cosas nos han hecho fuertes en algunos momentos de nuestra vida, incluso las carencias: porque hay gente que vive llena de carencias. Sin embargo, también estamos llenos de emociones, que son dolorosas y que, si no se expresan, no permiten que el corazón avance.



Hazte escuchar, deshazte de lo que te duele

Si hay algo que nos diferencia del resto de animales es la capacidad de hablar. La palabra, además de ser la herramienta más distintiva y expresiva que poseemos, es también, en ocasiones, la mejor cura para nuestro yo interior. Hablar significa dar voz a lo que escuchamos.  

En este sentido, una de las cosas que siempre nos hará sentir mejor es estar agradecidos por la oportunidad que tenemos de hablar en voz alta, de mostrar lo que nos duele, de sacarlo y hacerlo desaparecer. Expresar lo que sentimos es una manera de liberarnos.  

Cómo lo hacemos cuando compramos un billete de ida: la expresión de nuestros sentimientos es la salida para todo lo que no permite que el corazón sea feliz.  

Usar armadura solo te hará más fuerte en apariencia.

Cuando la vida nos cierra algunas puertas, perdemos las riendas de lo que somos, y la única manera de recuperarlos de nuevo es hacerse oír, gritar si es necesario.



A veces lloramos, sufrimos y hasta llegamos a odiarnos a nosotros mismos. Como si tuviéramos la culpa de estar bloqueados y hubiera algo más fuerte que nosotros, que nos obliga a callarnos y seguir adelante: no sabemos definirlo bien, pero ahí está.

Porque como decimos en el título, cuando no se expresa el dolor, duele el corazón. Duele porque todo sigue quedándose dentro de nosotros, como si tuviéramos alfileres en las manos, y cada vez que nos tocamos, nos pinchamos.

Sin embargo, no nos damos cuenta de que llevamos dentro un “verano invencible”, un “yo puedo” que todo puede. Olvidamos que el corazón de una persona necesita airearse de vez en cuando, necesita que las ventanas estén abiertas, que lo escuchen, que lo traten y lo calienten.

La sonrisa que más cuesta expresar es la del alma

Cuando evitamos que el corazón se cierre en sí mismo y nos abrimos a otras personas y al mundo, nos sentimos aliviados y experimentamos una satisfacción progresiva. Experimentaremos una sensación de placer que nos impulsará a actuar de esta manera nuevamente.


A medida que comiences a progresar poco a poco, verás dibujar una sonrisa en tu rostro. Esta sonrisa, tú lo sabes mejor que nadie, ha requerido grandes sacrificios; pero ahora es mejor que cualquier otro. Requirió lágrimas y mucho esfuerzo personal.

Has dejado que los colores oscuros salgan de tu alma y cuando esto ocurra, podrás volver a ver el arcoíris. Como cuando llueve, por qué debe llover para que el cielo muestre su mejor versión.


En otras palabras, la sonrisa que es más difícil de expresar es la del alma, porque si no surge, hay algo dentro de nosotros que nos impide existir con toda nuestra esencia. Cuando sonrían, descubrirán que deben amarse y que el mundo está hecho para disfrutarlo, sin límites y con tormentas.

Imágenes cortesía de Kathy Hare, Lana Wynne, Sabine Pieper

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