Tenemos muchas razones para iniciar una pequeña revolución para dejar de ser esclavos de dÃa y tiranos de noche.

Última actualización: 28 2018 noviembre
Muchos de nosotros somos esclavos de dÃa y tiranos de noche. Pedimos comprensión para nuestras condiciones, pero al mismo tiempo nutren este mismo sistema para reproducir las mismas condiciones. Hay comida a bajo costo, vuelos a bajo costo y repartidores a bajo costo han comenzado a proliferar.
Somos los médicos que utilizamos un sistema de salud carente de recursos, los que compramos las marcas que producen prendas en paÃses con condiciones laborales cada vez más precarias. Somos los que hacemos girar la ruleta en la queAl usar anestesia de consumo, desperdiciamos nuestro recurso más importante, el tiempo.. Una anestesia necesaria, porque de lo contrario nos envenenarÃamos con nuestra propia disonancia, con esa diferencia entre lo que queremos ser y nuestra forma de actuar.
Somos esclavos de dÃa, tiranos de noche. Nos quejamos de nuestras condiciones, pero premiamos a quienes las imponen.
Esclavos de dÃa y tiranos de noche: la supervivencia es una ilusión
Tiempo para mantener a una familia que no vemos, para pagar un viaje que nos gustarÃa hacer, para comprar una cámara... El tiempo se nos escapa de los dedos como gotas de agua congelada. Gotas que, poco a poco, erosionan nuestros huesos y forman arrugas.
Somos esclavos de dÃa porque trabajamos en condiciones cada vez más precarias. Por un salario que otorga poco más que supervivencia y solo algunos otros sueños que rara vez se hacen realidad. Somos tiranos porque alimentamos este sistema. Porque llamamos a un lugar para pedir comida a pesar de que sabemos que no ofrece condiciones justas a sus trabajadores. Porque es más barato, porque es más rápido, porque nos da la sensación de tener más tiempo libre. La misma ilusión que nos hace esclavos de dÃa y tiranos de noche.
Aceptamos asignaciones por salarios muy bajos porque si no lo hacemos nosotros, lo hará otro; y tal vez incluso menos que nosotros. Porque siempre hay alguien que más nos necesita. Es esta indolencia la que permite sobrevivir en el presente y pone fin al de nuestros latidos, que se pierden entre horas y horas detrás de un mostrador, mirando una pantalla o conduciendo un camión.
Una revolución personal frente al agujero negro generado por la inercia actual
Se necesita una revolución. Pequeña o grande, pero una revolución que empieza por nosotros dejando de ser esclavos de dÃa y tiranos de noche. Denunciando las precarias condiciones de trabajo, renunciando a la tentación de comprar a un precio más barato, sabiendo que la diferencia la paga el último eslabón de la cadena.
Dejemos de lado la ilusión de que ocho horas de trabajo son tres o cuatro en las que todo va rápido. Comida rápida, entrenamiento rápido, sueño rápido… ¿Por qué más velocidad en un mundo que ya es lo suficientemente rápido? ¿Por qué hacer menos actividad fÃsica, llevárnoslo todo a casa, en un mundo que engorda a pasos agigantados? ¿De qué sirve tanta tecnologÃa si al final trabajamos más duro? ¿De qué sirve una oferta asà si un vagón lleno no nos da esa sensación de alivio que deja escapar un rayo de sol después de quince dÃas de lluvia?
Todo lo rápido, lo rápido, nunca deja de ser una ilusión creada por el sistema para convencernos de que tenemos tiempo libre y recursos.. ¿Pero es éste realmente el caso? Incluso aquellos que piensan que tienen un salario decente, cuando abandonan todo lo que es bajo o rápido, ¿todavÃa creen que es tan decente?
Trabajamos muchas horas, pero ¿ganamos tanto en tiempo real como en tiempo rápido? La velocidad falla cuando sopla una pequeña corriente. Entonces nos encontramos cara a cara con el vórtice, con nosotros mismos, desnudos, sin ropa que impida el contacto con el aire. Nos miramos en el espejo y nos sentimos paginas Estamos aquÃ, pero al mismo tiempo estamos ausentes. Lejos de nuestro cuerpo. Lejos de la gente que amamos, que está en el salón viendo la televisión, hablando de una reina que no concede fotos o de los últimos VIP que se han separado.
Tenemos muchas razones para iniciar una pequeña revolución. La que no nos hace esclavos de dÃa y tiranos de tarde.