¿Experiencias extremas para valorar la vida?

¿Experiencias extremas para valorar la vida?

¿Experiencias extremas para valorar la vida?

Última actualización: 27 marzo, 2018

Un accidente, una enfermedad, una persona que nos deja o que no vuelve. Experiencias extremas. Es ahí, en esos momentos, que se detiene el reloj. De repente. Y entonces algo hace clic y comprendemos que estamos de paso, que nada es eterno. Y no hace falta decir que no solemos apreciar la vida, aunque sea todo lo que tenemos.


La rutina nos envuelve y nos dejamos llevar. Queremos más, aunque a veces no sepamos qué. Hemos pasado por alto los lazos que se hicieron para ser preciosos y nos amarramos fuertemente a las cuerdas que no nos dejan respirar. Nos acostumbramos a las cosas que van (sin fluir) y a la comodidad de un hogar (independientemente de que sea "hogar").


Hábito: ¿anestesia emocional?

El hábito es ese aprendizaje que nos hace responder con menor frecuencia e intensidad a los estímulos que se nos presentan de forma reiterada. Dejamos de prestar atención a las cosas que damos por sentadas. Perdemos de vista la importancia de ser más sabios o la buena fortuna de seguir acompañados por los que amamos.

Pero a veces algo lo destruye todo, derribando muros, patrones y formas de vivir. Suena a mentira, pero a veces necesitamos situaciones extremas para apreciar la vida. Y ahí es cuando apreciamos lo que tenemos y comprendemos lo absurdo que es no darles cariño y atención mientras lo tenemos.

Sabemos que la vida se acaba, pero la mayoría de las personas que vemos estrujándola han sentido el miedo a perderla o la fragilidad del hoy, no sé mañana. Esto no significa que debamos dejar de hacer planes para el futuro o pensar a largo plazo. Pero hay que entender que la vida es hoy. Es en este momento. Y si pensando en el ayer o preocupándonos por el mañana no sentimos la fuerza que tenemos hoy, tal vez estemos perdiendo la vida en el camino.



Experiencias extremas: Apreciar la vida no es huir de la rutina

Apreciar la vida no significa escapar de la rutina o tener que vivir emociones y experiencias extremas para sentir el corazón latir. Significa abrir los ojos, cuidar los detalles y aprovechar al máximo nuestro tiempo. Es tomar conciencia de quién es uno y estar agradecido por ello y luchar por conservarlo. Y es prestar atención a lo que está mal para arreglarlo y hacer que mañana sea un día aún más digno de apreciar. El valor de la vida es, en definitiva, darle sentido al tiempo y entender que es posible sentir esperanza sin tener que probar zapatos nuevos.

Algunas personas lamentan prestar tanta atención al compromiso. Sienten que han hipotecado muchos momentos presentando a la gente (por compromiso) en días personalmente importantes o trabajando (por compromiso) hasta tarde. Lamentan especialmente aquellos días en los que ni siquiera podían ver a sus hijos.


Hay temas que no merecen tanto esfuerzo, ya que no son tan importantes. Y hay cosas tan importantes que, por frecuentes o inevitables que sean, es injusto dar por sentado e ignorar su valor.

“En la vida no se gana ni se pierde, no se fracasa ni se triunfa. En la vida aprendemos, crecemos, descubrimos; se escribe, borra y reescribe; coses, destorces y vuelves a coser".

-Ana C Blum-

Recuerda que respiras, te escuchas a ti mismo y a tu entorno. Presta atención a las pequeñas cosas cotidianas y no estropees una buena tarde. Aprovecha e invierte el tiempo como si no pudieras recuperarlo. Deja de pensarlo: el tiempo se acaba. Pero aún permanece y te pertenece. Está sucediendo y tenemos que darnos cuenta. Nos aseguramos de que no haya necesidad de situaciones extremas para saber apreciar la vida, porque ya es preciosa en sí misma.


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