Sabemos que la personalidad es compleja y cambia con el tiempo de acuerdo con las experiencias de vida que atravesamos. Esto indica que es difícil llegar a conocer a alguien en profundidad, es necesario pasar mucho tiempo junto a él para establecer una conexión íntima que nos permita percibir los cambios que se están produciendo.
Sin embargo, hay una pregunta muy simple que puede ayudarnos a formarnos una idea general de quién es la persona que tenemos enfrente. Solo tenemos que preguntarle qué piensa de los demás.
Dime lo que piensas de los demás y te diré como estas
Los psicólogos de la Universidad de Wake Forest llevaron a cabo varios experimentos al respecto, en uno de los cuales pidieron a los participantes que juzgaran las características positivas y negativas de otras tres personas. Más tarde tuvieron que completar una prueba de personalidad.
Por lo tanto, se encontró que cuanto más positivamente juzgaban a los demás, más felices, entusiastas y emocionalmente equilibrados eran. Estas personas también mostraron una mayor satisfacción en su vida. Por el contrario, aquellos que juzgaban a los demás negativamente tendían a mostrar rasgos más narcisistas y antisociales, así como una mayor tendencia a la depresión.
Los investigadores repitieron el experimento un año después y obtuvieron los mismos resultados, lo que indica que la forma en que juzgamos a los demás dice mucho sobre quiénes somos realmente.
Proyectamos nuestra personalidad y nuestra forma de ver el mundo en los demás.
Al preguntarle a alguien qué piensa de los demás, activamos un mecanismo inconsciente de proyección en él. En la práctica, lo estimulamos a proyectar sus características en los demás. Por lo tanto, las personas generosas tenderán a pensar que los demás también son generosos y las personas egoístas creerán que los demás son tan egoístas como ellos. Vemos el mundo como somos.
En la base de este mecanismo también existe un sesgo cognitivo denominado “efecto del falso consentimiento”, según el cual tendemos a pensar que nuestros hábitos, valores, creencias y opiniones son mucho más comunes y generalizados de lo que sería lógico pensar.
Es la tendencia a creer que los demás piensan y sienten lo mismo que nosotros. De hecho, un curioso estudio realizado en la Universidad de Castilla-La Mancha reveló que las personas que beben mucho creen que otros también beben tanto como ellos y los abstemios piensan que los demás beben muy poco.
Por supuesto, esta relación no siempre es lineal. Hay casos en los que ocurre lo contrario, por ejemplo, quienes padecen un trastorno narcisista de la personalidad a menudo creen que los demás valen muy poco y son menos interesantes e inteligentes. Por otro lado, aquellos propensos a la paranoia verán en otros a personas maliciosas en las que no se puede confiar.
En cualquier caso, debemos tener siempre presentes estas sabias palabras de Confucio: “Cuando veas a un buen hombre, trata de imitarlo. Cuando veas a un hombre malo, examínate a ti mismo ”.
