Efecto cuerno: ¿Cómo funcionan nuestros sesgos negativos?

Efecto cuerno: ¿Cómo funcionan nuestros sesgos negativos?

Nadie escapa a los prejuicios. Nos demos cuenta o no, siempre llevamos al hombro una mochila llena de prejuicios. Los prejuicios no son más que formarse un juicio de antemano sobre una persona, grupo o evento con poca información disponible. Por lo general, este proceso ocurre por debajo del umbral de la conciencia y distorsiona nuestra percepción, haciéndonos reaccionar a la idea que hemos hecho, no a la realidad. El efecto cuerno es una de las peores manifestaciones de estos prejuicios.



¿Qué es el efecto cuerno?

El efecto Horn es un sesgo cognitivo que muestra cómo un rasgo, comportamiento o actitud de personalidad negativa oscurece el resto de las características positivas de una persona o grupo.

Consiste en sacar conclusiones sobre una persona basándose únicamente en un rasgo, lo que lleva a una generalización errónea. Ese sesgo afectará la forma en que percibimos a la persona, hasta el punto de nublar nuestro juicio y determinar nuestra actitud.

La fantasía popular está llena de ejemplos del efecto Horn, como pensar que todas las personas obesas son vagas o que las rubias son estúpidas. En realidad, a veces los prejuicios son el resultado de nuestras experiencias, pero en otros casos son prejuicios transmitidos culturalmente que encuentran una resonancia cognitiva con nuestros esquemas mentales.

Desafortunadamente, una vez que el efecto Cuerno se pone en marcha y nos formamos una opinión de una persona o grupo, será muy difícil cambiarla. Si vemos algo que no nos gusta de una persona, continuaremos atribuyéndole características negativas y juzgándolo negativamente. Esto determinará nuestra actitud y comportamiento hacia él, generando una profecía autocumplida.

¿Quién descubrió el efecto cuerno?

Corría el año 1920, cuando el psicólogo Edward L Thorndike descubrió un fenómeno muy curioso mientras realizaba su investigación en el ejército. Notó que cuando los soldados descubrieron algo positivo en sus superiores, automáticamente comenzaron a atribuirle características positivas. Llamó a este fenómeno efecto aureola (Efecto aureola).



Como resultado, descubrió que también podía suceder lo contrario: cuando un superior hacía algo negativo, automáticamente se convertía en una persona detestable. Llamó a este fenómeno Cuerno de Effetto (Efecto cuerno).

Posteriormente, los psicólogos Nisbett y Wilson profundizaron en este fenómeno reclutando a 118 estudiantes de la Universidad de Michigan. Cada uno de ellos tenía que ver un video en el que aparecía el mismo maestro, pero en uno de ellos el profesor era amable y en el otro era autoritario y antipático.

Cuando terminaron de ver los videos, los investigadores pidieron a los estudiantes que describieran la apariencia física del maestro. Los estudiantes que vieron el video en el que el profesor tenía una actitud amistosa lo describieron como un hombre guapo, mientras que los demás dijeron que era una persona poco atractiva. Por supuesto, todos pensaron que sus juicios eran objetivos. No sabían que su percepción estaba mediada por el efecto Cuerno.

El mecanismo de acción del efecto Cuerno.

El efecto Cuerno es el resultado de pensar que los rasgos negativos están relacionados entre sí. De esta manera nuestro juicio está influenciado por la percepción negativa y desfavorable. El efecto Cuerno implica la activación de la atención selectiva; es decir, nos enfocamos solo en un aspecto y sacamos conclusiones de este, formando una imagen negativa de la persona.

En la base también hay un pensamiento dicotómico, del tipo "todo o nada", la idea de que las personas son buenas o malas. Si tenemos una mente más flexible y entendemos que lo positivo y lo negativo coexisten, será menos probable que seamos víctimas del efecto Horn.


Sin embargo, hay que decir que los estereotipos son normales, nos ayudan a afrontar la sobrecarga de información en entornos complejos y nos ofrecen un modelo de comportamiento sencillo. Los estereotipos nos ofrecen rápidamente conocimientos que nos permiten reaccionar ante nuevas situaciones con un alto grado de incertidumbre. Son una especie de atajo mental que nos permite decidir rápidamente.


El problema comienza cuando somos incapaces de ir más allá del estereotipo y esto se convierte en un prejuicio que las personas utilizan para atribuir algunas características generales en función del color de piel, religión, nacionalidad o cualquier otra característica.

Cuando tenemos prejuicios sobre una persona y nos dejamos llevar por la primera impresión sin ofrecerle una "segunda oportunidad" estamos ayudando a consolidar nuestros prejuicios. Si asumimos que una persona es desagradable, es probable que nos comportemos de manera grosera con ella, por lo que se pondrá a la defensiva. Por eso validamos, sin darnos cuenta, nuestros prejuicios.

¿Cómo evitar el efecto Cuerno?

Es imposible evitar por completo los prejuicios, pero podemos asegurarnos de que no influyan en nuestros comportamientos, actitudes y decisiones.


1. Desarrolle un pensamiento más flexible. Si desarrolla una mente más abierta, entendiendo que nadie es completamente bueno o malo, pero todos tenemos luces y sombras, será menos probable que sufra el efecto Cuerno porque no tendrá la tendencia a vincular los rasgos negativos.

2. Analízate a ti mismo. Reflexiona sobre los estereotipos que llevas contigo, esos que quizás la sociedad te ha transmitido. Pregúntese cuánta verdad hay en esas creencias y cuánto se debe a generalizaciones erróneas que no tienen nada que ver con usted. También es importante que analices los sesgos que surgen de tus experiencias. Entonces comprenderá que un caso aislado no puede representar a todo un grupo.

3. No se apresure. Vivimos en un mundo líquido en el que no nos tomamos el tiempo para conocer y comprender a los demás. Esto implica que es más probable que nos relacionemos a partir de los estereotipos y la superficialidad. Una forma de evitar el efecto cuerno es tomarse el tiempo para conocerse. La primera impresión es importante, sin duda, pero mirar más allá es más gratificante porque te permitirá comprender la complejidad y riqueza que posee cada persona.


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