Aceptar emociones negativas reduce su intensidad, según un estudio

Aceptar emociones negativas reduce su intensidad, según un estudio

Ansiedad, tristeza, vergüenza, culpa, miedo, angustia, enfado, resentimiento y resentimiento son algunas de las emociones "negativas" que solemos experimentar en algunos momentos de nuestra vida. Cuando nos atacan es difícil pensar con claridad y salir de ese estado emocional. A menudo, estas emociones nos sumergen en un ciclo que nos hace sentir incluso peor o incluso en una abducción emocional real. ¿Deberíamos intentar luchar contra ellos o simplemente aceptarlos?

Investigadores de las universidades de Toronto y California intentaron dar respuesta a esta pregunta analizando si la aceptación de las emociones negativas, idea propuesta por el budismo y que ahora también aplica la psicología, está realmente asociada con una mejor salud mental y un declive. De estados emocionales negativos. tiempo extraordinario.



La aceptación nos protege del estrés

En el estudio participaron más de 1.381 personas, que fueron sometidas a varios experimentos en los que se generaron emociones negativas. Los psicólogos descubrieron así que aceptar experiencias negativas se correlaciona con un menor nivel de ansiedad y depresión, así como con una mayor sensación de bienestar y satisfacción en la vida.

En uno de los experimentos, los investigadores midieron el nivel general de aceptación de las personas de sus pensamientos y emociones negativos. Entonces los expusieron a diversas situaciones estresantes.

Descubrieron que aquellos que desarrollaron un mayor nivel de aceptación experimentaron niveles más bajos de estrés y menos sentimientos negativos, lo que significa que la aceptación juega un papel protector contra el estrés y las situaciones adversas. Simplemente aceptar lo que sucede, en lugar de negarlo, disminuye su impacto negativo. Sigmund Freud ya había dicho de hecho: "las emociones reprimidas nunca mueren, pero se entierran vivas y tarde o temprano saldrán de la peor manera".

Aceptación como una forma de tener una vida más plena

En otro experimento, los psicólogos monitorearon a 200 de estas personas durante un período de seis meses para ver cómo la aceptación afectaba su vida diaria. Descubrieron que un alto nivel de aceptación se correlacionaba con una mejor salud mental, menos emociones negativas a lo largo del tiempo y una mayor satisfacción en la vida.



La aceptación a la que se refieren estos investigadores no es una actitud pasiva a través de la cual nos convertimos en víctimas de circunstancias o emociones, sino la capacidad de experimentar nuestros estados emocionales sin juzgarlos y, por tanto, sin sentirnos culpables o avergonzados de ellos. Se trata de tomar nota de nuestros pensamientos y emociones para dejarlos ir, de modo que podamos minimizar su influencia negativa.

Así podemos escapar de un doble vínculo psicológico, o en palabras de Alan Watts, dejar de “sufrir porque uno está afligido y tiene miedo al miedo”. Cuando aceptamos nuestros pensamientos y emociones, dejamos de generar ansiedad, miedo o angustia.

En realidad, esta aceptación es más bien una especie de desapego mental. El filósofo chino Chuang-tzu lo explicó muy bien: “el hombre perfecto usa su mente como espejo. No se aferra a nada, no rechaza nada. Recibe, pero no guarda ".

La clave es aceptar lo que sucede. Esto no significa que tengamos que adoptar una actitud sumisa, pero debemos ser lo suficientemente inteligentes como para darnos cuenta de lo que está sucediendo y tratar de cambiar lo que podemos cambiar al menor costo psicológico.


La aceptación radical comienza con ser consciente de que juzgar nuestras emociones, avergonzarnos o sentirnos culpables por ellas solo aumentará nuestro malestar. Asimismo, en muchos casos tratar de combatirlos abiertamente solo los refuerza porque enfocamos nuestra atención en ellos, lo que nos coloca en un ciclo autosuficiente.

Por supuesto, es un cambio enorme a nivel psicológico, porque los modelos mentales que nos han inculcado nos llevan a reprimir, juzgar y negar. Cuando somos capaces de aceptar plenamente ocurre un pequeño milagro, porque en la aparente "entrega" nos volvemos más fuertes.


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