7 vampiros emocionales que ponen en riesgo nuestro bienestar

7 vampiros emocionales que ponen en riesgo nuestro bienestar

7 vampiros emocionales que ponen en riesgo nuestro bienestar

Última actualización: 14 agosto 2017

Los vampiros emocionales no chupan nuestra sangre, chupan nuestra vitalidad, valor y energía. Están al acecho en casi todos los contextos para crear gradualmente entornos disfuncionales en los que uno se siente agotado, aislado y rodeado de una interacción agotadora que puede socavar gravemente la salud física y psicológica.

Aunque el término "vampiro emocional" tiene muy poca ciencia y ningún manual de diagnóstico ha establecido un protocolo para identificarlo, se ha psicología popular haber favorecido la definición de un perfil muy específico, conocida y cercana a todos. Mucho se ha escrito al respecto, de hecho tenemos infinidad de libros disponibles; sin embargo, es necesario enfatizar los diversos matices.   



La magia de las interacciones humanas siempre genera diferentes cambios en el cerebro, acompañados a su vez de una recompensa, de una carga química positiva dada por los neurotransmisores. Bueno, cuando estamos en presencia de un vampiro emocional, no hay intercambio. La relación es siempre unidireccional, la comunicación no es fluida, no hay un “tú me das, yo te doy”, no hay una reciprocidad positiva que el cerebro humano reconozca como sana y significativa.  

En cambio, hay un montón de emociones negativas que, acumulándose día tras día, provocan una sobreestimulación cerebral y una corrosiva sensación de estrés que puede tener dos consecuencias: nos anula recluyéndonos en el rincón de la vulnerabilidad o produce la respuesta más adecuada en nosotros, o más bien la huida.

Vampiros emocionales y sus efectos en nuestra salud

Decíamos al principio que el término "vampiro emocional" fue acuñado por la psicología popular, pero esta dinámica y este perfil están cada vez más presentes en la práctica clínica y en trabajo diario de innumerables psicólogos. También hay que recordar que la propia energía de la que hemos hablado, que incluye también nuestro valor, nuestra motivación y nuestra autoestima, nos permite realizar cualquier actividad.



Toda interacción negativa y constante, por tanto, representa un desgaste progresivo e irremediable, en la actualidad mucho más intenso que en el pasado debido a un elemento muy concreto: las nuevas tecnologías. El móvil que no apagamos ni de noche es una herramienta habitual del vampiro energético, cuya presencia es constante gracias a WhatsApp, Facebook o Twitter.

El contagio del vampiro emocional y sus consecuencias

Hay muchas "razas" de vampiros emocionales. El compañero de trabajo que siempre nos habla de sus desgracias, que susurra rumores difamatorios, chismes maliciosos o incluso un padre tóxico, familiares que nos controlan a través de la victimización, que nos someten a sus asfixiantes redes, a sus universos deshabitados por la empatía y desde el respeto.

Podríamos dar mil ejemplos, pero no serían suficientes, porque cada uno de nosotros tiene en mente uno, un vampiro emocional que, consciente o no, nos quita la calma, nos agota la energía y nos subyuga en su carrera hacia la desesperación. . Estos trucos surten efecto gracias a un maravilloso elemento que todos tenemos: las neuronas espejo.

Estas neuronas actúan como mediadoras en este contagio emocional. Nos obligan a prestar atención al vampiro emocional y a ser sensibles y receptivos a todo lo que nos transmite: miedo, odio, infelicidad, amargura, preocupación… a mayor carga negativa corresponde mayor desgaste, mayor sobreexcitación del cerebro , mayor estrés y debilidad .  

Los síntomas que iremos notando poco a poco son los siguientes:

  • Cansancio.
  • Párpados pesados.
  • Dolores de cabeza por tensión.
  • Decadencia en el estado de ánimo.
  • Sensación de querer escapar.
  • Problemas de concentración.
  • Bajo rendimiento laboral.

Tipos de vampiros emocionales

Judith Orloff es una reconocida psiquiatra y escritora estadounidense que ha dedicado numerosos libros y estudios al tema de la empatía, el contagio emocional y el concepto de vampiro emocional. En sus obras aclara enseguida que no todos los vampiros emocionales son conscientes de que son, no saben que con sus interacciones y su comportamiento generan un impacto negativo en quienes los rodean.  



Otros, sin embargo, no solo lo saben, sino que lo buscan con un propósito muy específico: fomentar la supremacía y fortalecer su autoestima. enviar para sentirse más importante, de hecho, es una estrategia habitual en el vampiro emocional. Veamos ahora los 7 perfiles.

1. El narcisista

Su lema es "Yo primero". Todo gira en torno a él.. Anhela admiración, reconocimiento y siempre quiere sentirse apreciado. Carece de empatía y siempre nos obligará a afrontar cualquier actividad o situación siguiendo sus expectativas, principios y opinión. Es incapaz de reconocer o considerar a los demás para ofrecerles afecto genuino, verdadera amistad o amor incondicional.

¿Cómo protegerse?

  • La solución es poder comunicarse con estas personas, poner límites, ser honestos y dejar que se den cuenta de sus tediosos egos y su falta de capacidad para considerar a los demás.  
  • No debemos dejar en sus manos nuestra autoestima, por lo tanto debemos saber verlos con objetividad, conscientes de su pobreza emocional y relacional.

2. El crítico

Nada de lo que hagamos, digamos, pensemos o declaremos será adecuado para la personalidad crítica. Nada será suficiente para su refinado gusto, para su sabio concepto de la vida y para su conocimiento ilimitado. Sin embargo, tenga cuidado, porque el su principal habilidad es hablar con cariño tortuoso y paternalismo irónico para hacernos sentir siempre inferiores a él/ella.

¿Cómo protegerse?

  • Abre tu paraguas protector y desactiva el poder que sus críticas puedan tener sobre ti.
  • Privar de poder al vampiro emocional, haciéndole notar que sus opiniones carecen de importancia, y sabiendo exactamente lo que está bien y lo que está mal, debilitarás a la persona crítica.

3. El hablador infatigable, el que nunca escucha

Al hablador inagotable no le interesa lo que los demás tienen que decirle, a los pensamientos o sentimientos de los demás. Solo quiere a alguien que lo escuche, que haga de “recipiente” en el que verter todo, en el que desahogarse como quien tira la basura para que sea reciclada.



Ante la presencia de un incansable conversador, el agotamiento físico y emocional es evidente y muy intenso.

¿Cómo protegerse?

Estos individuos no responden al lenguaje no verbal., por lo tanto, la única opción es interrumpirlos de manera resuelta pero educada, especificando que no estamos en su compañía para escuchar todos sus problemas, que no somos su diario personal, su papelera. Somos personas con las que establecer diálogos, con nuestras necesidades e igualmente dignos de escuchar.

4. La víctima

La víctima constante, la que siempre pasa lo peor y que ha sido relegada por todos -a su juicio- al rincón de los marginados, se puede reconocer al instante porque sus discursos son siempre negativos y se representa a sí misma como un muñeco vudú recibiendo continuas y persistentes heridas  

¿Cómo protegerse?

Estas personas esconden una baja autoestima, hay que tenerlo claro desde el principio, así que lo ideal es racionalizar todas sus tragedias tanto como sea posible. Evitaremos ser duros con ellos, más bien trataremos de ser ese ojo lúcido a través del cual mostrarles que con paciencia todo se puede solucionar y que deben tomar las riendas de su vida con responsabilidad.  

5. El controlador

Esta persona trata de controlar, casi obsesivamente, todos los aspectos de nuestra vida. Manipulará nuestras emociones para aniquilarnos., para privarnos del aire, de la positividad, de nuestra autoestima e, incluso, de nuestra identidad. Nos invalidará hasta el punto de convencernos de que solo lo necesitamos a él/ella.

¿Cómo protegerse?

El secreto del éxito para derrotar a un controlador es la asertividad y la confianza en uno mismo. No se deje convencer, agradézcale sus consejos, pero dígale claramente que tiene ideas personales que siempre le han sido muy útiles.

6. El agresivo

Los vampiros emocionales que utilizan la ira y la violencia verbal o física son los más peligrosos. A veces basta un malentendido para, casi sin saber cómo, dar rienda suelta a la furia, al desprecio o a un enfado inmotivado que nos asusta y nos deja boquiabiertos. Son como un campo minado, pero es casi imposible controlarlo todo para evitar que estallen en algún momento.

¿Cómo protegerse?

Las estrategias más útiles ante la presencia de estas personalidades son dos. Cuando tenemos una persona con comportamientos violentos a nuestro lado, la única opción es aconsejarle que busque ayuda para aprender a gestionar estas reacciones. En el caso de que no lo consiga o no quiera, lo más sano -y necesario- es alejarse de ese individuo.

7. El sarcástico

Hay quienes ven el sarcasmo como una sofisticada herramienta del lenguaje para expresar la ironía de la vida. Mientras lo veamos bajo esta luz, no hay problema. Cuando se usa el sarcasmo para ridiculizar a los demás, para humillar con "elegancia" y subir al podio del genio con la corona de la crueldad y el cetro de la arrogancia, entonces no hay duda: estamos en presencia de un vampiro emocional.

¿Cómo protegerse?

  • El sarcasmo es un arma que no vemos venir. Pero cuidado, si nos sentimos humillados y heridos en la autoestima, necesitamos poner límites y, cuanto antes lo hagamos, mejor.
  • Tenemos que dejar claro que no nos gustó la frase que dijo. Ante las risas y el “es sólo una broma”, debemos reiterar con asertividad que “esta broma no es graciosa porque duele”.
  • Si la persona sarcástica no ve los efectos de sus acciones ni realiza cambios, lo mejor es alejarse de ella.

¿Y si el vampiro emocional soy yo?

Llegados a este punto, la pregunta es casi inevitable e incluso obligatoria… ¿y si nosotros mismos estuviéramos adoptando conductas de desgaste emocional y vampirización hacia los demás? Aunque pueda parecer extraño, la mayoría de los humanos hacen uso de una o más de estas conductas al menos una vez, por baja autoestima o en un momento complicado.  

Sin embargo, nunca está de más reflexionar sobre algunas pistas que nos pueden alertar sobre esta condición:

  • Pensamientos negativos y catastróficos.
  • Necesitamos tener todo bajo control, especialmente las personas que nos rodean.
  • La necesidad de desahogarse con los demás sin tener en cuenta sus inquietudes, opiniones o comentarios.
  • Ser muy crítico con los demás.
  • Sensación constante de que todo va mal, que el mundo parece ir en contra.
  • Saber que estás en problemas, pero no dejarte ayudar. Enojarse cuando alguien lo intenta.

Si estas realidades nos son conocidas, debemos hacer un análisis de conciencia y entender que, ante todo, necesitamos fortalecer nuestra autoestima, mejorar nuestra gestión emocional y nuestras habilidades de comunicación. Sin embargo, tampoco debemos tener miedo de pedir ayuda a un profesional, porque a veces un estado depresivo puede esconderse detrás de esta costra de negatividad.  

Hay muchos tipos y variedades de vampiros emocionales. Muchos de ellos, sin embargo, pueden ser humanizados nuevamente con la ayuda adecuada, con una orientación sensible y correcta.

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