Reinterpretando las circunstancias negativas

Reinterpretando las circunstancias negativas

Los eventos negativos y adversos ocurren todos los días. Ante ellas solo tenemos dos opciones: dejarnos atrapar por la impotencia o repensar las circunstancias para empezar a afrontarlas.

Reinterpretando las circunstancias negativas

Última actualización: 25 de junio de 2022

Winston Churchill dijo que "las cometas vuelan más alto contra el viento, no con el viento a tu favor". Tal vez sí, tal vez deberíamos aprender a no decepcionarnos cuando la adversidad nos golpea de forma inesperada. ¿Pero como hacerlo? ¿Cómo reinterpretar las circunstancias negativas cuando?



La literatura de autoayuda nos recuerda que los eventos adversos o simplemente desagradables nos hacen más fuertes. Este enfoque casi siempre se basa en corrientes espirituales o budistas, pero incluso aquellos que no están acostumbrados reconocerán que es esencial para superar las dificultades.

La clave es no quedar atrapado en el sufrimiento perpetuo. Todos podemos desarrollar habilidades adecuadas para hacer frente a las complejidades de la vida. Nadie es inmune al sufrimiento, en algún momento todos pasaremos por ese fatídico.

Si utilizamos un enfoque mental relajado, equilibrado y orientado a la solución, tendremos más posibilidades de superar los días oscuros y los momentos grises que nos presenta la vida.

Cómo reinterpretar las circunstancias negativas

Los eventos desafortunados se convierten en problemas cuando los abordamos desde dos enfoques claramente equivocados. La primera es negar que la situación adversa exista o nos afecte. La segunda es obsesionarse con esa realidad y no poder apreciar o adoptar otras perspectivas y enfoques.

Como señaló Viktor Frankl, entre el estímulo (problema) y la reacción hay un espacio intermedio que nos debe permitir elegir un tipo de respuesta.


Asimismo, existe otro hecho innegable: cuando nuestro entorno es especialmente difícil y adverso, es común sentir impotencia, ira y tristeza. Todas las emociones son legítimas, pero es necesario encaminar el nudo emocional hacia una respuesta válida y adecuada.


En otras palabras, debemos aprender a reinterpretar las circunstancias negativas. En los siguientes párrafos vemos algunas estrategias útiles en este sentido.

1. Reformulación del sesgo de negatividad: no todo es negativo ni será siempre negativo

El cerebro tiende a aplicar un sesgo de negatividad a casi todas las circunstancias. Este filtro mental nos dificulta hacer un juicio objetivo sobre la realidad y nos hace ver todo de forma problemática.

Como nos dice el psicólogo y premio Nobel de economía Daniel Kahneman, tenemos una tendencia innata a priorizar los eventos negativos como mecanismo de reacción para asegurar la supervivencia. Es un sistema de alerta que nos ha sido útil en el pasado, pero hoy en día suele ser muy dañino.

Así lo recuerda el trabajo de investigación realizado en la Universidad de Glasgow. Para nuestro cerebro, los aspectos negativos siempre tendrán más relevancia que los positivos. Y esto puede hacernos caer en ideas como “esto no tiene solución, cada vez será peor, es un desastre”.

Es importante saber cómo reacciona el cerebro ante los eventos negativos para poder tomar el control de nuestros pensamientos. Lo ideal es alimentar ideas como “lo que pasó no es agradable, pero no durará para siempre”. . Confío en mis habilidades para resolverlo., tengo las herramientas para aceptar y afrontar esta experiencia”.


2. Mente flexible: el cambio es parte de la vida

Para reinterpretar las circunstancias negativas hay que tener en cuenta un aspecto: a veces solo tenemos que aceptar el evento adverso. Nada mas. A veces no está en nuestras manos poder cambiar la realidad.

Es importante entender que los cambios son parte de la vida y que es necesario aceptarlos para iniciar una nueva etapa de vida. Solo podemos tener éxito si adoptamos un enfoque flexible, una mente abierta que no se estanca o lucha contra lo que no puede cambiar.


3. Comprensión relajada y centrada (control de emociones negativas)

Cuando el destino nos presenta algo que no esperábamos y que crea confusión, es común quedar inmersos en el laberinto de las emociones negativas. Es habitual probarlos en un momento concreto, pero no tienen por qué convertirse en una constante en nuestra vida.


Es fundamental eliminar de nuestra mente dimensiones como la culpa, la ira o la frustración. Solo una mente relajada es capaz de discernir soluciones más innovadoras a los desafíos.

4. Buscar ayuda para reinterpretar las circunstancias negativas

Cuando la vida se vuelve gris, recordamos que no estamos solos. Evitamos el aislamiento, no hablamos del problema para no sentirnos mal ni escondemos lo que duele para no llamar la atención. No son buenas soluciones a los problemas.

Si desea replantear efectivamente las circunstancias adversas, se recomienda que busque apoyo. Compartir tiempo con personas importantes y desahogar pensamientos, emociones y necesidades.

5. Decisión y proactividad: la pasividad nos detiene donde todo duele

Nadie elige las circunstancias negativas a las que se enfrentará, pero tenemos la oportunidad de elegir cómo actuar frente a lo que sucede. Tenemos pleno derecho a ser inmovilizados por algún tiempo.


Cada sacudida duele y es recomendable acurrucarse para procesar lo sucedido y permitir que la mente acepte la nueva situación.

Después de tocar fondo, es hora de subir y para eso necesitas ser proactivo. No es adecuado quedarse en el mismo lugar donde todo duele.

Hay que seguir adelante, buscar soluciones, formar un nuevo ego más innovador, seguro de sí mismo, orientado a la solución y no estancado.

Como dijo el poeta austriaco Rainer Maria Rilke, se trataría de transformar una pared en una escalera. Este es el secreto.

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