Prejuicios: su influencia

    Prejuicios: su influencia

    Sabemos que elegir ser felices nos obliga a trabajar duro, pero sin duda el esfuerzo merece la pena. A veces para ser feliz basta con tomar buenas decisiones pero… ¡qué difícil es saber decidir! Especialmente cuando la gran mayoría de nuestras decisiones dependen de cómo imaginamos que será el futuro o cómo nos hemos sentido en el pasado. El problema radica en que no percibimos muchos de estos límites y por tanto se convierten en verdaderas barreras para nuestro crecimiento personal.



    Me gustaría señalar algunos prejuicios que influyen a la hora de tomar decisiones: 1. Los prejuicios de la distinción. Imaginemos que se nos ofrecen dos oportunidades laborales: la primera de ellas es muy interesante, pero el salario no supera los 30.000 euros anuales, mientras que la segunda es un auténtico desastre pero la paga llega a los 40.000. ¿Cuál escogerías? Los investigadores de Hsee y Zhang que llevaron a cabo este experimento afirman que la mayoría de las personas sobrestiman la importancia de estos 10.000 euros extra, por lo que optan por la segunda opción laboral, aunque les haga menos felices. Lo más interesante es que el "valor" del dinero minimiza el resto de pros y contras a analizar a la hora de elegir un trabajo; en resumen, cancela la conciencia. Para combatir los prejuicios de la distinción una buena técnica podría ser tomar una libreta y un bolígrafo, sentarse y empezar a enumerar los pros y los contras, y luego dar un valor numérico a cada uno (según lo que consideremos más importante) de los elementos enumerados. De esta forma evitaremos tomar decisiones al otorgar un valor enorme a algo que puede no ser tan importante. 2. Sesgos de proyección. Tomemos un ejemplo de la vida cotidiana replicado en el laboratorio por Van Boven y Loewenstein: imaginemos que vamos de compras pero nos hemos olvidado de la lista en casa. ¿Eres capaz de recordar todo lo que necesitas o normalmente olvidas algo? ¿De qué te estás olvidando? Un estudio muy curioso nos dice que si tenemos hambre es más probable que nos olvidemos de la comida sana, aquella que requiere un largo tiempo de cocción, mientras que por el contrario, si nos sentimos satisfechos, nos olvidaremos más fácilmente de las comidas preparadas y los dulces. . De esto se deduce que el presente a menudo se convierte en un muro que nos impide ver el futuro lejano y darnos cuenta de lo que realmente necesitamos. Nuestra condición cognitiva y emocional hoy puede representar una barrera que nos impide actuar de manera inteligente. Los investigadores dicen que si bien cuanto mayor es la diferencia entre los estados emocionales presentes y futuros, peor es la decisión que tomamos y que tendrá pocas posibilidades de satisfacer las necesidades del mañana. ¿La solución? Deténgase un momento y reflexione sobre cómo nos sentimos; De esta forma llegaremos a comprender que las emociones de hoy no tienen por qué ser necesariamente el espejo de la condición emocional en la que nos encontraremos en el futuro. En resumen: tómate unos minutos para hacer una introspección y luego trata de ver las cosas en perspectiva. 3. Sesgo de impacto. Según Wilson y Gilbert, tenemos una tendencia a sobreestimar nuestras reacciones emocionales a eventos futuros. Un estudio afirma que aproximadamente dos meses después de comenzar una relación, esta termina porque las personas no se sienten tan felices como esperaban. Sobrestimamos lo felices que seremos cuando nos graduemos, pero al mismo tiempo también sobrestimamos lo decepcionados que estaríamos si no aprobáramos un examen. En resumen, tenemos una tendencia a los extremos y a prever efectos emocionales sobredimensionados ante los eventos más diversos. ¿Cómo podemos combatir esto? La estrategia es muy sencilla, solo relájate y respira hondo y empieza a analizar las cosas en perspectiva: ¿por qué estamos convencidos de que el impacto será tan duro? Centrémonos en situaciones anteriores similares y consideremos cómo nos sentimos. Ciertamente, el impacto emocional no fue tan fuerte como pensábamos. 4. Los prejuicios de la memoria. Muy a menudo, los peores recuerdos de cada experiencia vuelven a nuestra memoria. Podríamos definirlo como: el lamentable engaño del pasado. Esta tendencia se manifestó en un estudio realizado por Morewedge, en el que se pidió a los participantes que recordaran la peor experiencia que tuvieron cuando perdieron un tren. A otros se les pidió que simplemente recordaran una experiencia en la que perdieron un tren. Cómo es posible suponer, cuando los investigadores preguntaron a ambos grupos: ¿Cómo se sentirían si volviera hoy a perder el tren? Las personas que habían revivido su peor experiencia reconocieron que se sentirían terrible, mucho peor que aquellas que recordaron una experiencia tan negativa pero sin repercusiones emocionales. ¿Cómo hacer para combatir esta influencia que ejerce nuestro pasado? Cuando vayamos a tomar una decisión consciente, tendremos que intentar recuperar de nuestra memoria la mayor cantidad de sensaciones posibles, las negativas pero también las positivas. Solo así podremos liberarnos de la influencia de los recuerdos negativos. 5. Prejuicios arraigados en creencias. Aunque nos cueste aceptarlo, lo cierto es que después de haber vivido muchos años tendremos una especie de librito interior en el que hemos enumerado aquellas situaciones que nos hacen sentir más o menos felices. Posteriormente, ante la posibilidad de vivir una situación similar, reaccionamos de inmediato etiquetándola a partir de nuestra lista de situaciones negativas y positivas. ¿Cómo podemos combatir la influencia de estas creencias a la hora de tomar nuestras decisiones? Recordemos que nuestra reacción en el pasado no tiene por qué ser necesariamente la misma ahora. ¿Cuántas veces hemos llegado a apreciar una actividad que no nos gustó en el pasado? Con el tiempo todos cambiamos y la experiencia adquirida puede ayudarnos a mitigar el impacto de las experiencias negativas o hacernos más flexibles para poder aprovechar mejor situaciones que antes no nos atraían. Sin duda, saber tomar buenas decisiones no es una tarea muy sencilla, pero probablemente seremos más felices si consideramos los hechos desde una perspectiva libre de prejuicios.


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