La atención no es un recurso, es nuestra forma de experimentar el mundo, y lo estamos perdiendo.

La atención no es un recurso, es nuestra forma de experimentar el mundo, y lo estamos perdiendo.

"Nos estamos ahogando en información mientras nos morimos de hambre por la sabiduría". Estas fueron las palabras del biólogo estadounidense Edward Osborne Wilson en el cambio de siglo.

No hay duda de que vivimos en la era de mayor acceso a la información, pero esta es más fragmentada, caótica y fugaz que nunca. Navegar por este mar de información no nos garantiza sabiduría, sino que nos sumerge en una especie de somnolencia inducida por el bombardeo de datos de distintas fuentes, un estado de "atención parcial continua" que acaba fragmentando y dispersando uno de nuestros más herramientas preciosas.



Como dijo el premio Nobel de Economía Herbert Simon: la información consume “la atención de quienes la reciben. Por tanto, el exceso de información va acompañado necesariamente de una falta de atención â€.

La trampa de la economía de la atención

La "economía de la atención" es una expresión que se utiliza para explicar que la atención es un recurso limitado que constantemente disputa noticias, alertas y notificaciones en el teléfono móvil, personas a nuestro lado, estímulos ambientales ...

Sin duda, es una narrativa útil en un mundo marcado por la sobrecarga de información donde los dispositivos y aplicaciones están especialmente diseñados para mantenernos conectados. Nos advierte que no podemos prestar atención a todo, porque la atención es un recurso finito. Sin embargo, esta concepción de la atención es solo una parte de la verdad.

Después de todo, la economía se encarga de asignar los recursos de manera eficiente para cumplir objetivos específicos, como asimilar la mayor cantidad de información posible mediante la lectura del periódico. Por tanto, referirse a la "economía de la atención" implica aceptar que es un recurso que debemos utilizar al servicio de algún objetivo.


Pero la atención es mucho más que un recurso, es lo que nos permite estar en el mundo, es nuestra conexión con el medio, pero también con nuestro "yo". Como dijo William James: "Todo lo que prestamos atención es la realidad".


La idea es simple pero profunda: la atención nos conecta con el mundo moldeando y definiendo nuestra experiencia. Por tanto, la atención no es solo un activo, también es una experiencia.

Hay una atención enfocada, que es la que usamos para leer las noticias, navegar por las redes sociales, ver una película o escuchar a nuestro interlocutor, pero hay una atención mucho más amplia, un modo exploratorio que implica una 'mente abierta a todo lo que viene'. ante nosotros, en su plenitud.

Esta es precisamente la atención que estamos perdiendo, sacrificándola en el altar de la atención focalizada, que puede servirnos para lograr determinadas metas, pero que acaba borrando gran parte de lo que nos rodea, incluso nublando nuestra autoconciencia.

La pérdida de atención espontánea

La atención no es un recurso, es nuestra forma de experimentar el mundo, y lo estamos perdiendo.

La atención exploratoria o completa es más abierta, lo que nos permite explorar y tener la experiencia más amplia posible del mundo. La atención enfocada nos permite enfocarnos en un punto del viaje, para no perderlo de vista, mientras que la atención exploratoria abre nuestra visión en todas direcciones.

Este modo exploratorio de atención no solo es externo sino que también nos permite conectarnos con nosotros mismos. De hecho, el maestro zen David Loy afirma que samsara, la existencia no iluminada, es simplemente el estado en el que la atención está atrapada mientras se aferra a una cosa u otra, siempre buscando lo siguiente que captar. La atención plena y abierta es lo que se libera de estas fijaciones.


El problema, por tanto, es doble. Primero, el bombardeo de estímulos que compiten por nuestra atención nos empuja hacia la gratificación instantánea, lo que termina desplazando la atención exploratoria. Cuando llegamos a la parada de autobús, por ejemplo, sacamos automáticamente nuestros teléfonos móviles en lugar de mirar el espacio y las personas que nos rodean.

En segundo lugar, si tomamos la atención como un mero recurso, corremos el riesgo de perder toda la experiencia, convirtiendo la atención solo en un medio para un fin. Hay un sesgo implícito en esta narrativa de que la atención enfocada y dirigida a un objetivo es más valiosa que la atención abierta y espontánea.


La evidencia indica que nuestra sociedad se está moviendo en esa dirección. Un estudio realizado por psicólogos de las universidades de Virginia y Harvard concluyó que “a las personas normalmente no les gusta pasar 6 o 15 minutos solas en una habitación con sus pensamientos, prefieren realizar actividades mundanas al aire libre y muchas optan por la administración de descargas eléctricas en lugar de estar a solas con sus pensamientos ".

¿Cómo desarrollar la atención espontánea?

Cuando no usamos nuestra atención, se convierte en una herramienta que otros usarán y explotarán. ¿Cómo prevenirlo?

1. Empiece a pensar en la atención como una experiencia. La atención enfocada es importante, sin duda, pero también es importante dejar espacio para la atención espontánea. Para ello, el primer paso es deshacerse de la creencia de que la atención debe estar al servicio de la solución de problemas o la consecución de objetivos. Necesitamos empezar a pensar en un enfoque más amplio que implique nuestra forma de estar en el mundo y con nosotros mismos.


2. Piense en cómo pasa su tiempo. Para desarrollar la atención exploratoria, debemos ser conscientes de todas aquellas actividades con las que evitamos que la mente se mueva a su propio ritmo, sin un objetivo preciso. Es probable que descubramos que pasamos demasiado tiempo disfrutando de actividades externas que limitan nuestro enfoque en lugar de expandirlo.

3. Realice actividades que estimulen la atención espontánea. Debemos buscar actividades que nos nutran de forma abierta y no directa, para dar espacio a esa atención más amplia, como pasear en la naturaleza sin teléfono móvil y / o dispositivos tecnológicos. O simplemente siéntese unos minutos concentrándose en las sensaciones de nuestro cuerpo o deje que la mente divague sin rumbo fijo. Se trata de aflojar el control sobre nuestra mente, dejándola moverse a su propio ritmo. Sin fijar metas. Sin esperar nada. Solo abriéndonos a la experiencia.


En la era de la tecnología rápida y el éxito instantáneo, este discurso puede parecer un poco decepcionante. Pero esos momentos de sencillez sin detalles y sin prisas esconden un mundo maravilloso por descubrir. Como dijo Daniel Goleman: "Una mente errante no solo puede alejarnos de lo que nos importa, sino que también puede acercarnos a lo que nos interesa".

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