Evitación experiencial: evitar experiencias negativas puede ser muy peligroso

Evitación experiencial: evitar experiencias negativas puede ser muy peligrosoTodos tenemos tendencia a evitar emociones, pensamientos o situaciones que nos provoquen algún malestar, así se llama psicología. "Evitación experiencial". Dicho así, uno podría pensar que es algo positivo o incluso algún tipo de mecanismo de defensa que nos protege, pero la realidad es bastante diferente. La evitación experiencial también tiene un lado oscuro que no solemos considerar y que nos hace "esclavos" de estas emociones, situaciones o pensamientos que deseamos evitar. Por supuesto, si aplicamos la evitación experiencial de vez en cuando para evitar sufrimientos innecesarios puede aprovechar las ventajas de esta técnica. Pero si se convierte en hábito puede representar un gran peligro, y es importante tenerlo en cuenta, sobre todo en la actualidad. De hecho, tras la enorme propagación del Psicologia POSITIVA hay muchos falsos gurús y varios entrenadores que difunden la idea de que el secreto para vivir bien y ser feliz pasa por experimentar la máxima cantidad de emociones positivas y evitar las negativas, de hecho, a primera vista parece un concepto más que sensato. Y es. Pero con el tiempo este tipo de actitud nos lleva a evitar a toda costa situaciones que no nos gustan, y estas se convierten en un demonio a exorcizar, más que en algo que tenemos que afrontar y resolver. Así que terminamos evitando los problemas, pero eso no significa que vayan a desaparecer, y no debemos olvidar el efecto rebote. Es decir, cuanto más intentamos pensar en algo, más obsesiva se vuelve la idea. Esto sucede porque en nuestra mente se activa un mecanismo de hipervigilancia para desviar la idea en cuanto aparece, pero con este mecanismo lo único que conseguimos es mantener la idea activa en nuestra mente. Entonces, en lugar de sentirnos bien, entramos en un ciclo interminable de negatividad.

Distracción positiva y proceso de evitación interna

Cuando la evitación vivencial se convierte en un hábito, la "distracción positiva" deja de ser algo productivo, necesario y divertido y se convierte en un mecanismo que nos lleva a escapar de nosotros mismos y de los problemas. De la creciente incapacidad para vivir estados emocionales internos y la tendencia creciente para proyectarse hacia el exterior, muchas personas se han convertido en “disociadores profesionales”. ¿Qué significa? Que hemos aprendido a "aislar" u "esconder" aquellos problemas que nos son más difíciles de pensar solo en lo que consideramos agradable o fácil. Si imaginamos que nuestra mente es un espacio físico, como un almacén, podemos comprender que secuestrar u ocultar algunos contenidos no los hace desaparecer, sino que solo los obliga a ocupar un espacio precioso. Obviamente, esto es solo una metáfora, pero debemos tener en cuenta que para mantener este "estado disociativo" hay que consumir energía, una cantidad de energía que podríamos usar para resolver problemas y crecer con ellos. Este fenómeno es particularmente evidente cuando el trauma ocurre con una "T" mayúscula. En estos casos nuestra mente necesita aislarlo porque no tenemos los recursos psicológicos necesarios para procesarlo y podría ocasionarnos un daño muy grave. Solo más tarde podremos recuperar esos recuerdos y procesarlos. Pero si no lo hacemos y lo separamos permanentemente, continuará determinando negativamente nuestra vida en algún lugar de nuestro subconsciente, causándonos miedo, angustia y ansiedad. Desafortunadamente, hoy exageramos y tendemos a experimentar todas las emociones negativas como "pseudo - traumas ". Tenemos miedo de sentir ciertas emociones porque la sociedad las clasifica como negativas y no deseadas. Y este miedo nos lleva a la evitación experiencial.

Acepta las experiencias negativas como parte de la vida.

No se trata de asumir una actitud masoquista. Es obvio que no tenemos que vivir en busca del sufrimiento. Pero ni siquiera evitarlo como la peste. Debemos aprender a darle un "espacio" a estos contenidos o experiencias mentales que no nos gustan, porque son una oportunidad para aprender algo de nosotros mismos. Preguntas como: ¿por qué me molesta esto? ¿Por qué quiero evitarlo? ¿Qué dice esta emoción de mí? Pueden ayudarnos a conocernos mejor, y en lugar de consumir mucha energía para mantener estos contenidos ocultos, podemos utilizarlos en un intento de solucionar el problema o de canalizar de forma asertiva las emociones que estamos viviendo. Para que podamos crecer como persona. Sin embargo, si simplemente evitamos esas experiencias que no nos gustan, nuestro "yo" se encogerá cada vez más.
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