Convierte el dolor en crecimiento

Convierte el dolor en crecimiento

Para iniciar un diálogo con el sufrimiento hay que tener claro que el dolor nos advierte que algo en nuestra vida no va bien.

Convierte el dolor en crecimiento

Última actualización: 13 de abril de 2022

El dolor es inherente a la vida. Es una parte de ella de la misma manera que la alegría y la felicidad. Tendemos a pensar que es un capricho del destino, pero no es más que una extensión de nuestra existencia. Por eso no podemos evitarlo y cualquier esfuerzo por hacerlo será agotador e inútil.



El dolor, como la alegría, nos acerca a nuestra esencia más primaria. Ambos nos dan las lecciones de vida más importantes y guían nuestros pasos.

Pero muchas veces convertimos el dolor en sufrimiento. En un trago amargo y eterno que también bebemos de forma agresiva y morbosa. De alguna manera, es como si estuviéramos buscando desesperadamente más sufrimiento del que ya existe.

El sufrimiento es una adición más al dolor, no el dolor en sí mismo.

No es malo tener nostalgia o querer estar solo con tu dolor. A veces es incluso necesario. Tomar un café a solas, ese momento de encuentro con la intimidad más solitaria. El encuentro con la propia humanidad.

El aspecto más preocupante, y que provoca más sufrimiento, es el peso que nos añadimos eligiendo escalar una montaña empinada. Por ejemplo, cuando nos repetimos a nosotros mismos que la tristeza durará para siempre.

Convierte el dolor en crecimiento

Pero hay buenas noticias: podemos revertir ese sufrimiento, mejor aún podemos convertirlo en una lección de vida que aumente exponencialmente nuestra sabiduría existencial.


¿Cómo? José Antonio García-Monge, uno de los psicólogos y personas que más influyeron en mi vida, lo explica en uno de sus libros.


Cuando nos enfrentamos a ese camino por el que han pasado tantas mentes inquietas, alcanzamos una sabiduría que nos permite comprobar que el dolor es humano e inseparable del acto de vivir.

De la misma forma, queda claro que el sufrimiento es un artificio que le sumamos y nos podemos deshacer.

1. Reconocerlo

Necesitamos identificar nuestro sufrimiento. Saber si es un dolor que afecta mental, físicamente, socialmente, existencialmente, etc.

Hay varios tipos y debemos saber reconocerlos, mirarlos y propiciar ese encuentro especial del que hablábamos antes.

2. Tener un diálogo honesto con el sufrimiento

Para iniciar un diálogo con el sufrimiento, hay que tener claro que el dolor nos advierte que algo en nuestra vida no va bien.

Algo está interrumpiendo nuestra tranquilidad. Por eso necesitamos entender de dónde viene este dolor y por qué aparece.

Respondiendo a estas preguntas ya hemos alcanzado un gran hito. Pero para hacernos estas preguntas necesitamos ser honestos y escuchar lo que este dolor nos quiere decir.

No vale la pena huir despavorido, ni escucharlo a medias. Debemos escucharlo con todos nuestros sentidos y con la mayor sinceridad. posible porque el dolor nos desnuda y nos descubre.

3. No lo conviertas en sufrimiento

Como dice García-Monge “La el dolor puede quemar una parte de nuestro cuerpo. El sufrimiento tiene el poder de deteriorar a la persona entera".


El sufrimiento tiene el poder de bloquear completamente nuestra mente, haciéndonos incapaces.

Transformamos nuestro dolor en sufrimiento en el momento en que lo proyectamos en el tiempo, lo dotamos de una permanencia infinita o lo magnificamos con mensajes catastróficos y desesperanzadores.


4. Asumir la responsabilidad de transformar el dolor

Esto no significa culparnos a nosotros mismos. Asumir la responsabilidad de su dolor pasa por reconocer lo que hacemos para amplificarlo.


Lo que la hace crecer, lo que hace que una lluvia ligera se convierta en una inundación.

Poner las propias responsabilidades en los demás vuelve a ser un ejercicio inútil lo que eventualmente generará más dolor. Efectivamente, es uno de los engaños que suelen sobrevivir en el menor tiempo posible.

5. Deshazte del sufrimiento sin cambiar su lugar

Con los pasos anteriores ya habremos conseguido bastante, pues ofrecen una paz que no encontramos cuando aplazamos indefinidamente la cita con el dolor. Un encuentro cara a cara a solas.

Tal vez podamos apaciguarlo y cada persona es única y sabe qué puede ayudarlo o no. No existen soluciones igual de eficaces para todos, ni varitas milagrosas. Vivir también significa esto.

6. Transformar el dolor para crecer (a pesar de esto)

“Existencialmente que somos más grandes que nuestro propio dolor “, Dice García-Monge. Una vez más, una frase que me incita a escribir. Ser más grande que nuestro dolor implica que NO somos única y exclusivamente nuestro dolor.


Implica reconocer que tenemos recursos que debemos descubrir y utilizar para ayudarnos y acompáñanos en este paso difícil pero muy humano, gracias al cual es posible transformar el dolor en crecimiento.

Conclusiones

Invitamos a todas las personas que están pasando por un mal momento a escucharse con la honestidad que esto requiere, a aceptar lo suyo y no ajeno, a abrazarse. Después de todo, en esto consiste el camino del crecimiento de la vida.

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