¿Conoce los planes secretos de su crítico interior?

¿Conoce los planes secretos de su crítico interior?

Todos tenemos una voz interior que puede adoptar un tono reconfortante para hacernos sentir mejor cuando estamos deprimidos, o para decirnos que estamos a salvo y que todo estará bien. Pero otras veces ese rumor puede ser muy duro. Puede golpearnos sin piedad al recordarnos todo lo que hicimos mal.

Esa voz representa uno de los diferentes "yoes" que tenemos dentro. Según la “Teoría del Yo”, de hecho, nuestra personalidad está formada por diferentes “Yoes” que toman el control si es necesario, para protegernos de los peligros, garantizar nuestra supervivencia y hacernos menos vulnerables.



Uno de esos "yoes" asume el papel de crítico y puede decirnos cosas como "no lo intentaste ni lo intentaste lo suficiente", "presta más atención" o "nunca haces nada bien". Aunque muchas veces las recriminaciones de ese "yo crítico" no son agradables, hay que prestarles atención porque sigue un programa oculto que suele tener un fuerte impacto en nuestro equilibrio mental.

Las 3 razones que guían a nuestro crítico interior

1. Intenta motivarnos. Nuestra voz crítica puede decirnos que “somos desesperadamente perezosos para no ir al gimnasio” o que “estamos en la bancarrota por haber perdido una excelente oportunidad laboral” tratando de motivarnos, aunque parezca paradójico.

Cuando nuestra voz interior adquiere este tono, generalmente repite un patrón que aprendimos en la niñez, quizás porque nuestros padres o maestros usaron esas palabras con nosotros. En la práctica, nuestro crítico interior cree que culparnos a nosotros mismos por estar equivocados nos empuja a esforzarnos más.

Por lo tanto, esta voz interior crítica nos reprende fuertemente al despertar recuerdos de errores pasados. Nos recuerda constantemente que no hemos estado a la altura de animarnos a crecer y nos castiga por generar sentimientos negativos de los que queremos liberarnos mejorando nuestro desempeño.



Desafortunadamente, un estudio realizado en la Universidad de Brandeis reveló que ser demasiado duros con nosotros mismos y castigarnos con pensamientos negativos trae los resultados esperados. De hecho, puede hacernos sentir más incompetentes, imperfectos o deficientes. Por el contrario, adoptar una actitud más compasiva y aceptar el fracaso nos motiva más a mejorar.

2. Trate de devolvernos el control. A medida que aumenta el nivel de incertidumbre, puede resultar particularmente difícil hacer frente a la sensación de pérdida de control. En estos casos, nuestro crítico interno puede intervenir para decirnos cosas como "si nos esforzamos más, tendremos éxito" o "si prestamos más atención, no fracasaríamos".

Estas frases son en realidad una lucha contra el sentimiento de impotencia y descontrol. Si bien pueden parecer recriminaciones, su objetivo final es fortalecer el locus de control interno. En otras palabras, recuerde que podemos hacerlo mejor si nos esforzamos más. Esta estrategia puede tener un efecto secundario: esperar demasiado de nosotros mismos.

Lo que debería tener un efecto de empoderamiento puede volverse en nuestra contra, haciendo que nos convirtamos en víctimas y perpetradores de nosotros mismos. “Esta autorreferencialidad genera una libertad paradójica, que por las estructuras de obligación inherentes a ella se convierte en violencia, de modo que todos terminan llevándose consigo su campo de trabajos forzados”, advierte el filósofo surcoreano Byung-Chul Han.

De hecho, debemos ser conscientes de que algunas cosas están bajo nuestro control, pero otras no. No debemos cometer el error de culparnos a nosotros mismos y esforzarnos más de lo que podemos, solo porque tenemos miedo de admitir que no podemos controlarlo todo.


3. Intenta protegernos. Este "yo protector" es uno de los primeros aspectos de la personalidad que se desarrolla para mantenernos a salvo. Es una especie de guardaespaldas que está constantemente alerta para detectar los peligros que acechan y determinar cómo protegernos.


Esa voz crítica nos dirá cosas como "no seas ridículo" o "no sudes, no te sonrojes, no muevas tanto las manos o se darán cuenta de que estás nervioso". Examinará constantemente el entorno para determinar qué comportamientos tienen más probabilidades de ser aceptados socialmente.

Nos asegura que seguimos un conjunto de reglas porque garantizan nuestra seguridad y aprobación social. La voz crítica que se activa en nuestra cabeza se asegura de que no actuemos de manera inapropiada o ridícula. Nos ayuda a evitar errores, nos permite seguir los puntos de referencia para actuar con eficacia, evitar ser descuidados o groseros.

Uno de los principales problemas de este tipo de críticas es que perdemos espontaneidad. Nos volvemos menos auténticos porque nuestro yo controlador o protector nos controla y nos dice qué hacer para complacer a los demás.

Si esta autocrítica se vuelve excesiva, muy pronto nos sentiremos abrumados y se activará un mecanismo de autoobservación que generará justamente el efecto contrario: nos pondrá más nerviosos y seremos menos efectivos en nuestras interacciones sociales. Un estudio realizado en la Universidad de Harvard reveló que nada se pega con tanta intensidad como lo que queremos ignorar, es lo que se conoce como efecto rebote.

Cómo utilizar la crítica interna para crecer

De hecho, se necesita esa voz interior crítica. No hay nada de malo en ser autocrítico. Pero debemos asegurarnos de que la voz interior no tome el control y, sobre todo, debemos estar atentos a sus mensajes porque la forma en que nos hablamos, el discurso que tejemos en torno a nuestros fracasos, debilidades y errores es muy importante.


Un estudio realizado en Kingsway Hospital en el Reino Unido reveló que nuestra voz interior crítica no es un proceso unitario, sino que adquiere diferentes funciones, sigue diferentes objetivos y se alimenta de diferentes emociones. Estos psicólogos concluyeron que "las personas autocríticas tienen mayor riesgo de padecer alguna psicopatología que las que se calman". Otro estudio realizado en la Universidad Estatal de Georgia relacionó los altos niveles de autocrítica con síntomas depresivos más graves.


El objetivo no es eliminar ese "yo crítico", sino aprender a lidiar con él. Luchar contra estas afirmaciones o tratar de ignorarlas no suele ser muy eficaz. La autocrítica a menudo parece reflejar la verdad, lo que la hace muy convincente.

En cambio, podemos practicar la defusión. Es una técnica que nos ayudará a reconocer que nuestras críticas son solo ideas, no hechos. De esta forma podemos diferenciar nuestros pensamientos de la realidad y reducir el impacto negativo de la crítica, debilitando su control sobre nuestro estado de ánimo y comportamiento.

Una de las técnicas de defusión consiste precisamente en captar el objetivo oculto detrás de las críticas que nos hacemos. Por eso, debemos tratar a nuestro crítico interno de una manera más compasiva. Podemos decirle: "Entiendo lo que estás haciendo y te lo agradezco, pero hay otras formas de lidiar con esta situación".

En última instancia, nuestro crítico interno solo está tratando de protegernos o motivarnos. Es solo que a veces no puede encontrar la mejor manera de hacerlo y tenemos que darle ayuda extra conscientemente.

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