La psicología del resentimiento

    La psicología del resentimiento

    La psicología del resentimiento

    Última actualización: 06 de enero de 2015

    Dos hombres habían dividido injustamente una celda de prisión durante varios años., soportando todo tipo de maltratos y humillaciones. Una vez libres, después de años se reencontraron: - ¿Te acuerdas a veces de los presos? - No, gracias a Dios lo he olvidado todo - respondió - ¿Y tú? - Los sigo odiando con todo mi ser - respondió el otro. El amigo lo miró a los ojos por unos instantes, y dijo: - Lo siento por ti. - Si es así, significa que todavía estás en prisión. (Relato corto)



    El rencor es un sentimiento profundo y persistente de ira, un resentimiento profundamente arraigado que hace que uno pierda el equilibrio y enferme el cuerpo y la mente. El origen del resentimiento puede deberse a varios motivos (insultos, demasiada confianza, engaños, ofensas, malos tratos). El resentimiento se acumula en un deseo de venganza. Todos la hemos padecido al menos una vez, adoptando en ocasiones conductas que iban en contra de nuestra personalidad, a sobrellevar los desequilibrios y angustias que genera este sentimiento. Por lo general, todos somos fieles a nuestros principios de conducta, aunque muchas veces estos no coincidan con los de los demás.

    Donde algunos ven una ofensa imperdonable, otros pueden ver algo sin importancia. Y aunque el acto realizado fuera el mismo, sufrirán menos los que piensan que el acto fue menos importante.

    Si te parece que alguien te ha maltratado injustamente, la vida se lo recompensará, pero ninguno de nosotros debe ser juez, debemos ser responsables solo de nosotros mismos, cambiando la forma de ver las cosas y no pensando que si alguien nos ha engañado, otros harán lo mismo. Cada uno de nosotros es único, no cometamos el error de pensar que los demás deben pensar como nosotros. Nadie será nunca como lo queremos y hay muchas posibilidades de que nos hagan daño varias veces. Para ello es necesario saber que todo cambia y que también nosotros somos capaces, si queremos, de engañar.



    Si tomamos la decisión de transformar la amargura, la ira profunda en un resentimiento continuo y duradero, solo generaremos resentimiento, arma peligrosa que desequilibra y embota la mente, impidiéndonos disfrutar de la vida. Y no olvides que muchas veces duele más el rencor que la ofensa recibida.


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