La bondad cognitiva: un compromiso psicológico

La bondad cognitiva: un compromiso psicológico

Ser amable requiere buena voluntad y atención a todo lo que dices y haces. En un mundo que tiene prisa y que se deja llevar por los juicios fáciles, ser bueno con los demás exige reflexión y coherencia.

La bondad cognitiva: un compromiso psicológico

Escrito y verificado por el psicólogo. ObtenerCrecimientoPersonal.

Última actualización: 18 de febrero de 2022

Ser un poco más amable con los demás podría cambiar nuestras vidas, pero no hay tiempo. Nos sentimos abrumados por las prisas, las preocupaciones, la ansiedad y muchas veces el cansancio acumulado, así como la falta de voluntad. La bondad cognitiva es un recurso que podría afectar a nuestro bienestar si fuéramos más respetuosos, afables y cordiales.



Este es un nuevo concepto sobre el que vale la pena reflexionar. Los avances en la comprensión de la cognición humana nos dicen que razonar, pensar y reflexionar requieren tiempo, voluntad y energía. Esta secuencia nos lleva a actuar muchas veces de manera automática, guiados por prejuicios o siguiendo determinados impulsos.

Por así decirlo, somos unos avaros cognitivos; intentemos dar una opinión lo antes posible para reducir el gasto energético. Esto interfiere con nuestras relaciones. Por ejemplo, nos distancia y nos hace menos empáticos con los demás.

Siempre es más fácil juzgar que preguntar y dejarse llevar día por medio por juicios y estereotipos. Todo esto teje, poco a poco, la telaraña de una sociedad más insensible, fría y hasta egoísta.

Sin duda, actuar con amabilidad cognitiva podría ser la mejor respuesta a este contexto. Descubramos más de cerca en qué consiste.

La bondad cognitiva nos anima a estar más presentes, más atentos a nuestra realidad más cercana. Ser empáticos, conscientes y receptivos con los demás y con nuestro contexto significa desarrollar una mente más abierta hacia el presente, no tanto hacia nuestro mundo interior.



¿En qué consiste la bondad cognitiva?

La amabilidad cognitiva está un paso por delante de la inteligencia emocional. Mientras que el segundo intenta predisponernos a comprender y gestionar las emociones, el primero intenta dar un nuevo rumbo a la forma en que reelaboramos la realidad con más amabilidad y respeto. Significa aprender a pensar, reflexionar e interpretar lo que nos preocupa con mayor dedicación y sensibilidad.

Si nos preguntáramos qué es la ciencia cognitiva y qué es el cognitivismo, hay que decir que es un campo interdisciplinar. Significa hablar de la mente, de los procesos que le conciernen, de sus funciones; significa referirse al lenguaje, la memoria, el razonamiento, la atención.

Pues bien, el estudio sobre la bondad pretende comprender por qué el cerebro puede empujarnos a actuar con poco afecto hacia las personas que nos rodean.

El término bondad cognitiva es bastante reciente. Por ejemplo, fue utilizado en varias charlas TED por la psicóloga estadounidense Karen Yu. Durante estos discursos, el experto se preguntaba por qué, si la mente es nuestro recurso individual más preciado, no la convertimos en una entidad más rica en bondad.

En un mundo cada vez más complejo, esta dimensión es necesaria para configurar un presente y un futuro más llenos de esperanza. Examinemos algunas dimensiones útiles para comprender mejor este concepto.

Seguimos alimentando falsas creencias sobre la bondad

Hoy en día damos seguimiento a algunas creencias que restan valor a la bondad. Estos son los siguientes:

  • Ser amable te hace vulnerable. Este tipo de razonamiento está absolutamente sesgado, porque es la amabilidad la que nos permite conectarnos realmente con los demás.
  • La bondad te hace débil. Todavía hoy alimentamos la creencia de que “quien es bueno es ingenuo”.
  • Ser bueno es una pérdida de tiempo.: al final todos se aprovechan de ti. Esto también es una creencia falsa. El estudio realizado por la Universidad Tohuky Gakuin (en Japón) demuestra que quienes son buenos, amables y desinteresados ​​se sienten más felices y satisfechos.
  • Si eres bueno y amigable en el lugar de trabajo, los demás se aprovecharán de ello.. De hecho, esta percepción es otra de las que siguen en pie cuando formas parte de entornos que fomentan la sociabilidad, como la escuela o la oficina.

Un poco como si las actitudes altruistas revelaran algún tipo de debilidad que finalmente nos hace atacables por los demás. De hecho, si todos aplicáramos la bondad cognitiva funcionaríamos mucho mejor como grupo humano, como colectivo.



Al contribuir al bienestar de nuestros semejantes también encontramos el nuestro.

La amabilidad cognitiva como estrategia para fortalecer el cerebro y la convivencia

La bondad cognitiva va mucho más allá del aspecto emocional; implica pensamientos, razonamiento y comportamiento. El estudio de investigación realizado en colaboración con la Universidad de Boston, Rio de Janeira y Valencia explica un aspecto importante: la bondad requiere atención y dedicación a los demás y también la buena voluntad de ponerse en los zapatos de los demás, en la propia situación.


Para llevar a cabo estos procesos debemos comprometernos "cognitivamente". Significa dejar de pensar en piloto automático., evitando actuar guiado por prejuicios.

Esto te permite razonar después de meditar y reflexionar. Sólo así podríamos percibir la realidad. Sólo así nos permitimos ser más sensibles a las necesidades de los demás.

Cómo poner en práctica esta habilidad cognitiva

La bondad cognitiva no puede surgir en nosotros de la noche a la mañana. No es fácil activarlo porque requiere la difícil tarea de desactivar sesgos, patrones de pensamiento negativos y una reformulación de conceptos.

En primer lugar, una actividad que todos deberíamos empezar a practicar es deja de tener prejuicios. 

No hay nada que dañe más la convivencia que emitir un juicio sin saber; sacar nuestras propias conclusiones sin estar conectados con la realidad del otro, dejando de lado los prejuicios.

Por otra parte, la bondad no es sólo un sentimiento: requiere acciones, decisiones a tomar y llevar a cabo. Por ejemplo, no es suficiente tener el presentimiento de que mi compañero de trabajo está preocupado. Lo que marca la diferencia es dar un paso al frente y preguntarle qué necesita.


En esencia, ser más generosos cognitivamente requiere la suma de inteligencia emocional, atención, reflexión, decisiones a tomar y comportamientos en sintonía con los valores.

Esta práctica es difícil de implementar, pero los resultados pueden ser extraordinarios, especialmente en el contexto actual. Entrenémonos en ser amables para transformar poco a poco este pequeño mundo.

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