Filosofía zen para hacer lo que queremos

Filosofía zen para hacer lo que queremos

Si nos dedicamos a visualizar nuestros deseos más negativos con todo nuestro ser, es probable que pierdan fuerza.

Filosofía zen para hacer lo que queremos

Última actualización: 23 2019 noviembre

En Occidente prevalece la idea de que hacer lo que uno quiere puede conducir a la degeneración o la ruina. Continuamente estamos sometidos a mensajes e imperativos que invitan - nos llevan - a pensar que la represión de nuestros pensamientos, sentimientos y deseos es prueba de superioridad moral. Sin embargo, hay otras formas de pensar, como la filosofía zen, que ayudan a vivir con más serenidad.



La nuestra es una cultura esencialmente prohibitiva. Partimos del concepto de que la educación consiste en aprender a evitar pensamientos, comportamientos y sentimientos no deseados. Sin entender por qué, desde pequeños nos enseñan que hacer lo que queremos es señal de inmadurez.

La filosofía Zen dirige el pensamiento en una dirección muy diferente. Durante milenios, los seguidores de esta forma de pensar han entendido que la prohibición tiene el efecto contrario. En otras palabras, la represión acaba aumentando el deseo hacer lo que está prohibido. Todo lo que se tilda de negativo y hay que evitarlo, como ejemplo de una buena acción, adquiere un atractivo aún más poderoso, por el simple hecho de haber sido prohibido de forma autoritaria.

“La represión desde fuera se apoya en la represión desde dentro. El individuo sin libertad traslada sus gobernantes y sus reglas dentro de su aparato mental. La lucha contra la libertad se reproduce, del mismo modo, en el psiquismo del hombre reprimido”.

-Herbert Marcuse-

Filosofía zen: el conflicto entre actuar y no actuar

Los estudios antropológicos de Margaret Mead han destacado las diferencias de valores y reglas al observar diferentes tipos de sociedades. La famosa investigadora subraya algunos puntos importantes de sus estudios. Entre estos, el hecho de que en sociedades más machistas o matriarcales, hay un mayor porcentaje de homosexuales. Desde el punto de vista de la cultura occidental, esto sería una contradicción. Pero desde el punto de vista de la filosofía zen, es una consecuencia lógica de la prohibición de cierta propensión sexual.



Hablando de prohibición, otro claro ejemplo es el del consumo de alcohol en Estados Unidos. Durante muchos años, el alcohol fue considerado un producto ilegal y, a raíz de esta ley, no solo aumentó enormemente su consumo ilegal, sino que abrió la puerta al desarrollo de un crimen organizado que se dedicaba al contrabando de bebidas alcohólicas.

Al contrario de lo que pensaban los defensores de la prohibición, cuando se legalizó el alcohol, el número de consumidores no aumentó. De lo contrario, con el tiempo, los usuarios de drogas ilícitas han aumentado.

Estos datos muestran que la represión, en sí misma, no es la forma de gestionar los deseos que podríamos definir como negativos. La filosofía zen, por otro lado, te invita a aceptar pensamientos, sentimientos y deseos prohibidos en un intento por comprenderlos. Es, de hecho, la única manera de eliminarlos. Algunos experimentos confirman este enfoque.

Un experimento con el deseo

Profesor Carey Morewedge, de la Universidad de Boston, realizó un experimento particularmente ilustrativo de este tipo de dinámicas. Reunió a 200 personas que decían ser amantes del chocolate. Estos voluntarios se dividieron en dos grupos. Al primer grupo se le pidió que imaginara comiendo 30 chocolates, uno por uno. Al segundo grupo se le pidió que imaginara comiendo solo 3 chocolates.

En la habitación, frente a ambos grupos, había un cuenco lleno de exquisitos chocolates. La hipótesis inicial era que el primer grupo, al tener que pensar en el chocolate de forma repetitiva, experimentaría un mayor deseo de comer chocolate. Mientras que el segundo, que solo tuvo que pensarlo 3 veces, habría tenido un deseo menor.


La cultura occidental nos dice que alimentar el pensamiento con una imagen genera un deseo por esa imagen. De hecho, el experimento demostró exactamente lo contrario. Las personas del primer grupo, que pensaron en el chocolate 30 veces, ni siquiera comieron un solo chocolate del tazón. Aquellos que podían permitirse "sólo" 3 bombones imaginarios sentían la necesidad de comerse más de uno.



La represión del pensamiento.

Los estudiosos han llegado a la conclusión de que cuando tratamos de no pensar en algo, el resultado es todo lo contrario: no podemos dejar de pensar en ello. Si no queremos pensar en fantasmas, empezaremos a verlos por todos lados. La represión de un pensamiento, por tanto, centra nuestra atención en ese pensamiento que estamos tratando de evitar.

Esto demuestra que si nos dedicamos a visualizar nuestros deseos con todo nuestro ser, es probable que los pensamientos que queremos reprimir pierdan fuerza.. Después de desarrollar esta idea, podemos declinarla a nuestro favor, dependiendo del momento. Sentir el deseo de atacar a alguien es muy diferente a atacarlo realmente. Siguiendo esta lógica, visualizar la agresión en nuestra mente hará que este pensamiento destructivo pierda su poder y evitará que se convierta en una acción violenta.


De esta forma el cerebro nos engaña -o nos salva- al confundir realidad e imaginación. Este tipo de "error" puede ser muy útil en varias ocasiones. Cuando nuestros deseos van en contra nuestra o de los demás, nada mejor que dejar que nuestra mente juegue con ellos. Probablemente, solo con esta simple acción, el deseo perderá su fuerza. Y nos sentiremos libres.

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