Péndulo emocional, del silencio al grito

Péndulo emocional, del silencio al grito

Suprimir la ira nunca es una buena idea. Cuando retenemos sentimientos negativos en nuestro interior, se acumulan y crean un péndulo emocional que primero se balancea en silencio y luego desata una agresión incontrolable.

Péndulo emocional, del silencio al grito

Última actualización: 02 agosto 2020

No es exagerado decir que todos somos un poco analfabetos en lo que respecta a las emociones. Generalmente se nos educa en conocimientos y valores, pero no en emociones. Se supone que la ética y la moral nos guían, pero muchas veces llegamos a la edad adulta sin saber gestionar lo que sentimos por dentro. es el llamado péndulo emocional.



Este último se refiere al tratamiento de la ira, una de las emociones más incomprendidas. El péndulo emocional se desarrolla cuando una persona decide “tragarse” su malestar, dejar pasar las injusticias. Sin embargo, con el tiempo, todo se acumula y se convierte en una especie de olla a presión. El péndulo oscila entonces entre dos extremos: el silencio y los gritos.

Es más difícil responder con gracia y tranquilidad que callar con desprecio. A veces el silencio es una mala respuesta, una respuesta muy amarga.

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El péndulo emocional pertenece a aquellos que tienen miedo de sus sentimientos, en particular de la ira.. Estas personas no tienen muy claro cómo poner límites al comportamiento de los demás, lo que les lleva a oscilar entre dos extremos, en la total incapacidad para gestionar adecuadamente sus sentimientos agresivos. No se trata de una situación grave e irresoluble: siempre se puede aprender a gestionarlo todo.

El péndulo emocional y el autocontrol

El concepto de autocontrol no siempre se entiende de la forma más correcta. En general tendemos a confundirlo con represión, pero estamos ante dos realidades bien diferenciadas. El primero es fruto de la conciencia y el conocimiento, el segundo del condicionamiento o el miedo.



La primera gran diferencia entre el autocontrol y la represión es que quienes tienen autocontrol suelen desarrollar esta capacidad antes de enfrentarse a una situación emocionalmente intensa. En otras palabras, todo trabajo se realiza relacionado con el objetivo de preservar un estado de serenidad. Es un estilo de vida, fruto del autoconocimiento y del autocuidado. Es difícil que una persona con autocontrol se moleste por una determinada situación.

La represión, por otro lado, implica un esfuerzo por contenerse. Los sentimientos son muy intensos, pero evitas expresarlos. En este caso hay una especie de ruptura entre las dimensiones interior y exterior.

A veces es necesario recurrir a la represión para evitar que una situación se intensifique. Las personas que se acostumbran a contenerse quisieran expresar lo que sienten, pero por alguna razón no pueden.

El ciclo del péndulo emocional

Aquellos que reprimen sus emociones experimentan más a menudo la realidad del péndulo emocional que oscila entre el silencio absoluto y los gritos incesantes. Las personas que se reprimen no saben expresar su malestar, al menos a través de la ira.. Como resultado, todo esto conduce al conflicto, que es exactamente lo que les gustaría evitar.

No se sienten con derecho a expresar su desacuerdo o molestia. De una forma u otra, están convencidos de que sus sentimientos no son lo suficientemente válidos o legítimos como para expresarlos a los demás. Se callan y se reprimen porque algo o alguien les hizo creer que no deben decir lo que sienten..


Este malestar interior se acumula hasta reventar. En ese momento el sentimiento de ira se apodera de las personas que hasta entonces lo han reprimido como una bomba de relojería. Las consecuencias pueden ser desastrosas hasta el punto de convertirse en un motivo más de inhibición y recaída en el círculo vicioso de la represión.



Menos represión, más asertividad

Solo hay una solución para no caer en el llamado péndulo emocional y es evidente: Di las cosas en el momento en que las sientas por dentro.. No tienes que esperar el mejor momento para hacerlo o la razón correcta. Si expresamos de inmediato lo que tenemos que decir, evitando esperar y acumular ira, la carga emocional será menos pesada.

Mantener todo dentro es una especie de trampa emocional. Llegamos a un punto en el que es materialmente imposible ser asertivo porque hay demasiadas emociones acumuladas. La asertividad es la capacidad de decir las cosas para que los demás puedan entenderlas de la manera correcta. Se trata de ser claros ya la vez respetuosos, pero sobre todo coherentes en decir exactamente lo que pensamos o sentimos.


Cuando se acumula tanto enfado y surgen situaciones explosivas, es prácticamente imposible ser asertivo. La ira y el resentimiento nos ciegan. No nos permiten comunicarnos, sino que nos empujan a devolver las ofensas recibidas y acumuladas con el fin de hacer daño.. La represión nunca es la elección correcta, por el contrario, nos envenena por dentro y acaba hiriendo también a los demás.

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