Haz algo que asuste todos los días.

Haz algo que asuste todos los días.

Haz algo que asuste todos los días.

Última actualización: 21 marzo, 2018

El miedo es una de esas fuerzas que nos lleva a emprender grandes obras de defensa o a convertirnos en esclavos.. Para construir mecanismos para protegernos y enfrentar el peligro o para encerrarnos y poner un muro frente al mundo. Tenemos que enfrentarla para que no se salga de control. De ahí la propuesta de hacer algo que asuste todos los días.



Es muy probable que las personas que te quieren no te inviten a hacerlo, porque quieren protegerte. A menudo, de hecho, tratan de convencerte no exponerse, no arriesgarse y no experimentar la incomodidad de enfrentar el miedo.

“El hombre que tiene miedo sin que haya peligro, inventa el peligro para justificar su miedo”.

-Alain-

Lo hacen de buena fe. El miedo no es precisamente una sensación agradable, aunque hoy en día hay muchos adictos al riesgo. En condiciones normales, lo experimentamos como una preocupación de la que tratamos de deshacernos lo antes posible. Lo malo es que de esta forma también acabamos construyendo estilos de vida estancados.

Hacer algo aterrador: salir de la zona de confort

La zona de confort es cualquier lugar donde tenemos todo fácilmente bajo control. Es otra forma de llamar rutina, lo conocido, lo familiar y, por ello, todo lo que nos invita a quedarnos ahí y flotar, sin desafiarnos, sin crecer, sin avanzar.

Por supuesto, es muy saludable tener zonas de confort. Espacios físicos y emocionales que nos permiten dejar de lado las preocupaciones y apagar el interruptor, para tomar decisiones y disfrutar de las pequeñas cosas, sin otra pretensión que la de estar tranquilo. Estos espacios son absolutamente necesarios para digerir las experiencias, asimilarlas y reequilibrarnos.



A veces sucede, sin embargo, que funcionan como burbujas que terminan por alejarnos de experiencias preciosas. Actúan como refugios que nunca queremos dejar. Ayudan a mantener a raya los miedos, incluso aquellos que tendríamos que afrontar y superar para crecer o reducir algún sufrimiento. Por eso, cuando decimos que hagas algo que asuste, básicamente te invitamos a salir de tu zona de confort.

El miedo está en todas partes

El miedo, en principio, funciona como un medio de preservación. Cuando crece demasiado, comienza a invadir las almas de las personas como una mala hierba. Tiene una dinámica muy particular: se retroalimenta. El miedo tiende a aumentar, a crecer por sí mismo. Además, si no le pones límites, puede aumentar de forma desproporcionada..

Todos necesitamos un poco de miedo para vivir, pero también todos corremos el riesgo de sucumbir a él. Lo cual, de hecho, a menudo sucede de manera imperceptible. Tenemos miedo de hablar en público y construimos una vida en la que nunca tenemos que hacerlo, o evitamos cualquier situación que nos pueda llevar a enfrentarnos a esta situación. Parece lógico. Lo que no es lógico es que tal vez de esta manera estamos renunciando a pequeñas y grandes oportunidades, únicamente en base a este miedo.

Esto también sucede con temas más relevantes, como el sufrimiento. Tenemos miedo al sufrimiento y, por ello, renunciamos a mil buenas experiencias de la vida para protegernos. O tenemos miedo a la soledad y renunciamos a nuestra libertad para no vernos expuestos a este riesgo.

Hacer algo que te asuste

La cuestión es que no hay otra forma de vencer el miedo que enfrentándolo. De esta manera también comienza a operar una dinámica en la que cuanto más lo enfrentas, más valiente y capaz te sientes de hacerlo. El coraje también se alimenta a sí mismo.



Cuando decides hacer algo que te asusta, empiezas a descubrir otros aspectos de ti mismo, aumenta la confianza en uno mismo y también el amor propio. Ser capaz de superar estos límites nos hace sentir bien. Sin embargo, está claro que el miedo también tiene diferentes niveles. No podemos empezar por lo que nos aterroriza, porque quizás no estemos preparados y así, en vez de alimentar nuestro coraje, acabaríamos teniendo más miedo que cuando empezamos.


Puede ser efectivo seguir el hábito de hacer algo que nos asuste todos los días. Y para ello podemos empezar por pequeños miedos. Por ejemplo, si tenemos miedo a la oscuridad podemos permanecer un par de minutos en total oscuridad. Y salir un poco más fuerte que antes. O simplemente caminar por algún lugar que no conocemos y que no inspira confianza.

Tú y solo tú sabes por dónde empezar. ¿Lo intentarás?

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