Hay intimidad cuando te quitas la armadura, no la ropa

Hay intimidad cuando te quitas la armadura, no la ropa

Hay intimidad cuando te quitas la armadura, no la ropa

Última actualización: 18 de febrero de 2022

Después de una noche de sexo con otra persona de la que no sabes mucho, te despiertas con una sensación extraña. Lo hemos pasado muy bien, y mucho, pero falta algo. No nos sentimos del todo cómodos, sentimos una sensación de vacío. Hay pocas lagunas particulares como esta: rara vez sientes una falta de intimidad como en este caso.



Este sentimiento se debe en su mayoría a la búsqueda de afecto, queremos sentirnos amados y lo hacemos a través del sexo, pensando que la intimidad de dos cuerpos desnudos es la única posible por el esfuerzo y tiempo que lleva construirla, por el trauma que puede dejar si es traicionado.

“No sé la receta para luchar contra el desamor, pero no creo que dejar de amar funcione”

(Enrique Hernández Reina)

El sexo sin amor existe

A menudo hablamos de sexo y amor, los confundimos y los mezclamos todo el tiempo. Podemos tener una experiencia sexual muy placentera con alguien sin que exista una relación amorosa. La psicóloga Silvia Olmedo sostiene que el deseo sexual puede manifestarse incluso sin amor y sin ningún otro tipo de afecto o emoción.

Sin embargo, los encuentros sexuales frecuentes, con todas sus implicaciones en términos de deseo, emociones, intimidad y sexo, pueden ser la base de una relación romántica. No es raro que tras repetir este tipo de encuentros varias veces, vaya surgiendo poco a poco la conexión y la complicidad entre los socios.

La intimidad es mucho más que una noche de pasión

Intimus es una palabra latina que indica un concepto similar a "más profundo", "más profundo". En otras palabras, se refiere a nuestro mundo interior, ese que no mostramos a los demás. Mantenemos escondidos nuestros sueños, nuestros miedos, lo que nos da alegría y lo que nos avergüenza. Todo esto lo ocultamos porque, si se lo confiáramos a la persona equivocada, nos expondríamos a heridas muy profundas.



Entrar en intimidad con otra persona implica mostrar tu mundo interior y ver que el otro nos muestra el suyo también. Implica complicidad, un saber construido con el tiempo, la curiosidad por saber quién es el otro, la seducción. La intimidad se crea dando un paseo, charlando en el bar, cocinando un plato juntos, viajando, mandando un mensaje para saber cómo está el otro.

El sexo también es una manifestación de la intimidad, pero no es la única. La intimidad, en general, ya sea dentro del sexo o no, requiere una situación en la que nos sintamos seguros y cómodos. Un espacio donde nos sentimos nosotros mismos y no tenemos miedo.

“La intimidad entre las personas es indulgencia, tolerancia, es un recinto en el que se salvaguarda la seguridad personal”.

(Teodoro Adorno)

Si lo piensas bien, cuando conoces a una persona, no sabes nada de ella y, al cabo de un tiempo, te das cuenta de que muchas cosas no son lo que pensabas. Son diferentes ya veces mejores. Siente que tú también eres diferente, porque has abierto tu corazón a esta nueva persona.

La intimidad se logra cuando no se necesitan palabras. Basta una mirada para entender lo que piensa el otro. La intimidad se crea cuando te olvidas de mirar el reloj y dejas pasar los minutos y las horas, cuando el tiempo se ralentiza con cada gesto cariñoso.

¿Le tenemos miedo a la intimidad?

En la sociedad actual, todo va demasiado rápido: cuando conocemos a una persona, ya podemos evaluar la posibilidad de un encuentro sexual con ella, sin una condena de la sociedad como en el pasado. Podemos tener miedo de que el otro descubra nuestros secretos, podemos tener miedo de ser rechazados nuevamente, por eso, en cuanto surge un poco de intimidad, huimos.


La intimidad surge cuando ya no tenemos miedo de mostrarnos, ya no tenemos miedo de que el otro se dé cuenta de nuestros defectos y nos muestre los suyos y esto requiere tiempo y paciencia. No basta con quitarnos la ropa, también tenemos que quitarnos la armadura; es un proceso de conocerse que lleva meses e incluso años.



Cuando hay intimidad entre dos personas, el sexo mejora porque se convierte en una muestra de deseo, cariño y amor. La intimidad no solo invade la cama, sino todo lo que se cierne en torno a la pareja, su día a día, sus miradas y sus caricias.

Con los amigos pasa lo mismo: cuando conocemos a alguien con intereses similares, sentimos una cierta conexión, empezamos a compartir algunas cosas, a conversar, a descubrir a esa persona hasta que, con el tiempo, se forja una amistad profunda y sincera. .


Superar el miedo a crear intimidad con alguien significa saber gestionar este miedo y ser conscientes de que nos arriesgamos cada vez que mostramos el alma y el corazón. Sin embargo, este riesgo es necesario para vivir, conocernos y disfrutar de nuestra existencia.

"La intimidad es el acto de conectarse con alguien tan profundamente que sientes que puedes tocar su alma".

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