Entrenamiento reactivo: un mecanismo de defensa

Entrenamiento reactivo: un mecanismo de defensa

El entrenamiento reactivo es un mecanismo de defensa. Ocurre cuando una persona siente un deseo instintivo y, en cualquier caso, inconsciente, que, sin embargo, se niega conscientemente.

Entrenamiento reactivo: un mecanismo de defensa

Última actualización: 07 de abril de 2019

El entrenamiento reactivo es un mecanismo de defensa. Ocurre cuando una persona siente un deseo instintivo y, en cualquier caso, inconsciente, que, sin embargo, se niega conscientemente. Esto la lleva a desarrollar un impulso opuesto al que rechaza.



Un ejemplo nos puede ayudar a entender mejor. Imaginemos que una mujer no comparte la actitud de su madre autoritaria. Esta negativa la lleva a albergar odio por la forma en que su madre intenta imponerse y poner límites a su vida de hija. Este odio se percibe como repulsivo: al fin y al cabo, la hija se siente mala persona por el solo hecho de sentir odio hacia la madre. Luego desarrolla un comportamiento de entrenamiento reactivo: se esfuerza por complacer a su madre y cuidarla.

El entrenamiento reactivo es un mecanismo de defensa complejo mediante el cual los sentimientos e impulsos inaceptables se modifican para volverse aceptables.

-Isaacson Robert-

Obviamente este mecanismo de formación reactiva surge y se desarrolla en el inconsciente. El sujeto no se da cuenta de que lo ha desarrollado. Simplemente, como en nuestro ejemplo, hay un fuerte impulso de actuar de cierta manera. Revelar la presencia de este proceso es la exageración de las manifestaciones.

Entrenamiento reactivo, sobreprotección y laxitud

Uno de los casos más típicos de formación reactiva es el opuesto al ejemplo anterior. Ocurre cuando un padre alberga resentimiento o rechazo hacia sus hijos. Todas las normas sociales les imponen amor incondicional. Por esta razón, la hostilidad hacia los hijos da lugar a un sentimiento inconsciente de culpa.



En estos casos, el entrenamiento reactivo desencadena una fuerte necesidad de sobreprotección. Pero, ¿de qué los protegen tanto en realidad? De los sentimientos de hostilidad que ellos mismos sienten hacia sus hijos. Temen que el rechazo les haga daño. Protegerlos demasiado es una forma de evitar este daño, o de correr para cubrirse. Aquí entonces aparecen los padres autoritarios, que alimentan la adicción en sus hijos.

También se da la situación contraria, es decir el sentimiento inconsciente de culpa da lugar a una laxitud sin límites. Dejas que tus hijos hagan lo que quieren. No se les pone límites, según un mecanismo de compensación erróneo. Como resultado, acaban fomentando actitudes irresponsables y comportamientos nocivos en sus hijos. Los convierten en personas pretenciosas y dependientes.

Otros casos de entrenamiento reactivo

Otros casos frecuentes de formación reactiva son los propios de los hombres machistas o de las llamadas mujeres feministas. A veces, un hombre no tolera su propia fragilidad, porque le han enseñado que cualquier manifestación de sensibilidad o ternura cuestionaría su hombría. Por esta razón, se ha convertido en una persona fingidamente dura e imprudente, que se impone angustias y desafíos innecesarios. Algo similar ocurre con las mujeres hipersensibles a cualquier manifestación de virilidad.

También hay casos que van más allá de los límites. Son realidades en las que el mecanismo de defensa es más fuerte y está más arraigado, e da lugar a comportamientos extremadamente rígidos, que se vuelven compulsivos. 

Aquí es donde entran en juego las personas comúnmente denominadas "personalidades fanáticas". Sienten fuertes impulsos sexuales y se convierten en los abanderados de la castidad. Incluso se azotaron por haber “forzado” las fantasías. Luego están también los que viven sacrificándose por los demás, llegando a resultados extremos. Probablemente esté tratando de deshacerse de un sentimiento inconsciente de culpa.



Conocernos, conocernos siempre...

Es importante insistir en que las personas desconocen el proceso descrito. No saben reconocer los sentimientos o deseos que rechazan y no se dan cuenta de que han desarrollado impulsos para ocultarlos. Crea una situación de autoengaño y también un comportamiento poco claro hacia los demás, pero todo es inconsciente.


A veces, el entrenamiento reactivo es una defensa no solo para el individuo, sino también para la comunidad. Una familia, un grupo con una idea en común, un grupo de compañeros de trabajo, etc. Estos contextos a veces alimentan el sentimiento de culpa respecto de algunas realidades subjetivas. Por ejemplo, idealizan el amor o lo sitúan en el plano de la perfección y no en el plano humano, de la imperfección. Estas realidades favorecen la aparición de estos mecanismos de defensa.

Hay casos en los que el entrenamiento reactivo se convierte en un obstáculo tan poderoso que nos impide progresar. Se impone e incluso afecta toda la vida de una persona. En estas situaciones, puede convertirse en un riesgo para la salud física y mental.


Llegados a este punto, la única solución razonable es someterse a psicoterapia, para que esta despierte las alarmas y estimule la toma de conciencia de los contenidos inconscientes.

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