Encuentra una razón para levantarte

    Encuentra una razón para levantarte

    Encuentra una razón para levantarte

    Última actualización: 31 de marzo de 2015

    Las personas más hermosas que he conocido son aquellas que han conocido la derrota, el sufrimiento, la lucha, la pérdida y han encontrado una salida al abismo. Estas personas tienen una forma de apreciar las cosas, una sensibilidad y una comprensión de la vida llenas de compasión, humildad y una profunda inquietud amorosa. Las personas hermosas no nacen de la nada.



    Elisabeth Kübler-Ross

    Todos hemos pasado por momentos en los que la vida parecía volverse más y más pesada sobre nuestros hombros.

    Ciertamente hemos observado este fenómeno en otros también. Lo vimos en sus rostros, en sus gestos, en sus manos, en su orgullo, en el halo de sufrimiento que emanaba de sus almas..

    En estos momentos, hemos visto a muchas personas caer y rendirse, mientras que otras, por el contrario, siempre encontraban una razón para no hundirse.

    Porque hay gente que encuentra dentro de sí un punto de apoyo y lo hace aflorar con la sonrisa luminosa de los jugadores experimentados, esos jugadores que al final se quedan con las mejores cartas, para inclinar la balanza a su favor.. Aunque unos minutos antes todos los dieran por derrotas, lo hacen. se levantan

    Estas personas no son particularmente fuertes, ni siquiera son las que guardan sus sentimientos para sí mismos o esconden el dolor. Estas personas tienen una o más razones sinceras para amar la vida..

    Estos motivos responden a razones o deseos que tienen que ver con la pureza de quienes pueden resumir la vida en pocas palabras. Razones que te empujan a luchar sinceramente por la vida aún cuando la vida te sumerge en el abismo y salir de él parece imposible y doloroso.



    Estas personas susurran un grito de esperanza que traspasa la tentación, un demonio escondido que no quiere ser abandonado o la paz engañosa de la derrota. 

    En estos momentos, estas personas, como todos, sienten que es más fácil cerrar los ojos y dejarse caer.. Y luego, ellos también quieren soltarse con la esperanza de que al final habrá un colchón de agua en el que refugiarse hasta recuperar las fuerzas.

    Encontrar un punto de apoyo para muchos es una empresa difícil. Piense, por ejemplo, en una madre soltera con dos hijos que se queda sin trabajo y no encuentra trabajo..

    Seguro que al principio buscará trabajo, teniendo además ilusiones, ilusiones que aún no han sido afectadas por el paso del tiempo.. Sin embargo, si no encuentra trabajo, dejará de autoengañarse y se preguntará: "¿Para qué seguir luchando todos los días si luego vuelvo a la cama con el mismo resultado que tenía al levantarme?".

    Probablemente pensará en sus hijos y en ella se abrirá paso un amor que supera los límites mentales ante los que, en otras circunstancias, habría sucumbido. Sentirá que no tiene otra salida, otra salida, pero nunca se rendirá cuando dos de las personas más importantes del mundo dependan de ella..

    Curiosamente, en estas situaciones, las personas desarrollan una extraña forma de pensar, denominada “falacia del jugador”.. ¿En qué consiste esta falsa creencia?

    La persona que actúa bajo el efecto de este razonamiento piensa como un jugador de cartas, convencido de que, después de vivir varias situaciones desafortunadas, es más probable que el azar o la suerte le acompañen la próxima vez. Es precisamente esta falsa estimación de probabilidad lo que mantiene viva la esperanza y mantiene a la persona luchando.



    En otras ocasiones, construimos un punto de apoyo haciendo muchos sacrificios. Esto sucede cuando todo lo que hemos invertido y construido para llegar a ese punto se convierte en la razón misma que no nos permite rendirnos..

    En estos casos, somos conscientes de que hace tiempo que tomamos la decisión de no considerar otra opción, por muy mal que pudiera salir o por muy peligroso que se volviera el camino.


    En este sentido, creemos que ya hemos evaluado el riesgo del camino que hemos tomado y estamos convencidos de que lo hemos aceptado como nuestro destino, ya sea el mejor de nuestra vida o el peor de nuestros fracasos.

    De una forma u otra, esos apoyos invisibles, desgarradores y sinceros son los que reconfortan el corazón desgarrado, aun cuando el frío parece llegar a los huesos..

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