Ataques de pánico y malentendidos sociales

Ataques de pánico y malentendidos sociales

Ataques de pánico y malentendidos sociales

Última actualización: 26 2016 noviembre

Nadie elige tener un ataque de pánico por capricho. Nadie inventa estos auténticos miedos que aprisionan, asfixian y quitan el aliento hasta el punto de hacernos creer que estamos a punto de morir. Sin embargo, la incomprensión social que se teje en torno a estos trastornos intensifica aún más el sentimiento de angustia y, en consecuencia, de soledad.

Quienes conozcan este tema seguramente recordarán su primer “bautizo” ante los ataques de pánico. Salir del trabajo, por ejemplo, subirse al metro y, de repente, oír gritar a unas personas, se produce la náusea, el desconcierto y el corazón da un vuelco, enloquecido, como si estuviéramos cayendo al vacío, a un profundo abismo.



Se estima que casi el 10% de la población mundial ha sufrido alguna vez un ataque de pánico. El verdadero problema surge cuando esta experiencia aterradora se vuelve recurrente y, lo peor de todo, impredecible. Lo curioso de todo esto es que, a pesar de ser uno de los trastornos psicológicos más comunes en la actualidad, se encuentra entre los menos conocidos..

Las personas con ataques de pánico no son ni débiles ni psicóticas. Ni siquiera necesita nuestra compasión, lo que merece es comprensión y, ante todo, ver estas situaciones angustiosas como una realidad común también a nosotros.

Ataques de pánico y el solitario mundo de los miedos

Sudoración, mareos, sequedad de boca, palpitaciones, náuseas, ahogo... el ataque de pánico viene de repente, como si alguien hubiera presionado ese botón rojo quien de mala fe desata el horror en su sentido más verdadero. De igual forma, no podemos olvidar que a los síntomas físicos se suma la certeza de que realmente has perdido el control y que tu vida corre peligro.



¿A qué le tenemos miedo realmente cuando todo esto pase? A veces el miedo a subirse a un avión, a una gran multitud, a espacios pequeños o incluso a ciertas percepciones distorsionadas de lo que está pasando en el cuerpo. Los miedos, aunque injustificados, se convierten en auténticos devoradores de calma, equilibrio y autocontrol.

Es casi reconfortante saber que todo esto tiene un origen muy claro en nuestro cerebro. Los estudiosos lo han llamado una "red de miedo" y nos dicen que las personas que están acostumbradas a sufrir lo que el DSM-V define como "trastorno de angustia o pánico" tienen una actividad inusual en ciertas áreas del cerebro.

Según un trabajo publicado en la revista Molecular Psychiatry, existe una red en el córtex cingulado anterior que controla nuestra percepción del miedo. En este ámbito se manejan dimensiones como la interceptación o la autopercepción del estado fisiológico de nuestro cuerpo.

¿Qué significa? Básicamente esta dolencia surge porque nuestros mecanismos de miedo son irregulares hasta el punto de generar verdaderas reacciones de pánico, incluso cuando no existe un riesgo real. Es un factor que deberíamos tener en cuenta para entender mucho mejor esta realidad, que está muy lejos de responder a los caprichos de quienes la padecen, que la padecen más que nadie.

Puedes superarlo, pero no solo: busca ayuda

Muchos pacientes con trastorno de pánico prefieren sufrir su problema en silencio si es posible. Pero lo que yace dormido, pero latente, solo necesita un detonante oportuno para que la crisis comience de nuevo. Y lo hace, sin duda. Los demonios del miedo surgen para mezclarse con el desconcierto y la incomprensión de quienes nos rodean y, de esta manera, el problema se intensifica.


Tenemos que dar el paso, buscar apoyo. Debemos considerar que los ataques de pánico pueden estar asociados a enfermedades como hipertiroidismo, hiperparatiroidismo, feocromocitoma, disfunción vestibular o trastornos convulsivos.



Sin embargo, en los casos en los que no existe una enfermedad de base, el tratamiento farmacológico se combina con la psicoterapia. Si bien los medicamentos restablecen los niveles de serotonina en el cerebro, enfoques como la terapia cognitiva conductual (TCC, por sus siglas en inglés), por ejemplo, pueden ayudar tanto con los ataques de pánico como con los trastornos de ansiedad generalizada.

Lo esencial en estos casos es educar a la persona para que observe, comprenda y controle sus sensaciones físicas y al mismo tiempo dotarla de las herramientas para ser consciente de los pensamientos envueltos en episodios de angustia intensa.

Sabemos que no es un proceso corto ni fácil y aunque en estos casos son necesarias algunas técnicas, como la exposición enteroceptiva o el entrenamiento en relajación progresiva, el apoyo de familiares y amigos también es fundamental.

Lo creas o no, los ataques de pánico siguen siendo un tema socavado por las falsas creencias en la actualidad. Nadie se vuelve loco si sufre ataques de pánico. Ni siquiera es un problema asociado únicamente al género femenino y no es una enfermedad a tratar con fármacos.


Es necesario cambiar algunos patrones y estar más cerca de este tamaño. Las enfermedades mentales tienen tratamiento, pero muchos prejuicios sociales hoy en día aún no tienen cura.   

Añade un comentario de Ataques de pánico y malentendidos sociales
¡Comentario enviado con éxito! Lo revisaremos en las próximas horas.