Los que saben escuchar oyen aunque no hablemos

Los que saben escuchar oyen aunque no hablemos

Los que saben escuchar oyen aunque no hablemos

Última actualización: 16 marzo, 2017

Hay gente mágica. Los que esconden un sensor en el corazón que les permite escuchar, sentir al instante dolor, desilusión o felicidad. No hace falta decir nada, porque saben leer entre líneas, entre miradas ya través de los gestos. Hablan el lenguaje del cariño y sus miradas esconden un océano de calma en el que nos gusta refugiarnos.


Emily Dickinson dijo en uno de sus poemas que nadie hubiera vivido en vano si hubiera logrado, al menos una vez, evitar que un corazón se rompiera, para calmar un dolor, para ayudar a un gorrión cansado a encontrar su nido o para aliviar el dolor de una persona. Más allá del carácter poético de estas consideraciones, contienen una idea esencial y bien arraigada: para ayudar, hay que escuchar las necesidades de los demás.


“Aprendí mucho escuchando atentamente. La mayoría de la gente no escucha"

-Ernest Hemingway-

Sin embargo, y todos lo sabemos, en nuestra vida cotidiana hay una presencia críptica llamada hipocresía. Poco a poco empezamos a aceptarlo, de forma casi implacable. Hasta el punto de que no faltan quienes exaltan valores nobles, como el altruismo y el respeto, vistiendo, cada día, la escafandra del yo hermético. Incapaz de ver, oír y comprender a las personas que están cerca de él.

No podemos olvidar que quienes más necesitan ayuda no siempre saben o pueden pedirla. Las víctimas no usan carteles y, a menudo, se refugian en el silencio.. Como los adolescentes que se encierran en su habitación o una pareja que se esconde en la otra mitad del sofá o que llora sola en su lado de la cama.



Saber “sentir y percibir” las necesidades de los demás es lo que nos hace dignos a nivel humano, mientras hacemos uso de esa cercanía emocional que nos enriquece como especie en el cuidado de los que nos rodean. Te invitamos a reflexionar sobre este tema.

Te siento y te comprendo sin que digas nada: lectura emocional

Aunque no lo creamos, la mayoría de nosotros tenemos un poder único: leer la mente. Eso es lo que dice Daniel Siegel, doctor en psiquiatría de la Universidad de Harvard y director del Centro para la Cultura, el Cerebro y el Desarrollo. En su libro The Mindful Brain explica que todos podemos llegar a ser grandes "lectores de mentes", ya que la mente -y aquí está el meollo de la cuestión- descansa sobre un universo de emociones que debemos ser capaces de descifrar.

De hecho, la mayoría de nosotros usamos este "superpoder" a diario.. Solo necesitamos ver el estado de ánimo de nuestro jefe y entender que algo anda mal. Por el tono en el que nos habla nuestra amiga, entendemos que algo le molesta. También sabemos cuando nuestros hijos nos están mintiendo y cuando nuestro hermano se ha vuelto a enamorar de alguien.

Las emociones son como las burbujas de un vino espumoso. Trastornan nuestros universos cotidianos, rostros, expresiones, gestos, palabras. Fluyen a nuestro alrededor, de forma caótica, explotando en pequeñas bombas de información capaces a su vez de provocar en nosotros múltiples sensaciones, desde el momento en que sentimos empatía hacia ellas. Sin embargo, el propio Dr. Siegel nos advierte que hay personas que sufren de “ceguera emocional”. De lo contrario, hay personalidades incapaces de percibir las "burbujas" emocionales de las personas más cercanas a ellos.


William Ickes es uno de los psicólogos que más ha estudiado la dimensión de la empatía a nivel científico experimental. Por extraño que parezca, y este es un hecho muy interesante, a nivel familiar, la capacidad de empatía entre sus miembros no suele superar los 35 puntos. Mientras que en las buenas amistades se superan los 70 puntos.


¿La razón? A nivel familiar es común establecer filtros personales. En algunas ocasiones, solo vemos a nuestros hijos, pareja, hermanos o padres como queremos y no como realmente son. Con una ceguera mental en la que nos aseguramos de que todo está bien, que nuestro “pequeño mundo” no tiene fallas, cuando en realidad hay muchas cosas que remediar y muchos lazos que sanar.


Gente que sabe escuchar con el corazón

Escuchar lo que nos comunican otras personas sin necesidad de palabras se llama comunicación emocional. Este “superpoder” ha evolucionado en nuestra especie a través de todas aquellas áreas cerebrales que configuran la dimensión de la empatía. Desde la Universidad de Monash (Australia) nos explican que la empatía afectiva estaría relacionada con la corteza insular, mientras que la empatía cognitiva estaría situada en la corteza cingulada media, justo por encima de la conexión entre los dos hemisferios cerebrales.

"Hay que escuchar a la cabeza, pero dejar que hable el corazón"

-Marguerite Yourcenar-

Todos tenemos estas estructuras, pero no siempre potenciamos sus capacidades, su energía y ese vínculo que, seguramente, enriquecería enormemente todas nuestras relaciones. La razón por la que no todo el mundo sabe oírnos o escucharnos con esa auténtica cercanía es muchas veces la falta de voluntad o el exceso de ego.. Esto es lo que nos decía Emily Dickinson en su poema: ninguna vida será en vano si puede escuchar y ayudar a otra.


¿Por qué el que siente desde el fondo de su corazón despierta y el que ayuda muestra una verdadera voluntad y preocupación por los demás. Y es aquí donde nace ese poder maravilloso que nos hace únicos, que nos permite tener relaciones de calidad y que, en esencia, nos da el poder más maravilloso que existe: el de dar felicidad.

Añade un comentario de Los que saben escuchar oyen aunque no hablemos
¡Comentario enviado con éxito! Lo revisaremos en las próximas horas.