En el amor quiero alas para volar y raíces para crecer

En el amor quiero alas para volar y raíces para crecer

En el amor quiero alas para volar y raíces para crecer

Última actualización: 15 de diciembre de 2015

En todo relaciones en las que hay afecto, ya sea el amor a la pareja, a los hijos e incluso a los amigos, se debe crear el justo equilibrio entre “lo mío y lo tuyo”, entre “mis necesidades y las tuyas”.

Parece un proceso complejo, pero en realidad la magia de toda relación humana sana e intacta radica en respetar y ofrecer lo mejor al otro, mientras te cuidas.



Ofrecer alas para volar significa permitir que la persona amada elija sus propios espacios, cultive sus pasiones y desarrolle el “yo” necesario para alcanzar la plenitud personal todos los días. Si esa persona está feliz consigo misma, esa energía positiva también se reflejará en ti. Juntos se crean, respetando los propios espacios y necesidades, mientras se "enraíza".

 

Echar raíces en nuestras relaciones afectivas no significa en absoluto “dominar” o “controlar”. Nutrir las raíces significa cultivar diariamente el cariño, el respeto y el amor para crear una sola unidad. Es lo que une, es la raíz que se crea junta y que, a su vez, la hace crecer transformando dos individuos en uno solo.

“En el amor quiero alas para volar y raíces para crecer”. Si bien es cierto que hay personas que tienden a adoptar una u otra dimensión a nivel personal, sin duda se encuentra la auténtica felicidad en nuestras relaciones sociales y afectivas. en ese equilibrio "mágico".

Hoy hablamos de esto.

Alas para volar y raíces para crecer en las relaciones afectivas

Empecemos hablando de relaciones de pareja y te invitamos a hacer una sencilla reflexión. En tu relación presente o pasada eres o has sido capaz de crescere como personas? Comparte esos lazos que puedes ofrecer libertad y, al mismo tiempo, ¿protección o complicidad?



Si este no es tu caso, si no hay uno en la pareja crecimiento en armonía capaces de desarrollarse con el tiempo y con las necesidades de cada uno de ellos, las raíces se debilitan. Aparece entonces la frustración personal, un sentimiento negativo que, al final, se proyecta no sólo en uno de los dos socios, sino también en el otro.

En estos casos hablamos de "Crecimiento no en armonía". Son casos en los que o bien se priorizan las necesidades de uno solo de los miembros de la pareja o bien la propia relación ha permanecido inmóvil, centrándose únicamente en el arraigo de la pareja y no en el crecimiento individual de los miembros que la componen.

¿Un ejemplo? Comenzamos una relación llena de emociones y pasión intensa. Nos enfocamos tanto el uno en el otro que abandonamos las amistades, al punto que ambos nos molestamos "Sal de esa esfera" de intimidad que hemos creado.

Con el tiempo, estas relaciones se convierten en agujeros negros que se alimentan y se destruyen.

Por lo tanto, es fundamental tener en cuenta estas dimensiones para mantener el EQUILIBRIO adecuado:

1. Crecimiento individual

- Tengo que ser consciente de sí mismo, aquí y ahora, lo que necesito.

- yo soy el responsable de mi crecimiento personal.

- Tengo que enriquecer yo mismo con todo lo que me rodea, con las experiencias cotidianas, las conversaciones, los viajes, las lecturas, todo lo que la vida me ofrece y, por supuesto, mi pareja también.


2. Crecimiento de la pareja

, Mi crecimiento personal repercute en el crecimiento de la pareja. Si estoy feliz y satisfecho conmigo mismo, con lo que tengo y como me veo, podré transmitir todas estas emociones positivas a las personas que quiero.



- Es necesario mantener un diálogo continuo sobre nuestro crecimiento, porque todas las parejas necesitan renovar sus lazos con el paso del tiempo y la aparición de nuevas situaciones (nacimiento de hijos, cambios o bajas en el trabajo…).

- Tenemos que mantener un Equilibrio entre objetivos individuales y comunes., ofreciéndonos ayuda mutua, haciendo crecer nuestras raíces y, al mismo tiempo, dándonos “un par de alas”.

Alas para volar y raíces para crecer en la educación infantil

Para criar niños felices, debes darles alas para volar, raíces para volver a ti y la seguridad de que siempre tendrán a alguien a su lado, en cada paso que den hacia la persona responsable e independiente en la que se convertirán.

A menudo hablamos en nuestro espacio sobre evitar los apegos para disfrutar de la libertad emocional. Aunque sea cierto que existen archivos adjuntos tóxicos que nos atan a las cosas hasta tal punto que acaban por dominarnos, es fundamental entender que estos son parte de las propias raíces.


Hablamos de esos lazos saludables que los niños establecen con sus padres para formar lazos. Estos lazos representan seguridad para ellos y nos dan la oportunidad de dale aire, vida y confianza para extender sus alas y volar a donde quieran ir.

Donde sus corazones y sus necesidades los lleven, siempre sabiendo que pueden confiar en sus raíces, un refugio seguro que les ofrece un origen y protección eternos, sin importar a dónde vuelen sus sueños… su vida.

Justo ahí radica la magia del equilibrio, en ofrecer amor a quienes nos hacen volar y, al mismo tiempo, crecer.

Imágenes cortesía de Amanda Clarke y Lesya Nedzelskaya.

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