Empatía: ¿cuáles son las características de quienes la poseen?

Empatía: ¿cuáles son las características de quienes la poseen?

Empatía: ¿cuáles son las características de quienes la poseen?

Última actualización: 24 septiembre, 2017

La empatía es un arte, una habilidad excepcional genéticamente programada en nuestro cerebro con la que sintonizamos con los sentimientos e intenciones de los demás. Sin embargo, y aquí surgen los problemas, no todos son capaces de encender esa linterna que ilumina el proceso de construcción de las relaciones más sólidas y plenas.

A menudo escuchamos frases como "esa persona no es empática", "ese tipo es egoísta y está totalmente desprovisto de empatía". Bueno, una cosa muy importante para aclarar de inmediato es que nuestro cerebro tiene una arquitectura muy sofisticada a través de la cual fomenta esta conexión. Después de todo, la empatía es una de las estrategias con las que garantizamos la supervivencia de nuestra especie: nos permite comprender al individuo que tenemos delante y nos da la oportunidad de establecer una relación profunda con él.



"Dios nos dio dos oídos, pero solo una boca, solo para escuchar dos veces y hablar la mitad".

(Epicteto)

La estructura cerebral en la que la neurociencia sitúa nuestra empatía se encuentra en el giro supramarginal derecho, un punto situado entre los lóbulos parietal, temporal y frontal. Gracias a la actividad de estas neuronas, en determinados momentos somos capaces de dejar de lado nuestro mundo emocional y nuestras cogniciones para ser más receptivos a los demás.

Aclarado este punto, la siguiente pregunta a hacerse es: si todos tenemos esta estructura cerebral, ¿por qué hay personas más empáticas y otras menos empáticas, y por qué en algunas personas la empatía parece estar totalmente ausente? Sabemos, por ejemplo, que la característica principal del trastorno de personalidad antisocial es la falta de conexión emocional con los demás. Sin embargo, dejando de lado los aspectos clínicos y psicopatológicos, hay muchas personas que simplemente no pueden desarrollar esta habilidad.



Las experiencias de una edad temprana, los modelos educativos y el contexto social debilitan esta maravillosa habilidad en favor de un egocentrismo social muy marcado.. Una investigación realizada en la Universidad de Michigan nos dice que los estudiantes universitarios de hoy son un 40% menos empáticos que los estudiantes de los años 80 y 90.

La vida actual tiene tantos estímulos y distracciones para pequeños y mayores que todos hemos dejado de ser plenamente conscientes del momento presente e incluso de la persona que tenemos delante. Las personas están más atentas a sus dispositivos electrónicos que a los sentimientos de los demás, y este es un tema en el que debemos pensar.

Para profundizar en el tema, te proponemos que sigas leyendo el artículo y descubras con nosotros cuáles son las características de las personas con autoestima y empatía auténticas, útiles e imprescindibles, a través de las cuales se pueden establecer relaciones sanas y un adecuado desarrollo social.

Empatía útil y empatía proyectada

Es bueno decir enseguida qué entendemos por empatía útil porque, y quizás te sorprenda, debes saber que no basta con "ser empático" para construir relaciones sólidas o mostrar efectividad emocional en las interacciones diarias.

“El regalo más preciado que le podemos dar a alguien es nuestra presencia. Cuando toda nuestra atención abraza a los que amamos, florecen como capullos”.

(Thich Nhat Hanh)

Para entender mejor este concepto, te damos un ejemplo. Giulia llegó a casa cansada, mentalmente agotada y molesta. Acaba de tener una pelea con sus padres. Cuando Marco, su pareja, la ve, inmediatamente lee en su expresión y en su tono de voz que algo anda mal. Interpreta su malestar emocional y, en lugar de generar una respuesta o conducta adecuada, opta por aplicar la empatía proyectada, es decir, amplifica su negatividad con frases como “aquí estás enojado otra vez”, “cada vez que te dicen algo te llevas”. muy mal”, “siempre es la misma historia”, “mira tu cara de cabreado”, etc.



Seguro que hay muchas personas hábiles en la empatía emocional y cognitiva (sienten y entienden lo que pasa); pero, en lugar de dedicarse a encauzar y manejar adecuadamente el malestar presente, lo intensifican.

La persona empáticamente hábil es capaz de ponerse en el lugar de los demás, sabe estar siempre cerca de ellos sin herirlos y sin actuar como un espejo que refleja y amplifica su sufrimiento.. Porque a veces no basta con entender: también hay que saber actuar.

La verdadera empatía no conoce juicios

Nuestros juicios reducen la capacidad de acercarnos a los demás.; nos ponen en un rincón, en un punto oculto de la ventana desde el que disfrutamos de visibilidad y perspectiva limitadas: nuestro. Hay que decir que no es fácil escuchar a los demás sin hacer juicios internos, sin asignarles una etiqueta, sin definirlos dentro de nosotros como hábiles, torpes, fuertes, desorientados, maduros o inmaduros.

Todo el mundo lo hace, unos más y otros menos, pero si fuéramos capaces de deshacernos de este disfraz, veríamos a las personas de una forma más auténtica, sentiríamos una mejor empatía y captaríamos con mayor precisión las emociones de los demás.

Debemos practicar este ejercicio todos los días. Es una habilidad que, según algunos estudios, desarrollamos a medida que crecemos. La empatía, así como la capacidad de escuchar sin juzgar, es más común en personas que acumulan experiencias.

Las personas empáticas disfrutan de un buen conocimiento emocional.

La empatía es una parte indispensable de la inteligencia emocional. Sabemos que esta corriente científica y la del crecimiento personal están de moda, pero ¿estamos seguros de haber aprendido a ser buenos gestores de nuestro mundo emocional?


  • En realidad no somos tan buenos. Hoy en día todavía hay muchas personas que se toman a la ligera conceptos como autorregulación, resiliencia, proactividad, asertividad. Estas son personas sin un inventario emocional real que continúan dejándose llevar por la ira, la ira o la frustración como lo haría un niño de 4 años.
  • Otras personas, en cambio, creen que ser empático es sinónimo de sufrimiento, como si fuera un contagio emocional a través del cual se experimenta el dolor de los demás y se entra en una especie de mimetismo del malestar.

Este no es el enfoque correcto. Hay que entender que la empatía sana, útil y constructiva proviene de alguien que es capaz de gestionar sus emociones, que goza de una fuerte autoestima, que sabe poner límites y que además es capaz de acompañar a los demás de forma emocional y cognitiva.


Empatía y compromiso social

La neurociencia y la psicología moderna definen la empatía como el vínculo social que mantiene unidas a las personas y genera un compromiso real y fuerte entre ellas.

“Si no empatizas y tus relaciones personales no son efectivas, por muy inteligente que seas, no llegarás lejos”.

(Daniel Goleman)

Por curioso que resulte, en el reino animal el concepto de empatía está presente de forma decisiva por un motivo concreto, que ya hemos señalado al principio: la supervivencia de la especie. Muchos animales de diferentes especies exhiben comportamientos cooperativos según los cuales se echa en falta la clásica idea de “supervivencia del más apto”. Algunos ejemplos son algunas ballenas capaces de atacar a las orcas para defender a las focas.

Sin embargo, entre nosotros, en muchos casos, predomina el efecto inverso, es decir, la necesidad de imponerse, de buscar enemigos, de construir barreras, construir muros, aniquilar personas, atacar a los más débiles por el solo hecho de ser más frágiles y diferentes (pensemos en los casos de bullying, por ejemplo).

En cambio, quienes se caracterizan por una auténtica empatía creen en el compromiso social. Porque la supervivencia no es un negocio, no debe tener nada que ver con la política, los intereses o el egoísmo. Sobrevivir no significa sólo dejar latir el corazón, sino también enriquecerse con dignidad y respeto, sentirse apreciado, libre y parte de un todo en el que todos son importantes.

Esto, entonces, es la verdadera empatía: ponerse en la piel de los demás para alcanzar una convivencia llena de armonía. Es bueno trabajar duro todos los días para lograr este objetivo.

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