Divorcio: No nos separamos de nuestros hijos

Divorcio: No nos separamos de nuestros hijos

Divorcio: No nos separamos de nuestros hijos

Última actualización: 24 marzo, 2022

En 2016 hubo 91.706 divorcios en España. El divorcio es parte de un marco legal que tiene como objetivo proteger a todos los miembros de la familia, pero es quizás una de las experiencias más difíciles en la vida familiar. A veces el proceso es consensuado, aunque muchas veces una de las dos partes da el primer paso. La familia afecta en términos de protección, amor y reconocimiento. Su hundimiento nos deja soledad, miedo, dolor o ira.



La ruptura matrimonial abre la puerta a los fantasmas del pasado. En las crisis se refleja nuestra historia personal y se revela nuestra capacidad efectiva para afrontar el presente. Por eso, cada miembro de la pareja tiene su propia respuesta a cada pregunta. Hay personas que dejan de lado el odio y el rencor, mientras que hay otras que borran los buenos momentos; hay quienes no quieren enfrentar los hechos y se aferran a la esperanza de una reconciliación que nunca llega; hay quien se olvida con otra persona, o con muchas otras... Como se puede comprender, el abanico de reacciones es muy amplio.

Pero mientras el matrimonio es reversible, la maternidad y la paternidad duran toda la vida. Para tramitar un divorcio, los adultos deben aceptar la ruptura, pero no su papel como padres. Los niños no deben verse envueltos en una atmósfera de violencia y resentimiento. Y nunca deben convertirse en herramientas, balas con las que herir al otro o mensajeros de esperanza para una posible reconciliación.

Divorcio: cuando la guerra no tiene tregua

El divorcio no debe ser un obstáculo para el ejercicio de la paternidad/maternidad, ni un proceso que lesione la intimidad, la confianza y la seguridad que necesita el niño. Los hijos no son parte integral de la pareja y no son propiedad de ninguno de los padres. Por lo tanto no deben convertirse en un instrumento de venganza, odio o controversia.



Los niños dependen de sus padres, y aunque no les pertenezcan, necesitan mantener relaciones con ambos para crecer sanos. No es raro que una de las dos partes argumente que su amor es más precioso y su cuidado más válido, sugiriendo que el afecto del otro es insuficiente o superfluo. Es uno de los errores más graves, que puede causar el mayor daño a un niño. Los niños necesitan contacto con ambos padres para un desarrollo emocional saludable. Es su derecho, así como el de sus padres, poder disfrutar de la presencia del otro.

Después de un divorcio conflictivo, los padres a menudo obstaculizan las relaciones del otro. En los casos más graves, uno de los dos padres ignora al niño o incluso ambos lo abandonan.. Los casos que pueden darse son varios, por ejemplo un abandono total o parcial del niño o incluso que los padres lo involucren en sus conflictos.

El impacto que tienen los conflictos en las parejas, los hijos y las relaciones paterno-filiales depende de cómo se gestionen y de los espacios que se les reserven.. El costo emocional también puede ser mayor dependiendo de cómo intente resolver el conflicto y cuánto dure. Cuando los conflictos son tratados de forma inadecuada, generando insatisfacción, agresión y tensión, provocan mayor malestar emocional y ruptura entre los miembros de la familia.

Consecuencias del abandono

Un divorcio supone un cambio importante en la dinámica familiar, sobre todo a nivel relacional, pero en ningún caso debe suponer el abandono de los hijos. El sufrimiento del hijo aumenta si a un divorcio conflictivo se le suma la ausencia, la inconstancia o la desaparición de uno de los miembros de la expareja. Aceptar que el padre o la madre no están presentes es muy difícil, y se vuelve una batalla aún más dolorosa cuando se da cuenta de que el padre está lejos, no respeta las visitas acordadas o incluso no quiere saber nada de él ni cuidarlo. de él.



El niño que ha sido abandonado muchas veces se aferra ansiosamente al progenitor que lo tiene en custodia. A menudo trata de controlar la relación acaparando todo su tiempo a través de comportamientos muy exigentes. Detrás de esto está el miedo a perder al padre, una sensación de inseguridad profundamente arraigada. El proceso de separación del padre ausente es muy difícil. El niño tiene que desprenderse internamente. Es común que imagine su regreso y fantasee con él, idealizando así la relación y evitando el desapego.

Si los padres desaparecen, el niño puede sentirse castigado. Puede sentirse obligado a suprimir todas las manifestaciones de hostilidad e ira, e incluso puede volverse extremadamente obediente y sumiso al volver la violencia contra sí mismo. Si no, puede optar por la variante impulsiva y adoptar una actitud agresiva y combativa.

“Tener hijos no nos convierte en padres, así como tener un piano no nos convierte en pianistas”
-Michael Levine-

Conflicto de lealtad

La lealtad es un sentimiento de solidaridad y compromiso que une las necesidades y expectativas de varias personas.. Implica una conexión, una dimensión ética y, en el caso de la familia, comprensión y coherencia entre los miembros. Generación tras generación, ha habido sistemas de valores transmitidos entre los miembros de la familia. El individuo se inserta en una red de lealtad multipersonal, en la que la confianza y el mérito son importantes.

En muchas familias, tales convenios pueden estar ocultos, es decir, pueden ser expectativas que no se explican verbalmente, pero que contienen reglas que se espera que todos los miembros de la familia sigan. Es una medida de justicia dentro de la familia, una ética de las relaciones que permite la identificación con el grupo. Esto implica que cada miembro de la familia debe adaptar sus necesidades individuales a la red familiar.



Cuando se produce una ruptura conyugal o de relación, y esto no implica el fin del enfrentamiento, sino un nuevo marco en el que prolongar la polémica, no es difícil que los hijos sientan la necesidad de asegurarse el cariño de al menos uno de los progenitores. Este es el llamado conflicto de lealtad, los niños reciben presiones (normalmente ocultas) para que se acerquen a una de las dos partes, y si no lo hacen, se sienten aislados y desleales a ambos padres. Pero si deciden involucrarse para encontrar protección, sienten que están traicionando a uno de ellos. Una dinámica familiar en la que la lealtad a uno de los padres implica la deslealtad al otro..

“La mejor herencia de un padre para sus hijos es darle un poco de su tiempo todos los días”

-Battista-

Responsabilidad por el conflicto.

Es fundamental no enviar a los niños mensajes de doble vínculo, es decir generar situaciones comunicativas en las que el niño pueda percibir contradicciones. Por ejemplo, decirle que no hay problema si va con su padre, pero al mismo tiempo privarlo de caricias. El lenguaje verbal y no verbal comunican mensajes opuestos, con el fin de despertar una fuerte disonancia en el niño. El niño percibe que se está comportando de forma incorrecta, pero no entiende por qué, ya que es el propio adulto quien está provocando el conflicto emocional. Estas dinámicas son muy dañinas para la salud mental de los niños.

El éxito en pareja no significa estar juntos de por vida. Si las dos personas y la familia lo padecen, si una relación es muy destructiva, el éxito consiste en la separación. Cuando el matrimonio causa dolor, es necesario tomar decisiones, tal vez considerar el divorcio o buscar ayuda de un profesional que pueda brindar terapia para la familia o la pareja. Sin embargo, la separación no debe ir seguida de un abandono de las responsabilidades parentales o de la utilización de los hijos en contra de la expareja. El divorcio involucra a dos adultos, quienes como tales deben actuar con madurez tratando de manejar los conflictos y sentimientos sin involucrar a sus hijos. Los niños, niñas y adolescentes necesitan el apoyo y la protección de los adultos para sentirse seguros y cuidados. Es responsabilidad de los padres fomentar tal estabilidad.

Si el proceso es demasiado difícil para uno o ambos socios, es recomendable buscar ayuda psicológica que pueda proporcionar modelos a seguir en este sentido.. Por ejemplo, cómo regular las emociones, gestionar conflictos, tomar decisiones, gestionar responsabilidades, buscar apoyo, etc. En definitiva, poder afrontar una nueva etapa superando y cerrando la anterior. Es la forma en que se manejan los conflictos lo que los hace constructivos o destructivos, especialmente si hay niños involucrados.

“Pretender que los padres, como muestra de respeto, están libres de defectos y representan la perfección, no es más que orgullo e injusticia”

-Silvio Pellico-

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