Cambiar para mejor no es indoloro

Cambiar para mejor no es indoloro

Cambiar para mejor no es indoloro

Última actualización: 03 de mayo de 2020

Cada cambio es un reto, una aventura en la que muchas veces nos lanzamos a ciegas. Sea para bien o para mal, el cambio nos obliga a afrontar la incertidumbre de lo que va a pasar ya abandonar todas las seguridades a las que estamos acostumbrados. Cambiar para mejor tampoco es indoloro.

Tomar un camino desconocido, nunca antes recorrido, es una prueba de valentía y, muchas veces, también de inteligencia. Ya sea un nuevo trabajo en el que tengamos más responsabilidades, comenzar una nueva relación o entrenar regularmente para mantenerse en forma, siempre es difícil entrar en un territorio desconocido, incluso cuando sabemos que lo estamos haciendo por una buena razón.



Todo cambio, por mucho que sea una fuente de mejora, no deja de ser un proceso y como tal implica la superación de una serie de etapas a los que corresponden diferentes estados emocionales. También debemos considerar que nuestra mente prefiere la continuidad, la estabilidad y la sensación de seguridad que sólo nos pueden dar las cosas conocidas, por eso, a veces, nos juega malas pasadas, infundiéndonos dudas y haciéndonos sentir nostalgia, para seguir nosotros de cambiar.

Por eso, algunos cambios, aunque son la única manera de conseguir lo que más deseamos, nos hacen sentir mal. En cierto sentido, cambiar significa decir adiós a lo que ha sido parte de nuestra vida hasta ese momento, ya sean hábitos, personas o situaciones. ¿Cómo podemos evitar sentirnos “perdidos” ante el cambio?

“Cuando sopla el viento del cambio, unos construyen muros, otros construyen molinos de viento”.
- Proverbio chino

Cambiar para mejor: decir adiós es uno de los pasos más difíciles

Comenzar un nuevo camino significa dejar atrás el anterior y, sólo si éste realmente ha terminado, estaremos verdaderamente preparados para acoger el cambio. Es decir, lo mejor es no dejar ninguna pregunta pendiente o esperando ser respondida. En este sentido, es necesario saber decir adiós, pero no siempre es fácil, hacerlo requiere una gran dosis de valentía y una visión clara de lo que queremos para nuestro futuro. Sin embargo, aunque no nos falte valor, decir adiós siempre es complicado.



Para poder despedirnos de nuestros sentimientos y de nuestros hábitos, en primer lugar, debemos ser capaces de admitir y manejar cómo nos sentimos acerca de nuestro pasado. Por ejemplo, si decidimos divorciarnos porque creemos que es lo mejor para nosotros y que así nos sentiremos mejor, también debemos estar preparados para gestionar la tristeza que nos asalta a la hora de terminar la relación con el otro. persona. En última instancia, significará un cambio para mejor, pero ese cambio todavía duele.

Si no podemos manejar nuestros sentimientos, estos dificultarán nuestro proceso de transformación, es decir, nos llevarán al estancamiento, postergando la conclusión de la situación en la que nos encontramos. El miedo, la indecisión o incluso el miedo a lo que pensarán los demás pueden obstaculizarnos. El punto es que si no tomamos el control de nuestras emociones, estaremos atrapados. Por eso es bueno entender que sentir tristeza, miedo e incluso ira no significa que estemos cambiando para peor.

Para ayudarnos a clarificar, debemos preguntarnos: ¿Por qué debería quedarme en esta situación? ¿Qué me espera si encuentro el coraje para cambiar? ¿Qué tengo miedo de perder? Las respuestas que demos a estas preguntas nos ayudarán a despejar la mente y no dejarnos abrumar por las emociones, pero sobre todo nos recordarán el motivo que nos impulsó a querer cambiar.

Una vez disipadas todas las dudas, solo queda aceptar el dolor y hacerle frente, dejando atrás la vida de las orugas y transformándonos finalmente en mariposas. Tampoco debemos olvidar que cambiar no es solo perder lo que hemos sido en el pasado, también es ganar lo que seremos en el futuro, pasando por la etapa más importante: nuestro yo actual. Para ello, es importante evaluar a qué estamos renunciando y las oportunidades que nos puede ofrecer el cambio.



“La vida no es un problema a resolver. Es un misterio vivir".
-S. Kierkegaard

Cambiar para mejor y hacer frente a las cosas nuevas de manera responsable

Decir adiós a nuestra vida pasada no es la etapa final del camino del cambio, ni el último párrafo de un largo capítulo. Una vez superada la fase anterior, solo nos queda abrazar la nueva realidad cambiando nuestros hábitos. Una realidad hecha de incertidumbres que requerirá, más allá del cambio que habíamos imaginado, un largo proceso de adaptación a las consecuencias.


El cambio nos enfrenta a un universo de posibilidades en el que nuestra actitud actúa como una brújula. La forma en que decidamos afrontar el cambio puede ser decisiva para nuestro futuro. También en esta fase es fundamental poder gestionar las propias emociones: en este caso es muy importante mantener la calma, recordando los momentos en los que nos sentimos perdidos, pero en los que finalmente conseguimos “encontrarnos a nosotros mismos”.

En nuestra nueva situación habrá algunos aspectos positivos, algunos negativos e incluso algunos que todavía ignoramos. Lo que marque la diferencia será nuestra responsabilidad combinada con nuestra voluntad. para quedarme allí. El secreto está en no perderse en este nuevo camino.


Incluso cambiar para mejor puede ser doloroso, porque todavía significa decir adiós a una parte de nuestra historia. La renuncia es el precio a pagar para poder emprender una nueva aventura.

“Aprendí que no hay vuelta atrás, que la esencia de la vida es seguir adelante. La vida es verdaderamente una calle de un solo sentido".
-Agatha Christie-

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