5 formas de pensar que te mantienen atrapado en una relación tóxica

5 formas de pensar que te mantienen atrapado en una relación tóxica

Toda relación es siempre una cosa de dos. Incluso relaciones tóxicas. Esto significa que, en cierto sentido, también hemos ayudado a que la relación llegue a un punto en el que sea insatisfactoria o incluso dañina. Hay algunas formas de pensar que pueden mantenernos atrapados en una relación tóxica, evitando que rompamos el vínculo que nos une a la persona, incluso si somos conscientes de que ese vínculo nos está perjudicando. Comprender los sesgos en nuestra evaluación de lo que nos sucede nos ayudará a dar el paso final.



¿Cómo contribuimos a una relación tóxica a través de nuestros prejuicios?

1. Prejuicio al statu quo

Un viejo proverbio dice que un mal conocido es mejor que uno bueno para conocer. La sabiduría convencional refuerza la idea de que es preferible que las cosas permanezcan como están, a menos que sean realmente terribles. Somos víctimas del prejuicio del statu quo, una preferencia irracional por la situación actual.

Básicamente, cuando establecemos una línea de base, se convierte en nuestro punto de referencia y percibimos cada cambio como una pérdida o una amenaza, incluso si es positiva. De hecho, incluso en relaciones tóxicas y lejos de las ideales, podemos encontrar un equilibrio precario.

Cuando adoptamos esta mentalidad, preferimos la continuidad al cambio, un pasado conocido a un futuro incierto. Elegimos la certeza de la desgracia sobre la desgracia de la incertidumbre. Creemos que no vamos a encontrar a nadie mejor ni intentaremos consolarnos pensando que en realidad no es tan malo como parece.

2. Aversión a las pérdidas

Odiamos perder algo cuando ya hemos invertido en ello, ya sea dinero, tiempo o esfuerzo. Esta es otra razón por la que nos atascamos en relaciones tóxicas. De hecho, es una de las principales razones por las que las parejas que han construido una vida juntos pero que ya no tienen nada en común no se separan.



Cuando aplicamos esta mentalidad a las relaciones, podemos volvernos profundamente infelices, aferrándonos a una relación que ya no nos satisface, solo porque no queremos "tirar" todo lo que hemos "construido juntos".

De esta manera terminamos enfocándonos únicamente en las pérdidas, sin darnos cuenta de cuánto podríamos ganar. No hay duda de que 5, 10 o 20 años de relación es mucho tiempo y habrá historias compartidas y mucha inversión emocional, pero cuando una relación es tóxica, terminar es más beneficioso para los dos.

3. Sesgo de confirmación

Nos gusta pensar que cometemos pequeños errores y tomamos buenas decisiones. Ese pensamiento nos reconforta y tranquiliza. Por tanto, no es difícil caer en lo que se conoce como sesgo de confirmación. Es la tendencia a privilegiar los datos y pistas que confirman nuestras creencias mientras rechazamos o ignoramos aquellos que las niegan.

Este fenómeno se intensifica aún más en los contenidos de carácter emocional, como las relaciones. Cuando no queremos terminar una relación, probablemente porque todavía existen fuertes lazos emocionales, tendemos a exagerar los aspectos positivos y minimizar los negativos.

De hecho, muchas personas que sufren abusos en sus relaciones justifican a su pareja diciendo que "en realidad es una buena persona". Cuando el amor aún existe, es difícil quitarse la venda de los ojos para ver la realidad tal como es, por eso a veces preferimos centrarnos solo en el refuerzo positivo que recibimos, como un regalo o un detalle inesperado. Esto nos mantiene entusiasmados, pensando que el cambio está a la vuelta de la esquina, cuando probablemente no lo esté.


4. Efecto del consentimiento falso

Nuestra mentalidad no se forma solo en base a nuestras experiencias, sino que también tomamos nota de lo que sucede a nuestro alrededor. De hecho, continuamente miramos hacia afuera para comparar lo que nos sucede con lo que presumiblemente les sucede a los demás. Pero en comparación, no somos objetivos.


Tendemos a pensar que nuestros puntos de vista, creencias, valores y hábitos están más extendidos entre el resto de la población de lo que realmente están. Esto se conoce como el efecto del consentimiento falso y puede convertirse en una de las razones por las que nos atascamos en relaciones tóxicas.


Si desarrollamos esta mentalidad, creeremos que está bien aguantar esa relación porque, después de todo, la mayoría de las relaciones son así. Podemos pensar que "todas las parejas pelean", "que todas las madres controlan" o que "es normal que la pareja sea posesiva". De esta forma normalizamos la situación de maltrato que estamos viviendo, pensando que es normal, cuando no lo es.

5. Sentido de culpa

La culpa es una de las peores cadenas que nos mantiene atrapados en relaciones tóxicas. Hay personas que tienen una mentalidad muy autocrítica o la han desarrollado después de años de dinámicas manipuladoras como el gaslighting.

En estos casos, es probable que la persona piense: "no es su culpa, soy demasiado sensible" o "le di buenas razones". Generalmente, este tipo de pensamientos en los que la víctima asume la culpa son un intento de justificar al otro y mantener la relación en un nivel aceptable haciendo la vista gorda ante el abuso.

Sin embargo, es importante tener en cuenta que, si bien toda relación es una cosa de dos, hay algunas líneas rojas que no deben cruzarse. Y precisamente porque toda relación es una cosa de dos, debe ser satisfactoria para ambos. Si la relación es una fuente de incomodidad constante, puede que sea hora de terminarla. Dejar lo conocido puede doler, pero no dolerá para siempre.


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