Ataques de celos y agresión pasiva.

Ataques de celos y agresión pasiva.

Amar no es posesión y menos es control. Sin embargo, el celoso acaba actuando guiado por instintos pasivo-agresivos, en los que la hipervigilancia, la desconfianza e incluso el chantaje provocan un profundo desgaste.

Ataques de celos y agresión pasiva.

Escrito y verificado por el psicólogo. GetPersonalGrowth.

Última actualización: 15 2022 noviembre

Los ataques de celos y la agresión pasiva suelen ir de la mano. Desde un punto de vista psicológico, estas dos dimensiones perfilan una emoción tan compleja como letal, en la que confluyen sentimientos que van desde el miedo al abandono hasta sentirse humillado, desembocando finalmente en la ira. Así, sentir celos, como bien sabemos, no hace distinción de edad, género o cultura y, además, da vida a situaciones tan peligrosas como destructivas.



La fama de Shakespeare se debe también a su capacidad para pintar todo ese caleidoscopio de emociones, características y situaciones que tanto definen al ser humano. Y así, uno de sus legados más interesantes sigue siendo Otelo, con especial énfasis en el personaje de uno de los villanos más peculiares y maquiavélicos de todos: Iago.

Es por culpa del astuto y travieso sirviente de Otelo si éste acaba perdiendo la cabeza, tras hacerle creer que Desdémon, su esposa, le era infiel. Iago representa la voz interior obsesiva y dañina que alimenta el fuego de los celos.

Encarna a la perfección nuestra mente obsesiva y descorazonada, un eco mental que teje las tramas de esos celos que se abren paso de manera insistente y que se derrumba al precipicio de la fatalidad. William Shakespeare debió entender a Yago como uno de sus personajes clave: le dedicó unos 1097 versos, casi los mismos que dedicó a Hamlet o Ricardo III.


Sentir celos es -como decía Michel de Montaigne- una enfermedad del espíritu y también nuestro peor enemigo.


Celos y comportamiento pasivo-agresivo: la voz interior que devora

Los celos y la agresión pasiva son dos dimensiones que giran en torno a un hecho muy concreto. Las personas celosas no muestran esta emoción de forma abierta y directa.. Es decir que una persona no se acerca asertivamente a su pareja manifestando que se siente ofendido cuando lo ve hablando con otra persona, que siente enfado y que se siente humillado cuando le sonríe. otra gente.

En efecto, pone en práctica regularmente actitudes pasivo-agresivas, y en lugar de palabras utiliza reproches, chantajes ocultos, amenazas enigmáticas, formas continuas de desprecio, castigos indirectos recurriendo al silencio, la indiferencia...

Es una agresión que inicialmente se sirve tibia, pero que a veces puede madurar a una forma más activa y que, por supuesto, duele. Veamos más información a continuación.

Gelosia y alter ego

Hay un dato interesante que William Shakespeare retrató a la perfección con los personajes de Yago y Otelo. Los ataques de celos resuenan en el sujeto como un alter ego, como una voz externa que se cuela y se apodera de nosotros.

Esa figura alimenta el miedo a ser abandonado y traicionado. Nos inyecta desconfianza y nos alerta de peligros inexistentes, de engaños; empuja nuestra mirada hacia las señales y nos empuja a tomar por verdaderas ideas locas que de repente se vuelven razonables.

El estudio realizado por el Dr. David De Steno, de la Universidad de California, identifica en esa voz simbólica que amenazaba el ego, esa parte de nosotros mismos que se siente herida y que, poco a poco, acaba dando lugar a conductas pasivo-agresivas.


¿Los ataques de celos y la agresión pasiva son parte de la genética del ser humano?

Algunas teorías explican tales actitudes con una base genética. Los celos y la agresión pasiva constituyen una lógica oscura que, según algunas psicologías y antropologías, reside en nuestros genes. Según este enfoque, el ser humano es el resultado de una evolución basada en la supervivencia y el apareamiento.



La competencia social, combinada con el miedo a ser traicionado y estar solo, es una señal de alarma que desencadena toda una serie de emociones y pensamientos. La mente se vuelve hipervigilante, obsesiva y dimensiones como la ira toman el control. A esto debemos la agresión y el evidente riesgo que de ella se deriva.

¿Es posible aprender a gestionar y limitar los ataques de celos?

La clave para afrontar los ataques de celos es comprender un hecho: la fidelidad absoluta y prolongada no existe. Podríamos decirle al celoso que amar es confiar y que el cariño sano deja de lado la ira, la posesión y la hipervigilancia.

Sin embargo, en ocasiones nos encontramos ante conductas basadas en ataques de celos patológicos (obsesión), donde aparecen una serie de trastornos asociados a los delirios. En estas situaciones es fundamental recurrir a la terapia psicológica. Antes de responder a la pregunta del título de este párrafo, es bueno tener en cuenta un aspecto simple: cada persona es única.

Podemos centrar la terapia en la limitación de conductas basadas en el control (como consultar el móvil de la pareja) o incluso en la desactivación de pensamientos obsesivos y en la potenciación de la autoestima y la ansiedad derivada del miedo al abandono. Sin embargo, es necesario, sobre todo, la clara voluntad del paciente de querer implementar el cambio, de querer tomar plena conciencia de que los ataques de celos no son compatibles con una relación de pareja. Tengamos eso en mente.


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