Sentir hostilidad: el preludio del final

Sentir hostilidad: el preludio del final

En una situación de aparente paz, un amigo, familiar o pareja nos declara la guerra. ¿Qué podemos hacer en estos casos?

Sentir hostilidad: el preludio del final

Última actualización: 18 septiembre, 2022

Sentir hostilidad consiste en adoptar una actitud de desprecio hacia una o varias personas, guiada por la intención consciente de hacer daño. Esta intención se puede poner en práctica de diferentes maneras, más o menos explícitas. En forma de chismes y calumnias e incluso agresiones verbales o físicas.



Sufrir la hostilidad de otra persona es una experiencia emocional bastante desagradable, porque no surge de una situación de conflicto, conflicto o competencia. Y en cambio un sentimiento dirigido a una persona que alguna vez fue amada, como un compañero, un amigo o un hermano, una dimensión emocional antes entendida como "una tierra de paz".


Sentir hostilidad: lo que significa

La mejor manera de entender la hostilidad es experimentarla, rara vez se olvida. Sentirse objeto de ataques de los que es difícil defenderse porque se lanzan de forma indirecta y poco franca, provoca un gran malestar. Principalmente, cuando las lesiones son causadas por una persona que es importante para nosotros.

La hostilidad se puede experimentar como:

  • Un ataque u ofensa incesante y velada contra nuestras actitudes u opiniones.
  • El uso de nuestras palabras como arma contra nosotros. Tener la sensación de caer en una trampa ideada para hacernos "revelar" cosas que nunca quisimos decir.
  • Críticas a aspectos de nuestra vida que poco o nada tienen que ver con la situación actual. Por ejemplo, cuando alguien se refiere a detalles o experiencias de nuestra vida, frente a otras personas y en nuestra presencia, sin tener consentimiento.
  • Presión directa o indirecta para hacernos cambiar de opinión, sin iniciar ningún debate o diálogo al respecto.
  • Valoraciones gratuitas de nuestras necesidades o de nuestro estado de ánimo. Un poco como ser "psicoanalizado" sin ni siquiera preguntar.
  • Continuas comparaciones con nuestra vida para hacernos entender que nuestros problemas “no tienen nada de especial”, al igual que nuestros aciertos.
  • Señale lo cómodos que se sienten con algunas personas., subrayando de manera velada todas las características que nos faltan.
  • Ser acusado de no escuchar o de ser "inaccesible".

Estos son algunos ejemplos de cómo se puede experimentar la hostilidad. Hay tantas formas de comportamiento hostil. Y, por supuesto, cada actitud tiene intensidades y manifestaciones igualmente diferentes.



¿Qué hace que una persona sea hostil?

En muchos casos en la raíz de la hostilidad hay una falta de habilidades sociales. Hay ira o resentimiento, pero la persona es incapaz de iniciar y mantener un diálogo abierto y honesto sobre lo sucedido. Se expresa, por tanto, con la energía de la ira o de la irritación hostil.

Esta actitud no es de ninguna manera honesta., ya que, más que construir, destruye; y, en lugar de extender la mano, la esconde.

Sentir hostilidad: una forma de comunicación dañina e ineficaz

Generalmente es difícil empatizar con una persona que se comporta de forma hostil. A veces, sin embargo, no se trata de tener que ser empático, se trata de estimularla a reflexionar y recomendar ayuda psicológica.

La intervención de terceros puede llevar a canalizar la ira en formas distintas al comportamiento hostil y el resentimiento. Veamos algunas causas de hostilidad, tanto abiertas como ocultas:

  • Muchas personas que se involucran en conductas hostiles experimentaron traumas por abandono o abuso en la primera infancia. No quieren ser conscientes del dolor que esto les causa o no saben qué hacer al respecto.
  • Las heridas psicológicas pueden tener su origen en la impulsividad, la ira o el sarcasmo. En muchos casos, las personas hostiles ignoran las consecuencias a largo plazo de su falta de respeto.
  • Las personas con comportamiento hostil no tienen las habilidades para una comunicación efectiva. Se han visto envueltos en repetidos conflictos donde la solución era "ganar" o, en su defecto, sentirse profundamente humillados.
  • Confunden franqueza con ofensa. No están seguros de cuándo o por qué hacer ciertos comentarios puede estar fuera de lugar; tampoco entienden cuando su comportamiento genera tensión.
  • A menudo no se dan cuenta de que sus necesidades sociales están fallando, lo que reduce aún más su autoestima.
  • No esperan que la persona a la que atormentan los enfrente.. Cuando esto sucede, no dan mucho lugar a la autocrítica o la reflexión, sino que exacerban la hostilidad.

Todos estos factores provocan aversión mutua, falta de respeto y confianza que alejan la resolución de problemas, el perdón y auténtica colaboración.



Para concluir

Si la hostilidad es un hábito en tu vida, deténgase por un momento e intente elegir un enfoque más cordial. La ayuda de un profesional en esto puede resultar invaluable.

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