Vergüenza, una emoción que te hace invisible

Vergüenza, una emoción que te hace invisible

La vergüenza quiere invisibilizarnos y, para ello, es capaz de poner en marcha infinidad de estrategias. Pero, ¿qué hay detrás de esta emoción?

Vergüenza, una emoción que te hace invisible

Última actualización: 29 de abril de 2020

La persona que siente vergüenza experimenta un malestar severo en un intento de negarse a sí mismo para adaptarse a las expectativas de los demás. "¿Qué pensará de mí si digo lo que realmente siento?", "Espero que no me hagan preguntas, me sentiría mal si tuviera que responder delante de todos" o "No puedo hablar delante de audiencia, me pongo muy nervioso" son expresiones muy comunes de quienes viven let la verguenza tú controlas tu vida.



Intentar pasar siempre desapercibidos, evitar cualquier momento en el que podamos llamar la atención o rechazar invitaciones a opinar, son mecanismos que activa este sentimiento. la vergüenza quiere hacernos invisibles y, para ello, es capaz de implementar infinidad de estrategias. Pero, ¿qué hay detrás de esta emoción? ¿Cuál es su origen?

"Una de las emociones más poderosas del mundo es la vergüenza y representa el miedo a no ser lo suficientemente bueno".

-Brene Brown-

La vergüenza y sus obstáculos

La vergüenza es enemiga de la visibilidad, de la presencia. Una emoción difícil que surge para ocultar quiénes somos, porque el miedo o la inseguridad nos han hecho pensar que las cosas nos irán mal.

Según la Doctora en Psicología María José Pubill, la persona que siente vergüenza vive aterrorizada por el temor de que los demás descubran sus debilidades, es decir, que revelen su verdadero ser.

La semilla que da origen a la vergüenza suele encontrarse en experiencias vividas en la infancia o la adolescencia.


El origen de esta emoción suele estar oculto detrás de una experiencia que la persona percibe como mala, en la que no se comportó como debería o en la que su comportamiento no fue normal. La sensación de inutilidad y nulidad ligada a esta experiencia la lleva a no querer mostrarse imperfecta frente a los demás. Su miedo es tan fuerte que en ocasiones el bloqueo surge como defensa para protegerse. También crece la frustración por no poder ser la persona que quiere.


Bueno, sentir vergüenza implica por un lado experimentar emociones como la culpa y el miedo, y por otro, mecanismos como la búsqueda de la perfección y el control para superar el sentimiento de insuficiencia. El problema es que en lugar de ayudar, también se convierten en un obstáculo para el crecimiento y la evolución.

Profundizando, nos daremos cuenta de cómo la vergüenza también implica una falta de respeto y tolerancia hacia uno mismo, así como la falta de autoestima.

Vergüenza y autoestima: ¿cómo se relacionan?

La vergüenza es el miedo a ser y mostrar lo que uno es, la opción de ser invisible para evitar ser objeto de críticas o ser etiquetado como "inválido". Sentir esta emoción implica una falta de respeto y tolerancia hacia uno mismo y, en consecuencia, una baja autoestima propia de los que quieren quedarse en un segundo plano.

Envuelve a la persona en un aura de negatividad y autodesprecio., haciéndola sentir frágil y débil en lugar de enfadada por ello.


Sentirse avergonzado no solo significa no sentirse cómodo con su propia piel, pero también no reconocerse y perder poco a poco el sentido de quién se es. Al hacerlo, la iniciativa y el deseo de llevar el timón de la propia vida, así como el sentimiento de poder personal, se extinguen gradualmente.

Quien siente esta emoción pone la evaluación de sí mismo en manos de los demás. porque sólo puede mirarse a sí mismo a través de los ojos de los demás. Vive fuera de sí mismo, pensando en lo que dirán los demás, sintiéndose ansioso cada vez que se da cuenta de que no está en posesión de su ego. Su vida está llena de sufrimiento y necesidades.

La persona que vive avergonzada se niega a sí misma para adaptarse a lo que los demás creen o esperan de ella.


Deja a un lado el miedo para volver a ser visible

Aunque esta emoción se considera una de las más complejas, es posible trabajarla para reducir su presencia y hacerla desaparecer. ¿Cómo vences la vergüenza? ¿Cómo volver a ser visible, redescubrir su valor?

El primer paso es reconocer y aceptar que nos da vergüenza y que forma parte de nuestro universo emocional. Una vez identificado, lo ideal es reflexionar sobre sus consecuencias, sobre el peso que tiene en nuestra vida y sobre cómo nos limita, qué nos impide hacer.

Si analizamos la situación con sinceridad, descubriremos que nos hemos vuelto invisibles a nuestros ojos y que nos evaluamos según parámetros decididos por otros. La verdad es que no existen parámetros correctos o incorrectos sino solo los elegidos por nosotros, al igual que el camino que deseamos tomar.


El siguiente paso es conocernos, conectar con nosotros mismos y mostrarnos tal y como somos. En otras palabras, volver a ser visible. Bueno, no será fácil después de años de esconderse detrás de un personaje que actuó según la voluntad de los demás. La buena noticia es que nunca es demasiado tarde para volver a ser nosotros mismos.

Identificar la situación que dio origen a todo nos ayudará, haciéndonos volver al momento en que sufrimos y queríamos más. Este punto de partida será la clave para comprender la profundidad de nuestra herida, que no es otra que la de habernos traicionado a nosotros mismos y creer haber defraudado a los demás.

“Superar la vergüenza es convertirse en un ser adulto capaz de transformarse en rey o reina de un nuevo reino: el propio ego”.

-María José Pubill-


Un muy buen ejercicio para volver a ser visible es pararse frente al espejo y mirarse unos a otros, independientemente de lo que los demás puedan pensar. ¿Qué vemos? ¿Cómo estamos? ¿Cuáles son nuestras cualidades? ¿Qué necesita la persona que tenemos delante? La idea es deshacerse de las expectativas., de esas trampas mentales que nos impiden ser nosotros mismos y adquirir seguridad. No somos ni mejores ni peores que nadie y la solución no es compararnos con los demás, sino reconocernos y sentirnos válidos.

Inicialmente podemos sentir un fuerte enfado hacia la persona que se quejó de lo que no hicimos bien. Para liberarla, podemos escribir o pensar lo que le diríamos. De esta forma, entraremos en contacto con el peso que llevamos dentro para luego soltarlo.

Sentirse avergonzado implica mucho más que haber sido herido en un momento determinado. Esta emoción hace que nos convirtamos en esclavos de las expectativas de los demás, nos despreciemos y, en definitiva, seamos invisibles. Para vencerlo, por lo tanto, es fundamental aprender a conectarse con uno mismo para poder valorar quiénes somos, obteniendo seguridad. Siempre recordamos que en la vida no tienes que ser perfecto para sentirte bien.

“¿Qué es el sello de libertad logrado? Ya no sientas vergüenza delante de ti mismo”.

-Friedrich Nietzsche-

Añade un comentario de Vergüenza, una emoción que te hace invisible
¡Comentario enviado con éxito! Lo revisaremos en las próximas horas.