Un padre no amamanta, pero alimenta

Un padre no amamanta, pero alimenta

Incluso un padre pasa noches en vela, ríe, sufre y se preocupa por ese hijo que es parte de su ser, aunque no haya crecido dentro de él.

Un padre no amamanta, pero alimenta

Última actualización: 24 marzo, 2022

Un padre es una de las figuras de apego de los padres y disfruta de esa cercanía diaria por la que ofrece cariño, mimos y canciones de cuna. Un padre no amamanta, pero alimenta, también pasa noches en vela, ríe, sufre y se preocupa por ese niño que forma parte de su ser, aunque no haya crecido en su interior.



Los roles de género están cambiando y esto ciertamente se agradece. Hoy la paternidad ya no es una etiqueta en la que se confía al hombre la responsabilidad exclusiva de mantener a la familia.

Padres "no ayudan", no son agentes auxiliares, sino figuras presentes, cercanos y siempre partícipes de la vida de esos pequeños en los que dejan huella, a los que nutren, aman y guían.

"No es la carne ni la sangre lo que nos hace padres e hijos, sino el corazón".

-Friedrich von Schiller-

Muchos educadores y especialistas indican que un niño se siente parte de una tribu. Siempre hablamos de la maternidad y de ese vínculo íntimo que se establece entre una mujer y su bebé.

Es imposible negar, sin embargo, que los niños de hoy crecen en un pequeño microcosmos habitado por padres, abuelos, tíos, amigos de los padres, maestros.

Cada interacción, cada hábito, cada gesto y palabra deja una huella en el cerebro del niño y los padres pueden tener una influencia extremadamente positiva en sus hijos.

El padre como figura de bienestar psicológico

Cualquier padre puede cometer errores o no estar presente en la vida de sus hijos como debería. Por ello, antes de ser una figura de referencia en la educación y crecimiento del niño, los padres y las madres son personas.



Según su madurez y su equilibrio psicológico y emocional, pueden garantizar un mejor o peor desarrollo del niño.

Como revela un estudio realizado en la Universidad de Michigan (Estados Unidos), es responsabilidad de cada padre cuidar su bienestar psicológico para promover un adecuado equilibrio emocional en sus hijos.

Se ha comprobado que los efectos del desempleo, el estrés o simplemente mostrar un comportamiento irregular, caracterizado por un carácter desigual, repercuten negativamente en el desarrollo cognitivo del niño y también en sus habilidades sociales.

Por otro lado, la influencia de la figura paterna en el desarrollo del habla y el lenguaje también es innegable. Para los pequeños significa recibir muchos más estímulos, una voz diferente a la de la madre con otro tono, con otro gesto, y así beneficiarse de una mayor gama de refuerzos.

Durante los primeros 3 años de vida, esa presencia cercana, afectuosa, divertida y accesible del padre irá consolidando también los delicados procesos relacionados con el lenguaje.

Un padre no amamanta, pero ofrece valiosos nutrientes

El número de familias monoparentales sigue creciendo. Cada vez son más los padres y madres que tienen que criar a sus hijos solos, ya sea porque así lo han elegido o porque así lo ha querido el destino.

En todo caso, la atención, el cuidado y la educación de un niño requieren sobre todo de esa cercanía física y afectiva con la que conferir seguridad y auténtico amor. Algo para lo que hombres y mujeres deberían estar capacitados.


"Un buen padre vale más que cien maestros"

-Jean-Jacques Rousseau-

Por otro lado, todos sabemos que los niños no vienen al mundo con un manual de instrucciones, y eso es por una razón muy sencilla: no son máquinas.

Los niños están hechos de carne, necesidades, un corazón que late rápido y un cerebro curioso que quiere conectarse con su entorno.


Necesitan nutrientes y una especie de sustento que va mucho más allá de la leche materna, lo que incluso un padre sabe y puede proporcionar.

Los nutrientes más valiosos que un padre debe proporcionar

La familia y el vínculo que se establece con ella determina en gran medida nuestra persona. Más allá de los genes y la sangre, existe esa arquitectura más íntima y privada a través de la cual surge el reino de las emociones, los miedos, los límites e incluso los valores.


Un buen padre debe cultivar adecuadamente estas dimensiones. Y puede hacerlo de las siguientes maneras:

  • Disponibilidad emocional. La capacidad de respuesta a las necesidades del niño y la calidad de las mismas garantiza un desarrollo óptimo y una mejor madurez a lo largo de la vida.
  • Reconocimiento. Todo niño necesita sentirse reconocido y apreciado por sus padres. Recibir la mirada paternal siempre atenta, cercana, preciosa y llena de afecto favorece el correcto desarrollo de la autoestima en el niño.
  • Participación. Un buen padre no se limita a “estar ahí”, favorece los descubrimientos y despierta nuevas emociones y enseñanzas; es un oyente incansable, un negociador y un hábil comunicador.
  • inspiración. La mayoría de los padres abren nuevos mundos a sus hijos donde pueden sentirse competentes y descubrirse a sí mismos. Muchos padres transmiten a sus hijos sus pasiones, su amor por la música, los libros, la naturaleza… Valores que definirán la vida adulta.

Un padre no amamanta, pero...

Un padre no amamanta, sino que nutre el alma de sus hijos. El padre "real" es un adulto con grandes capacidades emocionales, seguro de sí mismo, valiente como toda madre, está siempre dispuesta a ofrecer seguridad, aliento y cariño para que mañana el niño despliegue sus alas como adulto libre, maduro, capaz de dar y recibir felicidad.


Imágenes cortesía de Margarita Sikorskaia

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