Trauma transgeneracional: ¿qué es?

Trauma transgeneracional: ¿qué es?

Trauma transgeneracional: ¿qué es?

Escrito y verificado por el psicólogo. ObtenerCrecimientoPersonal.

Última actualización: 15 2021 noviembre

El trauma transgeneracional es un impacto, la transferencia del dolor emocional, físico o social de una persona a las nuevas generaciones en formas que van más allá del comportamiento aprendido. Hablamos sobre todo de epigenética y de la influencia del medio ambiente en la expresión genética.

El argumento no es nuevo, de hecho el trauma transgeneracional o intergeneracional ya ha sido objeto de estudio en las décadas posteriores a la Segunda Guerra Mundial. Diversas investigaciones han demostrado que las generaciones posteriores a las que vivieron el Holocausto manifestaron ciertos comportamientos (pesadillas, problemas afectivos y de conducta) destacando una transferencia a los nietos del trauma original de los abuelos, aunque de diferentes maneras.



Ciertamente podríamos decir que depende del estilo y modelo educativo, del peso de la memoria y de la narrativa consciente o no que envuelve toda la dinámica familiar, donde el pasado se sigue sintiendo de diferentes maneras. Sin embargo, la genética también podría jugar un papel importante.

Pensemos en los efectos de la desnutrición. Pensamos en el impacto genético que podría generar miedo y sufrimiento expresado con altos niveles de cortisol que con el paso de los años provocan daños en el organismo. Reflexionamos sobre traumas que no son canalizados, no ventilados y transformados en estrés postraumático y depresión crónica.

Las generaciones posteriores a quienes sufrieron ese trauma original no necesariamente desarrollarán los mismos trastornos, pero serán más vulnerables que otras a la ansiedad, el estrés y la depresión. Veámoslo en detalle.

Un ejemplo de trauma transgeneracional

Anna fue abusada sexualmente por un familiar durante gran parte de su niñez y adolescencia. Creció en un ambiente deconstruido donde incluso su madre fue maltratada cuando era niña. Cuando tuvo la oportunidad de salir de ese escenario, cuando cumplió la mayoría de edad, no quiso pedir ayuda psicológica para sobrellevar este trauma.. Sólo quería olvidar, pasar página lo antes posible.



La herida, la huella, sigue presente de varias formas: ansiedad, trastornos alimentarios, baja autoestima, hipervigilancia, depresión, insomnio... A esto se suma un sistema inmunitario frágil, con bajas defensas que lo hacen vulnerable a infecciones, gripes. , alergias.

Anna ahora tiene un niño de 7 años. Es su razón de vivir, todo su mundo. Encontró estabilidad y fuerza, así como una razón para cuidarse mejor. Sin embargo, se dio cuenta de que educar a su hijo es cada vez más difícil: duerme mal, tiene problemas de atención, tiene muchas rabietas y tiene un comportamiento provocador.. Cuando la llaman del colegio, Anna tiene la sensación de que la están juzgando como una mala madre, hasta el punto de preguntarse si está haciendo algo mal.

El trauma no superado y el impacto en la genética

Lo último que debe hacer nuestra protagonista es dudar de sí misma como madre. Peter Loewenberg, académico de historia y profesor de la Universidad de California, es un destacado experto en trauma transgeneracional. Afirma que el dolor no abordado y los eventos traumáticos tienen un impacto significativo en las generaciones posteriores.

  • No olvidemos, por ejemplo, que los altos niveles de cortisol en la sangre durante la gestación afectan el desarrollo del feto. Como ha demostrado la psicobióloga BeaVan Den Bergh, experimentar altos niveles de estrés y ansiedad durante el embarazo puede "programar" ciertos sistemas biológicos en el feto predisponiéndolo a sufrir diversas enfermedades y trastornos emocionales.
  • Según Peter Loewenberg, el dolor no abordado o el trauma mal manejado genera una especie de cortocircuito neuronal. Este impacto llega al ADN, alterándolo, por lo que los futuros descendientes quedan atrapados, sin saberlo, en una especie de solidaridad colectiva e inconsciente con el trauma original.

Epigenética y trauma transgeneracional

En la escuela nos enseñaron que recibimos los genes de nuestros padres y que nuestro material genético define nuestras características físicas, nuestra inteligencia ya veces incluso nuestra predisposición a ciertas enfermedades. Aceptar la idea de que el trauma también se transmite a los cromosomas de la misma línea familiar es bastante difícil.



La epigenética representa un salto cualitativo desde la genética más ortodoxa para explicar diversos fenómenos. la primera es que nuestro estilo de vida, el entorno en el que vivimos, la dieta que seguimos y ciertos eventos traumáticos pueden generar cambios genéticos en nuestra descendencia.


Todo esto se explica gracias a una pequeña "etiqueta" llamada epigenoma. Este pequeño elemento es fascinante y decisivo al mismo tiempo: modifica la expresión de ciertos genes en función de las variables mencionadas anteriormente.

Varios científicos del Hospital Mount Sinai han demostrado que los efectos del estrés postraumático en los sobrevivientes del Holocausto activaron este epigenoma capaz de alterar la expresión genética de la persona. La herida traumática fue así transferida de diversas formas a las generaciones posteriores..


La mujer de nuestro ejemplo, Anna, debe primero encontrar los mecanismos y estrategias adecuadas para cerrar los puentes con el pasado y superar el trauma sufrido en la infancia. La fuerza que obtendrá de este proceso le permitirá dar lo mejor de sí misma incluso con su hijo, entendiendo sus necesidades, trabajando en su comportamiento para convertirlo en una persona feliz, fuerte y emocionalmente madura.

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