Trastornos psicofisiológicos: la influencia de las emociones en el cuerpo

Trastornos psicofisiológicos: la influencia de las emociones en el cuerpo

Trastornos psicofisiológicos: la influencia de las emociones en el cuerpo

Última actualización: 25 de marzo de 2017

¿Alguna vez ha experimentado fuertes dolores de cabeza o malestar estomacal durante períodos de mayor ansiedad? ¿O tal vez tienes más contracturas? ¿Has notado un aumento de estos síntomas después de enfadarte por algo? Si tú lo piensas, las emociones pueden tener una fuerte influencia en el malestar físico, ¿No es tan?

Con esta premisa es más fácil entender qué se entiende por trastornos psicofisiológicos: son enfermedades físicas que tienen su origen en algunos factores psicológicos o que ven su curso influenciado por estos. ¡Descubre la importancia de gestionar las emociones negativas para tu salud física!



"De cien enfermedades, cincuenta son causadas por culpa, cincuenta por ignorancia".

-Paolo Mantegazza-

¿Por qué las emociones afectan a los trastornos psicofisiológicos?

Las emociones se manifiestan a través de un triple sistema de respuesta: cognitiva, motora y fisiológica. El sistema cognitivo se refiere a los pensamientos que pasan por nuestra cabeza cuando experimentamos diversas emociones. Cuando nos abruma la ira, por ejemplo, nuestros pensamientos son como "él está haciendo esto para molestarme", "no puedo creer que me esté haciendo esto", etc. Sin embargo, el discurso es totalmente diferente cuando estamos tristes, por ejemplo.

El sistema motor, por su parte, representa el conjunto de conductas que realizamos en función de las emociones que sentimos. Si nos embarga el miedo, por ejemplo, intentaremos protegernos o escapar, reacciones que no se producen si, en cambio, sentimos alegría.

Finalmente, el sistema fisiológico está constituido por el conjunto de sensaciones corporales manifestadas. En este sentido, hay emociones que nos activan o nos apagan más que otras. La ansiedad, para entendernos mejor, es una emoción que nos vuelve especialmente activos a nivel fisiológico, acelerando nuestro ritmo cardíaco o nuestra respiración.



¿Cómo afectan la ira y la angustia a los trastornos psicofisiológicos?

Los trastornos psicofisiológicos son numerosos. Podemos hablar de trastornos cardiovasculares (hipertensión arterial), respiratorios (asma bronquial), endocrinos (diabetes), gastrointestinales (úlcera péptica), dermatológicos (urticaria) o inmunológicos, así como de dolor crónico o artritis reumatoide. Estos son solo algunos ejemplos. Todos estos trastornos se verán afectados por la manifestación fisiológica de las emociones., especialmente la ansiedad y la ira.

 “Frente a las enfermedades que genera la miseria, ante la tristeza, la angustia y las adversidades sociales de los pueblos, los microbios, como causa de enfermedad, son una causa pobre”

-Ramón Carrillo-

Ambas emociones implican una alta activación fisiológica. Provocan la aparición de tensión muscular, hiperventilación o aceleración del ritmo cardíaco, entre otros síntomas fisiológicos. En un primer momento, el cuerpo se activa de esta manera para hacer frente al peligro que provocan estas emociones. En sí mismo, por lo tanto, no es un fenómeno negativo.

El problema surge cuando experimentamos estas emociones con demasiada intensidad, con demasiada frecuencia o durante períodos prolongados de tiempo. En esos casos, en lugar de desaparecer tras pasar el momento inicial, la activación hace que el cuerpo entre en tensión, superando el límite de nuestras posibilidades. Los órganos se sobrecargan y generan alteraciones morfológicas y funcionales.

¿Qué papel juegan los síntomas somáticos en este proceso?

Todo lo ilustrado hasta aquí nos lleva a una conclusión: es posible aprender a manejar mejor nuestras emociones negativas a través de la forma en que percibimos e interpretamos diversas situaciones. Lo mismo sucede si logramos encontrar soluciones adaptativas a lo que nos sucede.


De esta forma, nuestro nivel de activación no se nos va de las manos y corremos menos riesgo de desarrollar trastornos psicofisiológicos. Lo mismo sucede con cualquier otra enfermedad somática. En estos casos, el paciente puede:


-Estar convencido de que no es grave.

-Saber que es grave, pero no querer luchar porque le falta esperanza.

-Sepa que es grave, pero decida vivir mejor y no limitarse más de lo necesario.


 "La enfermedad que se presenta es más peligrosa"

-Séneca-

Al optar por una de estas tres opciones, evitará que la ansiedad y la ira relacionadas con los problemas físicos escalen. Asi que, también se reducirá la probabilidad de trastornos psicofisiológicos. A veces no es fácil conseguir este objetivo, pero con la ayuda de un buen psicólogo es posible hacerlo.

Imágenes cortesía de David Cohen, Benjamin Combs y Milada Vigerova.

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