Reemplaza la frustración con aprecio

Reemplaza la frustración con aprecio

La frustración nos consume a fuego lento. Nos condena a la insatisfacción porque, al impedirnos pensar con claridad, nos sumerge en un ciclo demencial del que no podemos salir.

Nos frustramos cuando la realidad no coincide con nuestras expectativas, lo que sucede muy a menudo. Podemos sentirnos frustrados por pequeños contratiempos diarios o grandes obstáculos que no habíamos previsto y que amenazan nuestros proyectos.

La frustración es una reacción perfectamente normal ante los reveses y la adversidad. No tenemos que sentirnos culpables. Pero si no aprendemos a superarlo, si no aprendemos a gestionar la frustración, corremos el riesgo de que se convierta en una de las principales emociones de nuestra vida.



Y esto significa que cedemos el poder a todas aquellas personas o situaciones que encontremos en nuestro camino. Para recuperar el control de nuestras vidas, debemos aprender a manejar la frustración. No con tolerancia sino con aprecio.

¿Tolerar la frustración?

Cuando buscamos una solución a la frustración, siempre aparece la palabra tolerancia. "Hay que aprender a tolerar la frustración", nos dicen. Sin embargo, la palabra "tolerar" proviene del latín tolerare, que significa soportar.

Enfrentar la frustración no es lo mismo que lidiar con la frustración. Cuando soportamos algo asumimos un papel pasivo, nos resignamos. Cuando gestionamos algo asumimos un papel activo, tomamos las riendas y decidimos cuál es el mejor camino.

Un paso clave para manejar la frustración es el agradecimiento. De hecho, el aprecio es un antídoto muy eficaz contra la frustración.

No dejes que la frustración te ciegue

Estar frustrado es como usar anteojeras. De repente nuestro campo de visión se estrecha considerablemente porque solo vemos el obstáculo o el revés. Es una visión de túnel que hace que todo lo que nos rodea desaparezca, todas las cosas buenas, por lo que solo vemos lo negativo.



Tolerar la frustración significa acostumbrarse a esa visión de túnel. El problema es que por los contratiempos y la adversidad, esa perspectiva se irá estrechando cada vez más, hasta convertirnos en personas amargadas y pesimistas.

Con agradecimiento, por el contrario, ampliamos nuestra visión. Al recordar todas las cosas buenas y buenas de nuestra vida, desbloqueamos la plenitud y expandimos automáticamente nuestro campo de visión.

Esto no significa que el problema u obstáculo desaparecerá. Todavía estarán allí. Pero es probable que se conviertan en un pequeño punto en el horizonte. A medida que ampliamos nuestra perspectiva, el obstáculo que alguna vez pareció inmenso se encoge, por lo que podemos verlo en perspectiva. Así, al quitarnos parte del impacto emocional nos será más fácil superarlo.

La gratitud es una decisión que debemos tomar todos los días.

La gratitud transforma la negación en aceptación, el caos en orden y la confusión en claridad. Nos da paz hoy y crea una visión para el mañana.

Pero la gratitud no viene por sí sola, es una decisión que debemos tomar conscientemente todos los días. Si bien es una de las cosas más simples de la vida, requiere esfuerzo e intencionalidad, especialmente en un mundo diseñado para alimentar nuestras insatisfacciones y frustraciones para convertirnos en consumidores perfectos y ciudadanos manipulables.

El aprecio y la gratitud, por otro lado, nos devuelven nuestro poder. El poder de decidir nuestros estados emocionales, cómo reaccionaremos e incluso si ese obstáculo es realmente un problema o una oportunidad.


La gratitud es una herramienta poderosa. Estudios, llevados a cabo en las universidades de George Mason y Michigan, han revelado que la gratitud nos protege del estrés postraumático provocado por una situación particularmente difícil y nos permite responder con resiliencia.

Apreciar lo que tenemos no solo aumenta nuestra fuerza mental, sino que es una de nuestras mejores armas para "aguantar" en un mundo incierto donde los obstáculos nos aguardan en cada esquina.


Después de todo, "sólo podemos decir que estamos vivos en esos momentos en que nuestro corazón está consciente de nuestros tesoros", dijo el novelista Thornton Wilder.

  

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