¿Rechazo o aceptación?

¿Rechazo o aceptación?

¿Rechazo o aceptación?

Última actualización: 15 de enero de 2015

La aceptación es una puerta mágica que cierra los problemas y abre las oportunidades. (Rafael Hernández)

Negativa a evitar la realidad.

En nuestra vida pasamos por diversas experiencias dolorosas de las que no podemos escapar, como enfermedades, pérdidas, decepciones, separaciones, etc. Todo esto nos hace sentir mal. Si al dolor de estas experiencias le sumamos una actitud de rechazo, generaremos un sufrimiento que puede ser inútil y evitable.



La actitud de rechazo consiste en un mecanismo de resistencia a la realidad, acompañada de sentimientos como la ira, el asco, la oposición o la indignación: es decir, un movimiento emocional que nos priva de la calma y la claridad y, la mayoría de las veces, confunde nuestra capacidad de comprensión.

El rechazo provoca una tormenta emocional que nos dificulta identificar la solución adecuada. Esta emoción crece a medida que tomamos conciencia de lo que nos está pasando o de lo que acabamos de aprender. Y si no podemos controlarlo, puede paralizarnos por completo.

Además del sufrimiento que implica esta posición de rechazo, lo que se produce es la imposibilidad de encontrar una solución o una respuesta adecuada a la situación desagradable que la provocó. Esto sucede por varias razones: en primer lugar porque el rechazo nos impide tener una visión clara de la situación en la que nos encontramos, y en segundo lugar porque las emociones que nos provoca nos impiden remediarlas de forma práctica.

El rechazo, por lo tanto, no solo aumenta nuestro sufrimiento, sino que nos dificulta encontrar e implementar una solución al problema que estamos viviendo.

Y aunque el origen del rechazo y la resistencia es completamente natural, ya que es humano tratar de evitar lo que nos hiere o perjudica, y acercarnos a lo que nos favorece, el problema surge cuando es inevitable que nos pase incluso. algo que no nos gusta. En este punto, no queda otra solución que afrontarlo.



Así que desperdiciamos nuestras energías enfocándolas en el conflicto que tiene lugar dentro de nosotros, en lugar de tratar de encaminarlas por el camino que nos llevará a la solución correcta.

La aceptación como actitud del presente

Sin embargo, si no nos resistimos, se produce la aceptación.: ya través de ella permitimos que la realidad que estamos viviendo sea como es. No nos oponemos al presente, pero lo reconocemos y vivimos en armonía con él. Aún cuando hayamos pasado por un período de fuerte rechazo, y luego de sentirnos oprimidos por la inevitabilidad de lo que no queremos aceptar, tarde o temprano podemos decidir rendirnos por completo y dejar de oponernos a la realidad de los hechos. La aceptación, de hecho, es a menudo un proceso gradual y toma algún tiempo antes de que ocurra.


Cuando aceptamos, el sufrimiento disminuye y podemos llegar a ser capaces de sintiéndonos en sintonía con el presente, experimentando lo que antes parecía un callejón sin salida como punto de partida, y una oportunidad de enriquecernos. Aceptamos, y así en cierto sentido permitimos que suceda el cambio, porque dejamos espacio para la comprensión de las cosas.

Dejar que las cosas sean como son, aliarnos con la realidad, muchas veces nos obligará a abandonar proyectos que teníamos para el futuro, oa alejarnos de determinadas personas o cosas, para seguir avanzando.


Pero, como dice el refrán, lo que resistes, persiste. Solo cuando comenzamos a aceptarlo, la situación puede cambiar.

Imagen cortesía de Mark Hopper

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