¿Problemas sin solución?

¿Problemas sin solución?

Cuando nos enfrentamos a un problema, solemos adoptar siempre las mismas soluciones, aunque los resultados no sean efectivos. ¿Por qué lo hacemos? Y lo más importante, ¿cómo podemos dejar de hacerlo?

¿Problemas sin solución?

Última actualización: 02 de junio de 2020

Los problemas son una de nuestras mayores preocupaciones. Vivir no es una experiencia fácil, y menos cuando entran en juego las dificultades naturales que surgen en la vida cotidiana. Pero ¿Qué sucede cuando las dificultades se convierten en problemas sin resolver??



Los problemas ralentizan y bloquean la evolución e impiden el crecimiento, especialmente cuando quedan sin resolver; acabamos viviendo con ellos y todo empieza a girar en torno al despotismo que ejercen.

La transformación de las dificultades en problemas y su perpetuación es el resultado de intentos fallidos de solución. A esto hay que añadir el agravante de que incluso estos intentos se convierten en un problema.

Cuanto más intentas resolver un problema, cuanto más obtenga el mismo resultado, más arraigará el problema original en el sistema. Nos enfrentamos, aparentemente, a problemas sin solución.

¿Problemas sin solución o simplemente soluciones poco creativas?

Los intentos de resolución son una serie de acciones e interacciones que tienen como objetivo resolver la dificultad. Estas acciones son los mecanismos típicos que utiliza la persona ante un obstáculo.

En general, el ser humano no explota su creatividad y no la pone al servicio de estos intentos de solución. Nuestros marcos conceptuales regidos por la lógica racional (y hay numerosas oportunidades en las que la lógica es ineficaz) tienen un repertorio muy estrecho, que no favorece la variación en términos cualitativos.

Por el contrario, nos movemos mejor en el terreno cuantitativo: tendemos a repetir varias veces la misma estrategia, aunque los resultados no apunten en la dirección esperada y fracasemos inevitablemente. Los siguientes ejemplos son prueba de ello.



  • Aunque el niño sigue teniendo dificultades con el estudio, los padres siguen recurriendo a profesores particulares, con escasos o nulos resultados.
  • La hija no quiere comer y la madre insiste ofreciéndole platos llenos de comida, generando así mayor aversión a la comida.
  • El jefe usa la reprimenda para señalar la ineficiencia de un empleado. Esto produce más tensión y nerviosismo, lo que aumenta su baja productividad en el trabajo.
  • Los padres ordenan a su hijo que no grite, gritándole.

Como vemos, estas estrategias de resolución de problemas generan profecías autocumplidas: nos esforzamos tanto en evitar un problema que terminamos causándolo con nuestras acciones.

¿Por qué siempre repetimos las mismas estrategias ante problemas sin solución?

¿Cuáles son las razones por las que seguimos aplicando la misma fórmula a pesar de su ineficacia? ¿Por qué se repiten y aumentan los intentos de resolución aunque se obtenga el resultado contrario?

Las respuestas están en nuestra mente, en la forma en que procesamos la información. Los procesos y mecanismos que utilizamos se basan en:

  • La búsqueda de causas: nuestro pensamiento se basa en la lógica del porqué lineal, causa-efecto; en otras palabras, cada vez que vemos un resultado, tratamos de explicar por qué sucede.
  • El principio explicativo: la tendencia a explicarnos de una manera unidireccional y simplista.
  • El método analítico: descomponemos las partes, analizamos cada una y las sumamos, en la ilusión de captar su esencia y comprender el todo.
  • pensamiento binario: oscila linealmente entre polaridades (blanco/negro, arriba/abajo, cerrado/abierto).
  • Lógica matemática: aplicamos la lógica deductiva a la resolución de problemas emocionales.
  • Realidad objetiva: apoyar indefinidamente la investigación y convencimiento de una realidad única, externa al ojo, y creer que se puede observar de manera objetiva.
  • La búsqueda de la única verdad: comprender que sólo hay una verdad y que debe ser revelada, en la ilusión de resolver el problema.
  • Visión: creer que descubrir esa realidad externa, esa única verdad, explicarla y comprenderla es la única posibilidad de resolver problemas sin solución.
  • Inercia cognitiva: tendencia a aplicar patrones de pensamiento repetitivos y repetir procesos cognitivos del tipo "efecto dominó".

Todos estos aspectos son la base de nuestra forma de afrontar los problemas, analizándolos y aplicando fórmulas para solucionarlos. Todos terminamos aplicando soluciones almacenadas y reiterándolas.



Este rigidez de los esquemas mentales constituye nuestro modelo cognitivo, del cual somos prisioneros si fallamos en ejercitar nuestra creatividad, empujándonos más allá de los límites de nuestras fronteras mentales.

El hemisferio izquierdo, racional y lógico, predomina en el análisis de la situación para encontrar una solución probable. El hemisferio derecho, creativo y más emocional, queda relegado a la segunda fila, cuando en cambio, debería activarse al máximo.

¿Problemas sin solución? pensar más allá

El problema de los nueve puntos

Es un claro ejemplo de intentos fallidos de solución. Se colocan nueve puntos (como se indica en la siguiente figura) y la tarea es cruzarlos sin levantar el lápiz con cuatro líneas rectas. 

Cuando analizamos la figura, después de leer la tarea e mirando los nueve puntos, es imposible no ver el cuadrado. Esto se debe a la ley Gestalt de percepción de la proximidad: una sucesión de puntos constituye una línea recta.

Ahora, estamos atrapados dentro de la red, por lo que los intentos de resolución se limitarán al perímetro de la plaza.

Sin embargo, la ilusión de ese perímetro debe ser superada para resolver el problema. Porque al final de esto es: una ilusión. Las líneas que trazaremos para la solución de la propuesta deben ir más allá de los límites del cuadrado imaginario.

El cuadrado que vemos no solo es concreto, sino que es una metáfora de nuestro marco conceptual, los esquemas rígidos que no nos permiten salir de nuestro modelo de procesamiento de información.


De la creatividad viene la solución a nuestros problemas

Para ir más allá del perímetro de nuestro modelo, necesitamos recurrir a la creatividad. Si hacemos una asociación con la teoría de los dos hemisferios, el encuadre es nuestro hemisferio izquierdo, racional, de cálculo matemático; mientras que la derecha (las líneas que van más allá del perímetro) es más emocional y es la que indica el camino de la creatividad.


Nuestro cerebro sistematiza no solo los contenidos, sino también los procesos, en particular las formas de procesar la información. Por otro lado, estamos tan imbuidos de lógica racional que aplicamos fórmulas basadas en ella y olvidamos que los problemas humanos se rigen principalmente por las emociones.

Con esta base y haciendo honor a la frase “El hombre es un animal que vive de hábitos”, aplicamos una y otra vez la misma fórmula a pesar de obtener el resultado contrario al deseado. Mientras tanto ponemos en dudar de los resultados y no de las premisas que nos llevan a ellos.

Al estudiar la razón de la repetición de los intentos de solución, así como la sistematización de las operaciones mentales, se observa que algunos intentos ofrecen un alivio momentáneo.

Por ejemplo, una persona se siente angustiada y naturalmente busca el significado de su tristeza. Mira el día lluvioso y gris, por lo que atribuye al clima la causa de su malestar. Claramente, esta conclusión no transforma su estado, pero esa justificación momentánea le da cierta tranquilidad.

Muchos sistemas fallan repetidamente

Los intentos de resolución no se refieren únicamente a iniciativas personales. Una persona está impregnada de una serie de intentos personales fallidos y después de pasar años sistematizando el mismo proceso, se ha vuelto más vulnerable y más dependiente de su entorno y recurre a este en busca de respuestas que lo acerquen a la superación.

Esto significa que entre los intentos fallidos en principio, también hay intentos personales. Entre estos intentos están los que podemos llamar mantras. Por ejemplo: "¡No me pasará a mí, no me pasará a mí!", "¡Haz que esté bien, haz que esté bien!"

También hay intentos profesionales, en el que recurrimos a diferentes personas expertas para que nos ayuden a resolver problemas sin solución.

Finalmente hay intentos de personas emocionalmente vecinos (vecinos, amigos, familiares, etc.) cda consejos que a veces son inútiles; es decir, motivan e impulsan, pero dan respuestas ineficaces o se compadecen de nuestros problemas no resueltos.

Muchos de ellos nos arengan, como si fueran curas: “Tú puedes”, pero además de no encontrar solución, estamos atrapados entre la necesidad interna de que todo salga bien y la externa que nos obliga al éxito. Y esta situación genera tanta ansiedad que no favorece la resolución.

conclusión

Si persistimos con tal inercia, serán pocos los problemas a los que encontraremos solución. Quizás esta metáfora ayude a aclarar el concepto: si estamos en medio de un partido de fútbol, ​​sentimos que perdemos, agachamos la cabeza y vemos rodar la pelota desesperadamente, esta es una fórmula negativa. ¿Qué hacer entonces?

La recomendación es la siguiente: mantener el balón bajo los pies, pisarlo, dominarlo, frenarlo y levantar la cabeza para entender qué dirección tomar, si seguir corriendo, si pasarla a jugadores más experimentados o si tirar. en la meta ... Cualquier opción es válida, excepto quedarse con la solución menos efectiva.

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